Nurit Peled: Israel es una maquinaria de manipulación
Alex Anfruns – Brecha
—Algunas organizaciones palestinas definen su situación actual como una “Nakba en curso”, oponiéndola a la Nakba de 1948 (en árabe Nakba significa catástrofe), que en realidad nunca terminó. ¿Cómo justifican los israelíes su actitud, 66 años después del nacimiento de su nación?
—La justifican incesantemente, diciendo que están impidiendo un mal mayor. Según ellos, es mejor hacer eso que sufrir luego. No es algo típico sólo de Israel, sino que ocurre en todos los países: oprimir al otro siempre es un mal menor. Su pensamiento se puede resumir así: “Es lamentable que tuviesen que morir personas, pero no tuvimos elección”.
—¿Se trata de algun tipo de visión teológica?
—No, para nada. Es completamente política. La escuchamos todo el tiempo. Aquí (en Israel) y en todas partes: en Occidente, en Estados Unidos… Es lamentable, pero es así. “Tenemos que hacerlo para protegernos”, ese es el motivo que se suelen esgrimir.
—En el área de Belén, a menudo se habla de la agresividad de los colonos hacia los palestinos…
—Es una deshumanización completa. Los israelíes, en especial los colonos, tratarían de la misma manera a cualquiera que no fuese judío como ellos.
—Por otra parte, al salir de Jerusalén y ver esas bonitas colinas, uno no puede evitar constatar que hay mucha tierra disponible dentro de Israel. Así que, ¿por qué irse a vivir a esas colonias?
—Porque el agua, las grandes reservas para toda la región, están allí. Y quieren más tierras porque quieren poder, obtener el control. Pero no es sólo una cuestión de tierras, porque las hay, pero no están interesados en desarrollar nada aquí. La pobreza dentro de Israel es horrible, nadie se ocupa de ella. Y, de hecho, constituye un incentivo para que la gente se vaya a las colonias. Porque allí no pagan nada y lo tienen todo gratis: el transporte, la educación, los negocios, y todo sin impuestos. Es un paraíso para ellos, un verdadero Estado de bienestar. Obtienen todo y con la mejor calidad aunque no produzcan nada.
—¿Cuál es la situación de la izquierda israelí?
—No queda gran cosa de tal izquierda. Pero la gente hace cosas, hay muchas organizaciones privadas que trabajan a fondo, como Bet’selem, Rompiendo el Silencio, Machsom Watch, Women’s Coalition, Yesh Din, Rabinos por los Derechos Humanos… pero son todas privadas, es decir que no están patrocinadas por el Estado; básicamente son las mismas personas. No hay fuerzas políticas, a excepción de un partido. No es algo que sirva para conseguir votos. La situación en Israel no es muy buena, la economía es un desastre, la pobreza es horrible y hay mucho desempleo, pero la gente no establece una conexión. Nadie lo relaciona con la ocupación y las colonias.
—Comente, por favor, la siguiente cita de Haneen Asharawi, miembro del Consejo Legislativo palestino: “Somos el único pueblo del planeta al que se le exige garantizar la seguridad de su ocupante, mientras que Israel es el único país que llama a defenderse de sus víctimas”.
—Sí. Es la típica inversión de papeles, siempre es así: en Corea, en Turquía, siempre se sigue el mismo patrón. Los estadounidenses salvándose a sí mismos… ¿de quién? Desde Afganistán a Irak es la misma historia. Tienen que presentar las cosas de esta manera con el fin de conseguir más dinero, municiones, que la gente se una al Ejército, que tengan motivación. Yo no creo que sea algo típico de Israel. Recordemos que los alemanes tenían miedo de los judíos. Esa propaganda no tiene nada de original.
—Hace años que circulan informaciones sobre los libros de texto escolares palestinos en los que supuestamente se diaboliza a los judíos. Pero cuando uno los mira de cerca y se da cuenta de dónde proviene ese material ve que en realidad se produce en un centro con sede en una colonia israelí –Efrat–, que se llama Centro de Vigilancia sobre el Impacto de la Paz.
