Marea Socialista, la constituyente y la crítica solidaria
Ya he dicho en otro artículo que no creo en las polémicas. Si alguien más lo comparte, mejor, pero no estoy en campaña para lograrlo. Esas decisiones suelen tener, incluso, un carácter íntimo además de colectivo.
Mi postura en el debate
Ella es el resultado de mi experiencia personal vinculada, entre otras circunstancias, a la participación en varias divisiones con los correspondientes traumas y reveses que provocaron. Generalmente ocurre un atrincheramiento que rápidamente conduce a que cada corriente se convierta en una fracción y más temprano que tarde a la división, fraccionamientos, deserciones, al retroceso y a las inevitables derrotas. Creo que estamos ante ese peligro y por eso prefiero hablar de diálogo y de crítica solidaria.
2) No tenemos por qué convertirnos en jueces de los demás pretendiendo establecer lo que está bien y lo que está mal, en las acciones que los otros emprendan. Generalmente no se aprende con consejos o juicios ajenos sino por la propia experiencia. Incluso, a veces es necesario equivocarse para poder comprender nuestros propios errores o darnos cuenta de aspectos que no habíamos considerado. Suele ocurrir que mientras más alguien nos critica y nos critica, menos percibimos que estamos equivocados.
3) ¿Entonces, no se puede criticar? Como lo he dicho, creo en la crítica solidaria. Hablando en lenguaje del Presidente Chávez, la crítica solidaria es como, de alguna manera compartir la cruz con el otro, la otra… Acompañarnos de alguna manera o muchas maneras.
4) Para ello es conveniente, creo yo, reivindicar la pedagogía del error: todos aprendemos equivocándonos. Desde niñas o niños, aprendemos cayéndonos y levantándonos con la voluntad de perseverar y tratar de hacerlo mejor.
Esto es un poco más largo y quizás más complejo, pero con lo dicho, por ahora es suficiente.
El que se robó la verdad que la devuelva
Significa que yo no voy a juzgar a Marea Socialista ni a uno de sus principales dirigentes, Gonzalo Gómez, por el episodio de la isla de Margarita y el debate con María Corina Machado. Sobre todo porque el juzgamiento suele transformarse rápidamente en chisme. A partir de un instante, lo que importa no es lo que Gonzalo haya dicho o no haya dicho. Lo que importa es que ahí está en la foto con María Corina y que cree en la necesidad de una constituyente, es decir, coincide con María Corina. Tratar de poner a la gente contra el paredón no es una buena práctica. Sus resultados son conocidos, generalmente desastrosos.
Creo que todos somos revolucionarios y que sinceramente estamos trabajando por la transformación de la sociedad venezolana, incluso, del planeta. Creo que todos metemos la pata de vez en cuando, incluso, más que de vez en cuando. El asunto es cuál pedagogía se aplica: la de la palmeta y los golpes o la de la reflexión serena, fraterna y solidaria. Por fortuna, la escuela desechó la palmeta física, aun cuando subsisten palmetas morales y espirituales.
Cada quien verá si usa alguna o si renuncia a los palmetazos e intenta un diálogo que entre otros aspectos considere los resultados de la experiencia. Es decir, que saldo dejó, nos fortaleció, nos debilitó… Sobre todo sin tratar de sustituir a la gente, por el contrario, contribuyendo a que ella madure y saque sus propias conclusiones sin intentar “introducirle la conciencia revolucionaria desde fuera”.
A la verdad se llega por aproximaciones sucesivas
Principiando los años 70 se publicó un libro denominado La Táctica del Voto Nulo, donde hice esa afirmación. Hoy la reitero sabiendo que el tiempo apremia y por lo tanto, debemos ser más asertivos y más rápidos en las aproximaciones. Por ese mismo tiempo Silvio Rodríguez cantaba “Lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida”. Desde esos tiempos vengo pensando en cómo salir airosos de ese dilema y no morir en el intento.
No se debe debilitar al Presidente Maduro y de hecho, golpearlo, comparándolo con el Presidente Chávez. La crítica es necesaria, pero también los reconocimientos. El Presidente Maduro salió de la ONU convertido en un líder continental.
Independientemente de los aspectos comunes de los tiempos, el tiempo del Presidente Maduro es bien diferente al del Presidente Chávez y se enfrenta a retos muy específicos, incluso más complejos y difíciles.
