Argentina: 2013-2015… y lo que viene después
JUAN GUAHÁN| En esta semana se han profundizado las diferentes estrategias de los distintos sectores que compartieron el arco oficialista y el 54% de los votos en el 2011. Hugo Moyano y su CGT ya habían partido a rumbos indescifrables largos meses atrás. Sergio Massa ya había hecho “rancho aparte” en el mes de junio cuando anunció que iría por fuera del Frente para la Victoria (FpV) en las elecciones de agosto. En ese momento Daniel Scioli, el otro candidato para el 2015, decidió apostar a transformarse en el “heredero” del kirchnerismo y se quedó avalando al candidato de ese sector.Question Latinoamérica
Durante algunas semanas esa ilusión se mantuvo, recibió halagos de funcionarios y dirigentes kirchneristas, parecía haber sido indultado, los gobernadores oficialistas –en Corrientes- volvieron a recibirlo y festejar su vuelta al redil. La ilusión de Scioli fue grande y corta. Todos veían con buenos ojos su apoyo a Insaurralde, el candidato de Cristina. Era una posibilidad de achicar las diferencias con Massa en la gigantesca provincia que tiene que gobernar. Los datos “no positivos” de algunas encuestas, su voluntad de guardar “diferencias” y lo dicho sobre la evaluación de la influencia del tema de inseguridad en los resultados electorales, le hicieron acelerar los tiempos y –sin querer- definir los rumbos.
Aprovechando la ausencia de la Presidenta, de viaje a la reunión del G-20, Scioli apuró decisiones sobre el tema de seguridad. De hecho era un cambio de rumbo en el tema. Hasta algunos de los que aparecían como cristinistas conspicuos se confundieron. Tal es el caso del coronel médico y Secretario de Seguridad, Sergio Berni, que –inicialmente- avaló esa decisión.
Cristina, a su regreso, dio pasos cuidadosos pero claros. Desde su entorno cuestionaron lo que el gobernador estaba haciendo.
“El peronismo nunca lo votaría”, por la baja de la edad de imputabilidad, dijo Carlos Kunkel. La Presidenta hizo nuevos y fuertes anuncios en beneficio de sectores medios, como lo es duplicar el monto de facturación para los contribuyentes adheridos al monotributo, sin aumentar la cuota mensual. Hizo un guiño al sindicalismo aumentando los fondos estatales a las obras sociales sindicales. Avanzó en la política de estatización ferroviaria, incorporando las líneas Mitre y Sarmiento, dando continuidad a lo que ya se había hecho respecto al Roca, San Martín y Belgrano Sur. No se olvidó de ofrecer créditos y otros beneficios a los damnificados por los incendios en Córdoba.
El kirchnerismo cristinista procura consolidarse con medidas que respondieran a demandas populares. La inminente derrota en la Provincia de Buenos Aires sería dolorosa pero ya no le preocupaba tanto, trataría que la mayor de la responsabilidad de la misma recayera en Scioli. Procuraría recuperar votos en el resto del país. Le dio “aire” al Movimiento Evita colocando al ex canciller, Jorge Taiana, al frente de la lista de legisladores de la Capital Federal.
La estrategia de la Presidenta se va aclarando. Le está avisando a Scioli que no
cuente con su herencia, que tendrá que bancarse su candidatura presidencial sin más apoyo que sus propias fuerzas. Todo parece indicar que Cristina tiende a radicalizar su discurso y medidas procurando consolidar a sus seguidores y terminar su mandato sostenida por un “núcleo duro” con el que espera “resistir” al gobierno que le suceda. Lo mejor, para esa estrategia, es que en el sillón de Rivadavia se siente Mauricio Macri, Hermes Binner o Julio César Cleto Cobos.
La juventud es el futuro de la Patria
El título es una frase redundante e incumplida. Muchos datos de la realidad refieren del drama actual de una gran parte de esa juventud. La misma que ahora es colocada en el centro de los problemas de la llamada inseguridad. Diferentes estrategias dentro del kirchnerismo. Siria: El mundo, por ahora, respira.