—Es horrible, horrible. Esos estudios fueron presentados en el Congreso de Estados Unidos. Obtuvieron medio millón de dólares por cada uno, y Hillary Clinton contrató al director de esa organización como consejero personal. Son fascistas, y además no tienen nada de académicos, no se dedican para nada a la investigación. En Francia, a esa persona, el profesor Yohanan Manor, se le recibe en todas partes. Cuentan estupideces. En realidad, los palestinos no podrían afirmar tales cosas incluso aunque lo quisieran. Están tan controlados y vigilados, censurados por el Parlamento Europeo, por el Ministerio de la Educación israelí, por el Ejército israelí, por Dinamarca, por el Banco Mundial que da el dinero, por Japón, que no podrían hacerlo. Es una mentira, porque ni tan siquiera se les permite escribir sobre su propia nación, su propia Nakba, su propia cultura; ni siquiera se les permite escribir sobre ellos mismos en esos libros.
—Pero la mayoría de las personas todavía son vulnerables a ese tipo de discurso, especialmente en los países occidentales. Debido a esa inversión de papeles no saben cuál es la verdad sobre Palestina. Y esos “estudios” hechos en las colonias israelíes básicamente afirman que los palestinos enseñan a sus hijos a odiar a los judíos.
—No les hace falta enseñar nada, cuando uno vive en el campo de refugiados de Aida. De todas formas, no es cierto porque es imposible. Los palestinos no pueden, mientras que los libros de texto escolares israelíes sí que lo hacen. Los libros de texto escolares palestinos están tan restringidos, tan censurados… Es interesante lo que se cuenta en ellos, porque los israelíes ni siquiera son vistos como el enemigo. El enemigo son los británicos, es Europa, porque ellos empezaron el colonialismo, e Israel es muy marginal para ellos, no es más que la continuación del colonialismo europeo. No presentan a Israel como “la gran fuerza”, en absoluto. Es Europa. Esto es lo que enseñan: “Ofrecieron una tierra que no les pertenecía a gente que no la merecía, y la tomaron de Palestina”. En esos libros, Israel es marginal para ellos.
—¿Qué piensa de la omnipresencia del discurso religioso en Israel?
—Es una manipulación, siempre ha sido así. Los alemanes lo hicieron también y, de modo especial, los españoles. El uso de la religión se explica por su enorme fuerza de persuasión, ya que uno puede usar la religión para lo que sea, para justificar lo mejor y lo peor. No es nada original, pero el sionismo lo aprendió muy bien de sus predecesores.
—Parece que los líderes políticos y los grandes medios estén por la labor de presentar cada conflicto en el Oriente Medio desde un punto de vista religioso, y que eso sirva para consolidar sus agendas y la idea del “choque de civilizaciones”.
—Sí, porque eso sirve para reclutar al pueblo judío de todo el mundo diciendo que el conjunto de las naciones árabes está en su contra. Y no es verdad, porque los judíos en los países árabes vivían muy bien junto a los musulmanes. Pero todo eso es político; es todo una manipulación. Sucede en Irán, en Arabia Saudí, en India, en Pakistán, en Malasia, o donde quiera que vayas. Ya se trate del islam, o del cristianismo, o del judaísmo, la misma historia se repite. Es un arma excelente, muy eficaz.
—Siempre ha sido así en Israel, ¿o antes era una sociedad más secular?
—Era más secular. La vida es dura y la gente acude a la religión, es algo que ocurre en todo el mundo. Cuando la vida es dura, ¿qué pueden hacer? Acuden a la religión. Es un muy buen refugio ante los problemas.
—Por otra parte, históricamente también ha habido otro uso de la religión. Especialmente con la Teología de la Liberación en América Latina, donde los curas no se conformaron con los aspectos rituales de la Iglesia, como la misa, sino que querían recuperar el mensaje original de defensa de los pobres, incluso mediante la lucha armada.
—Aquí tenemos una organización, Rabinos a Favor de los Derechos Humanos, que son los mejores. Se puede encontrar todo en la religión, es como una herramienta, algo que puede pulir cualquier otra cosa. La laicidad no demostró gran cosa por sí misma, nunca se sostuvo. Tampoco en Rusia: todo el mundo fue a la iglesia el día después de que colapsara la Unión Soviética. La religión es la fuerza, y los políticos la usan, por supuesto. Usan todo lo que quieren. Pero lo que tenemos no es un conflicto religioso, ni siquiera es un conflicto, no hay dos lados iguales. Es una ocupación que continúa eternamente. No hay un verdadero conflicto aquí. Hay la Nakba, un sociocidio, un etnocidio, se le puede llamar como uno quiera, pero no es un conflicto.
