El espectáculo para pedir una invasión militar

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FREDDY FERNÁNDEZ | La historia ya la tienen montada de manera muy sencilla. Es un guión emotivo, que pretende generar la simpatía y el odio de manera simultánea.

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Nosotros sabemos que se trata de la élite que siempre se ha considerado dueña de Venezuela y que lleva ya más de 14 años intentando aniquilar a la Revolución Bolivariana y eliminar su defensa de la patria y el poder popular que la caracteriza. Nunca aceptaron la visión, la entrega y el liderazgo de Hugo Chávez.

Comprendemos que ocurre en urbanizaciones medianamente privilegiadas y que motiva, en lo fundamental, a sectores profundamente tocados por prejuicios clasistas y racistas en los que los simplismos fascistas calan con mucha facilidad.

El combustible para mantenerlos activados es el miedo. Es un bombardeo constante e inclemente de rumores que hablan de represiones y futuras agresiones por parte de cuerpos policiales o de organizaciones populares.

Su violencia se alimenta con su propio terror. La adrenalina la obtienen de la confrontación directa con sus vecinos que, más allá de sus opiniones políticas, no están tan sometidos por el secuestro psicológico que imponen los rumores y reclaman por la violación de sus más sencillos derechos en las alcabalas improvisadas por los grupos violentos.

Como la represión no ocurre, escuadras de choque organizadas y entrenadas para la violencia la provocan constantemente y avanzan en una escalada que ya, en algunos casos, involucra el uso de armas de fuego contra la Guardia Nacional Bolivariana y contra efectivos de la Policía Nacional Bolivariana.

Pero la represión no aparece. No obtienen la foto que necesitan. Es así que se ven obligados a recurrir al drama de represiones ocurridas en otros países y a utilizar esas imágenes como si fueran datos de nuestra vida cotidiana.

En su movimiento de agresión y violencia, todas las víctimas las capitalizan. No importa quién y cómo caiga. Ante el mundo será un estudiante más, víctima de la represión.

Todo esto porque el guión montado cuenta otra historia, una que por sus propias necesidades narrativas debería terminar con un rescate heroico.

Bajo esta pauta, la narrativa que se transmite es la de la existencia de un villano, un tirano, una dictadura que lo controla todo, a la que se confrontan unos estudiantes que no tienen más recursos que su voz, su creatividad y sus manos. Estos son las víctimas, quienes con toda probabilidad no podrán lograr sus sueños de libertad si no aparece un héroe que los rescate de esa tiranía. Con toda seguridad, es un héroe colectivo, una nación que encarne el bien y que mande a sus soldados a proteger a los débiles.

Por esta razón nos sentimos a veces avasallados por informaciones inconexas, por datos que no se corresponden con nuestra realidad, pero que dicen ser lo que nos pasa. Es un mensaje que no está codificado para nosotros. Es una historia, un espectáculo montado para que el mundo crea que se justifica una invasión contra el pueblo venezolano.

Lo que nos piden es la pérdida de la racionalidad y que asumamos como real un espectáculo montado para que vengan las tropas del ejército norteamericano a ocupar el territorio nacional y a imponer la autoridad de Estados Unidos sobre Venezuela.

Nos pasa, como en aquel poema de Roberto Juarroz, que en el árbol de la vida quiere hacer su nido el pájaro de la muerte. Usurpan el nombre de la Patria para entregar nuestros sueños, nuestros afectos, nuestras tierras, nuestra libertad, nuestras conquistas, nuestra orgullosa soberanía e independencia a los comerciantes del imperio.