¿Quiénes espiaban a Santos y a las FARC?
La fiscalía colombiana descubrió en Bogotá una sala de intercepciones ilegales de correos electrónicos que tenía como objetivo sabotear el proceso de paz entre el gobierno y las FARC. También se habría espiado al presidente Juan Manuel Santos, según informó ayer el organismo. “La finalidad de esa oficina, la finalidad de las personas que están vinculadas con esa empresa criminal, era sabotear e interferir en el proceso de paz en La Habana”, dijo el fiscal general, Eduardo Montealegre.
La operación la adelantaron una veintena de agentes del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI, dependencia investigativa de la fiscalía) en dos inmuebles situados en una zona de oficinas del norte de Bogotá en la tarde del lunes, que se prolongó hasta la mañana del martes. En estos registros los agentes capturaron a un sujeto identificado como Andrés Fernando Sepúlveda al que se le imputarán cargos por los delitos de espionaje e interceptación de datos.
Además, la entidad está investigando si en esta oficina de espionaje se interceptaron correos de Santos, lo que el fiscal consideró “probable” tras encontrar las primeras evidencias de ello. Si bien el mandatario no se pronunció sobre este nuevo caso de supuesto espionaje en su contra, el ministro del Interior, Aurelio Iragorri, fue el primer funcionario del gabinete en referirse al asunto. “Estamos detrás del zar de las interceptaciones ilegales, lo que queda claro es que no es la policía ni el ejército los que estaban en ese tipo de acciones, lo importante es que se llegue al fondo de estas investigaciones, pues es algo gravísimo para la seguridad nacional”, sostuvo. El fiscal advirtió que aún está por establecer para quién trabaja Sepúlveda, que fue puesto a disposición de las autoridades y quien expresó su deseo de colaborar con la fiscalía para conseguir eventuales rebajas de su pena.
Este caso recuerda a Andrómeda, una fachada de inteligencia militar registrada por la fiscalía a principios de febrero y desde la que se espió a los negociadores del gobierno en el proceso de paz de La Habana y a periodistas que cubren estas negociaciones. Semanas después las autoridades confirmaron que al menos dos mensajes de la cuenta de correo personal de Santos habían sido interceptados por desconocidos, lo que el mandatario atribuyó a “motivaciones políticas” por su campaña para reelección en los comicios del 25 de mayo.
En su momento, el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, sostuvo que Colombia les pidió a cuatro países su colaboración para tratar de esclarecer el origen del espionaje: España, Reino Unido, Corea del Sur e Israel. La fiscalía dijo en febrero que investigaría ese caso de espionaje contra el primer mandatario. Hasta ahora no se han hecho públicos los resultados de esa investigación. No es la primera vez que se denuncia que un presidente colombiano es víctima de espionaje. En 2007 se reveló en un medio de comunicación una conversación telefónica privada del entonces presidente Alvaro Uribe (2002-2010).
Montealegre se apuró a aclarar que en este caso “no se trata de un órgano de inteligencia del Estado, que no es una oficina de inteligencia estatal, que no se trata de un organismo de fachada de la inteligencia militar o de policía o de la fuerza pública colombiana”. Señaló que la fiscalía cuenta con “datos de que fue interceptado el jefe de prensa de las FARC en La Habana, además de un correo institucional del gobierno nacional, y el de dos periodistas cubanos en La Habana que cubren el proceso de paz”.
Desde fines de 2012 el gobierno de Santos y las FARC adelantan en Cuba un proceso de paz para tratar de poner fin a casi 50 años de confrontaciones entre las partes. A raíz del primer caso de espionaje, las FARC dijeron sentir “gran desconfianza” y acusaron a la inteligencia militar de pretender afectar las conversaciones de paz, aunque decidieron seguir negociando con miras a lograr un acuerdo que ponga fin a un conflicto armado.
Pero Santos salió a hablar ayer sobre los acuerdos de paz. Afirmó que el gobierno no tiene una fecha límite para la paz, meta que según él está en juego con su reelección. Aun así, el mandatario prevé que a finales de este año se pueda lograr un acuerdo concreto con el grupo guerrillero. “No tengo fecha límite, lógicamente que las circunstancias van desgastando los procesos, la gente se va cansando y el proceso va perdiendo legitimidad, yo esperaría que este año terminemos esta negociación”, afirmó Santos.
Como una forma de responder a quienes quieren hacer fracasar los acuerdos, el presidente aseveró que existe un “buen ritmo” en el proceso de paz. “Creo que sí hay voluntad en la contraparte y tengo que reconocer que posiblemente este año al final podamos llegar a un acuerdo”, dijo, aunque advirtió que se levantaría de la mesa si comprueba que no hay voluntad de paz. Destacó varios avances y dijo que espera terminar el tercer punto de negociación de drogas y cultivos ilícitos, para dar inicio al tema de las víctimas y entrar en la recta final del controvertido proceso de paz.