Hay retos que el Presidente Maduro ha sabido encarar con notable éxito como por ejemplo, los retos mundiales y el papel que la República Bolivariana de Venezuela ha cumplido y sigue cumpliendo en medio de los conflictos internacionales. El reciente discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas y el impacto que este ha tenido entre los gobiernos y los pueblos del Sur, ha sido y continúa siendo sumamente importante.
El liderazgo del Presidente Chávez en el mundo, del cual pude ser testigo, dejó una vara alta prácticamente imposible de superar. Los discursos del Presidente Chávez ya forman parte de la historia de las Naciones Unidas, desde el huele a azufre hasta el huele a esperanza. El Presidente Maduro supo enfrentar ese reto pronunciando un discurso que quedó como uno de los mejores de la 69° Sesión de la Asamblea General. Sobre todo, quizás el más orientador para los gobiernos y pueblos del Sur.
Eso tiene una gran relevancia para la geopolítica mundial y particularmente la regional. La confianza en el proceso venezolano, en la fuerza del pueblo venezolano y su carácter de vanguardia de los proceso de cambio, se levantó de nuevo como una esperanza.
¿Qué hacemos con eso? ¿Debilitar al Presidente Maduro, sembrar desconfianza en el proceso bolivariano y sus potencialidades? Los pueblos de nuestro continente saben que hay errores y están sinceramente preocupados por eso, pero cuentan con que los revolucionarios venezolanos sabremos, con la solidaridad internacional, superar las dificultades.
No hace falta callar los errores, querer tapar el sol con un dedo. Los errores hay que señalarlos sin miedo, con franqueza, pero también con activa solidaridad ¿Es esto imposible? No lo creo. Intuyo que esta es la posición mayoritaria dentro del chavismo.
En Venezuela el Presidente Maduro supo derrotar políticamente las “guarimbas” que la oposición organizó para derrocar al gobierno. Fue la oposición la que salió fragmentada. La sostiene el antichavismo, eso que se conoce como la fuerza de la tradición y la costumbre y el hecho de que tanto la sociedad como el Estado venezolano siguen siendo capitalistas, unido a los errores que se han cometido.
Se dice que no se debe debilitar al Presidente Maduro, sin embargo, es mi parecer, eso se viene haciendo y ojalá no nos demos cuenta demasiado tarde.
En homenaje al Presidente Allende
Hoy, a la distancia, es posible ver errores e incomprensiones que contribuyeron al derrocamiento y asesinato del Presidente Allende ¿Estaremos viviendo algo parecido en el proceso venezolano actual? Vale la pena reflexionar sobre este asunto. No por las críticas que se estén formulando. Creo que la crítica solidaria, que no supone ceguera o incondicionalidad, debe ser bienvenida. No se trata de solidaridad automática ni tampoco de la tendencia a ver traidores en todo el que critique. Nos movemos en el campo de la complejidad y ello requiere de soluciones u opciones también complejas, aun cuando sencillas de expresar y poner en práctica.
Creo que el Presidente Maduro puede contribuir a orientar esta compleja situación. Por vía de ejemplo y no de comparación, es bueno recordar la posición del Presidente Chávez cuando el caso de la detención de Joaquín Pérez Becerra, sin duda, revolucionario colombiano. En esa oportunidad escribí un artículo publicado por Aporrea el 05-05-11, titulado “¡Quemar a Chávez!; la diferencia entre la crítica y la agresión”, en el que dije lo siguiente:
La deportación de Joaquín Pérez hacia Colombia, abrió una especie de caja de Pandora, que espero, la declaración del Presidente Chávez en el acto de ayer, 1° de mayo (2011), haya contribuido, en alguna medida, a ponerle la tapa.
El Presidente asumió plena responsabilidad por la decisión tomada, señaló que ante la manera como se presentaron los hechos, no tuvo otra opción que decidir la deportación y agregó “que el que no sabe es como el que no ve”, sugiriendo que hay hechos que no puede revelar; llamó a la reflexión, señaló a los que estaban haciendo críticas como “buenos camaradas” y llamó a la unidad de los revolucionarios.
Por supuesto, los revolucionarios de todas partes tienen pleno derecho a criticar lo que consideran fue una decisión equivocada del Presidente Chávez. Esto es indiscutible. Yo creo que debemos celebrar la reacción generalizada de solidaridad con Joaquín Pérez. Eso dice bien sobre una postura de alerta solidaria. Pero una cosa es la crítica, por más fuerte que sea y otra cosa es pretender descalificar globalmente al Presidente Chávez y al Canciller Maduro.