Acerca del tema de la niñez, la juventud y su relación con la cuestión de la “inseguridad” la realidad cotidiana nos obliga a reflexionar sobre lo que acontece a nuestro alrededor. Una de esas reflexiones nos remite a una clave de la década de los 40 y 50 del siglo pasado cuando, en los mejores momentos del gobierno de Juan Domingo Perón, se enarbolaba la bandera de “Los únicos privilegiados son los niños”. Esa consigna quedó integrada, por el sentido común, a otra que le da título a esta nota.
Un debate instalado, al interior del kirchnerismo y de la sociedad, sobre la “inseguridad”, trae al escenario la situación de los niños y jóvenes actuales. Además esa discusión parece instalarse como una de las cuestiones centrales de la actual campaña electoral.
Franjas del kirchnerismo, particularmente el gobernador de la Provincia de Buenos Aires y buena parte de sus intendentes del conurbano, están convencidas que su magro resultado electoral tiene que ver con eso que la presenta como “inseguridad”. Es por eso que, sin atender a las cuestiones de fondo, se ha desatado una fiebre por resolver el tema de la inseguridad con mayor presencia de las fuerzas de seguridad (policías y gendarmería) y mayor severidad en las normas legales. El gobernador bonaerense, Daniel Scioli avaló al candidato Martín Insaurralde en su petición de llevar a los 14 años la edad de imputabilidad a los menores. Ante la avalancha de críticas recibidas, desde los sectores más próximos a la Presidenta que piensan más en el después del 2015 que en las elecciones de octubre, el sciolismo procura reducir esta “diversidad de opiniones” planteando que solo aspiran a debatir un Proyecto de Responsabilidad Penal Juvenil para la democracia.
Esta es una cara de lo que está pasando, pero hay otra y en ella podemos observar algunos datos más que significativos. Varios estudios fundados en los propios números del INDEC concluyen que, desde 2003 hasta el 2012, ha crecido el número de jóvenes –entre 15 y 24 años, mayoritariamente mujeres- que son “ni-ni”, es decir ni trabajan, ni estudian. Los que se encuentran en esa situación suman entre 650 y 850 mil jóvenes, una proporción que va del 12,5 al 15% de la totalidad de la franja que abarca esas edades.
Estas cifras indican que al final del 2012 había un 10% más de ni-ni que al comienzo del 2003. Por otro lado se hizo pública, durante esta semana, el reclamo –al gobierno de la provincia de Buenos Aires- de una veintena de organizaciones sociales, avaladas por representantes de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Dichas organizaciones, a través de “hogares”, “centros de día”, “casas del niño” y otros instrumentos, se dedican al cuidado de unos 150 mil niños y adolescentes, menores de 18 años, en situación de riesgo y residentes en esa jurisdicción. Reclaman, entre otras formas asistenciales para ese sector desprotegido, el pago de becas adeudadas, que oscilan entre los 300 y 900 pesos mensuales. Dirigentes de este sector sostienen que “mal puede el gobierno pretender resolver el problema de los menores que delinquen cuando está vaciando el sistema asistencial”. Otro dato que es bueno recordar es que la mayoría de los 30 mil detenidos en cárceles bonaerenses son pobres y menores de 25 años.
Lamentablemente el eje de la discusión no está instalado en torno a las formas de superar el mal endémico de una niñez y juventud sin destino, ni lugar en el mundo.
Cuando se debate si la edad de punibilidad debe ser a partir de los 14 o 16 años, sin considerar el marco anteriormente descripto, se está tomando un camino equivocado y de dolorosas consecuencias. Las recientes declaraciones de dos intendentes del Gran Buenos Aires -uno de los cuales acaba de asumir como Secretario de Seguridad de la Provincia- alardeando sobre el uso de armas de fuego es el indicio de un rumbo equivocado, que otras expresiones kirchneristas tienen razón en cuestionar. Es claro que no se resuelven los problemas de estos niños y jóvenes con aumentar la punición o perseguirlos con más policías, gendarmes o prefectos.
La provincia de Buenos Aires incrementó –en los últimos 5 años- en un 266,5% su presupuesto destinado a Seguridad. En el mismo período los Programas de Niñez y Adolescencia crecieron un 72%. Quienes así lo decidieron, más que gobernantes dotados de sabiduría, parecen irresponsables barman agitando un coctel explosivo.