—El Estado israelí ha tratado de hacer una ley para reclutar a las personas religiosas, ultraortodoxos, en el Ejército y también ha hecho algo parecido para reclutar a los palestinos cristianos de Israel. Hay esas dos iniciativas simultáneas, que parecen una reacción al gesto de la Autoridad Palestina de eliminar la referencia a la religión de los carnés de identidad.
—No van a lograrlo, con los ultraortodoxos nunca se puede ganar. Es, una vez más, una manipulación política, debido a que algunas personas se escandalizan de que no hagan el servicio militar. ¿Y qué? Tampoco trabajan ni pagan impuestos.
—¿Hay muchos ultraortodoxos?
—No. Todas juntas, las personas religiosas pueden ser el 30 por ciento. De ese 30, tal vez los ultraortodoxos sean el 5 por ciento. No es un gran problema, pero quieren utilizar ese tema para marcar un punto: “todo el mundo es igual en derechos y deberes”. Bien, pero las personas religiosas no se dejan embaucar. Para ellos, el Estado de Israel es tan malo como cualquier otro régimen, o aun peor, ya que es judío. Cualquier tipo de Estado es para ellos un crimen; aquí se tiene que esperar al mesías, no se debe tener un Estado laico. De todos modos, ya se trate de uno dominado por romanos, griegos, británicos o sionistas, es lo mismo para ellos; se oponen al régimen de todos modos.
—Así que son en realidad bastante antisistema.
—Sí, por supuesto, son completamente antisionistas. Tienen lemas: “Ser sionista no es igual a ser judío”, “Un judío no es sionista”. No es que sientan afiliación alguna con la gente de aquí, sino que sólo toman lo que pueden, se dedican a explotar este régimen. En lo que a ellos respecta, podemos irnos todos al infierno mañana mismo. Así que nadie puede ganarles. Ellos no irán al Ejército, no se preocupen. Algunos lo han hecho, y se vuelven muy crueles. Por eso se los llevan, porque son horriblemente crueles, porque para ellos un árabe es un animal, un sacrilegio, debería estar muerto. Es muy fácil utilizarlos para cualquier cosa, como a los colonos.
—¿Podría explicarnos cuál es el enfoque mainstream de los israelíes sobre el antisemitismo? ¿Cómo tratan ese tema? Es una sensación extraña, pero parece como si el aumento del antisemitismo en un futuro cercano en Europa, finalmente fuese algo bueno para Israel.
—Por supuesto. Es algo muy bueno para ellos. Bueno, ellos lo propagan, lo amplifican enormemente: “Todo aquel que no es judío es antisemita. Por esa razón, no aplicamos las decisiones internacionales y la ley internacional, porque fueron creadas por no judíos que eran antisemitas”. No les importa la ley internacional.
—Es un poco raro ver a alguien como Bernard Henry-Lévy dando apoyo a manifestantes de extrema derecha en Ucrania, presentándolos como a luchadores por la libertad, al igual que en Libia.
—Son muy racistas, muy antisemitas. Israel también coopera con todo tipo de organizaciones fascistas.
—También es interesante considerar cuáles fueron las relaciones entre Israel y Sudáfrica.
—Sí, claro. Israel dio su apoyo al apartheid, completamente. Dio su apoyo a todos los regímenes tiránicos: en Sudáfrica, Sudamérica, Asia, África… El dictador ugandés Idi Amin estuvo aquí para aprender métodos de tortura y se le proporcionó todo lo que quiso. Incluso el shah de Irán, quien hizo todo lo que estaba a su alcance por Israel. Toda esa gente. Y en Sudamérica, siempre apoyaron a los tiranos. Siempre. Nunca han defendido los derechos humanos.
—Lamentablemente hay muchos estados así, no sólo Israel. Básicamente están interesados en vender armas.
—Por supuesto. Inglaterra y Estados Unidos siempre asesinan a los buenos. Incluso en Irak.
—Algunos líderes locales de la estrategia de resistencia no violenta afirman que a través de la no violencia el Ejército israelí, con toda su maquinaria armamentística, es incapaz de vencerlos.
—Los palestinos están muy esperanzados, son optimistas, positivos, resisten pese a todo. Pero el Ejército sigue oprimiéndolos: arrestan a los niños por lanzar piedras.
—¿Y qué puede hacer la comunidad internacional?
—El bds (boicot, desinversiones y sanciones), ante todo. No dejen que los políticos o los militares israelíes vayan a su país.