Chile, un país esquizofrénico
XIMENA DE LA BARRA|A los chilenos se nos ha caracterizado en el mundo entero por haber logrado una “transición democrática ejemplar” y por haber dado el gran salto al desarrollo. Hemos sido inducidos a pensar que Chile es el país más exitoso de América Latina, donde quien no es exitoso, es por su propia culpa.
Las Instituciones Financieras Internacionales, los medios oligárquicos de comunicación y nuestros propios gobernantes, nos han promovido como la vitrina del éxito del neoliberalismo. La represión de la dictadura se constituyó en el entorno ideal para implantar el experimento neoliberal ya que nadie habría podido oponerse y vivir para explicarlo. La “Transición Democrática” fue el mecanismo elegido para profundizarlo. No solo fuimos alumnos aventajados del modelo, incluso fuimos maestros de otros países incautos que quisieron ser como como se decía que éramos nosotros.
Tenemos un Presidente que es dueño de una de las fortunas más grandes del mundo (Forbes, 2013)1. Cuando viaja al extranjero, se permite dar lecciones a personajes como Angela Merkel, sugiriéndole que lo haga como lo hace Chile. Hemos sido el primer país sudamericano incluido como país miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el club de los países más desarrollados, como premio al buen desempeño macroeconómico. Entre todos ellos (34 miembros), somos los de mayor crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en 2012 y en 2013 (asunto no tan difícil con Europa y Estados Unidos en recesión). El Banco Mundial nos ha ascendido desde la calificación de país de ingreso medio-alto a país de ingreso alto. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) nos posiciona en el nivel de Desarrollo Humano más alto de América Latina. Somos un país desarrollado. ¿Qué más podíamos pedir?
La realidad es que Chile no es un modelo para ser replicado porque no es ni democrático ni desarrollado. Es un país injusto, donde los derechohabientes han sido transformados en meros consumidores que dependen de su poder adquisitivo relativo. Es un país de trabajadores que han sido volcados al consumismo y al individualismo, agobiados y endeudados para poder cumplir a cabalidad el nuevo rol que se les ha asignado. Nuestra riqueza promedio de 21.590 dólares per cápita por paridad adquisitiva (PPA)2 (Banco Mundial, 2013)3, casi 900mil pesos mensuales, no significa nada para más del 17,5% de trabajadores asalariados que reciben el sueldo mínimo4 o menos del mínimo (6,4%), según la Encuesta Casen 2011. Tampoco tiene significado para el 90% de la población de más bajos ingresos que no se benefician del consumo barato porque solo consumen el mínimo indispensable. La ironía es que el consumo barato para los que más consumen se basa en los sueldos miserables de los que poco consumen.
Chile no es un país democrático porque está regido por una constitución ilegítima, inmoral, repudiada por todos los sectores verdaderamente democráticos. Fue impuesta en 1980, en estado de sitio, sin registros electorales, en un contexto de represión propio de la dictadura. Tan importante era para Pinochet la continuidad de esta Constitución, que su legitimización formó parte de las condiciones que impuso para permitir la Transición, y que la Concertación aceptó a espaldas del pueblo (Portales, 2000) 5.
Sin perder demasiado tiempo, los administradores de “la Transición en la medida de lo posible” también se hicieron adeptos al ideario neoliberal, a pesar de que varios de ellos habían sufrido en sus propias carnes el rigor de la Dictadura. Edgardo Boeninger, ministro del primer gobierno de la Concertación, y uno de sus principales ideólogos, afirmó que el liderazgo de la Concertación no tuvo intención alguna de cumplir con su programa de campaña (Boeninger, 1997)6. Para la Concertación, la conservación del status quo durante la Transición, les permitió transformarse no solo en “clase política” sino además en clase dominante gracias al establecimiento de una puerta giratoria entre el sector público y la gran empresa alineada con el imperialismo. Traicionaron al pueblo que depositó en ellos sus esperanzas, al subordinar su quehacer político a los intereses del gran capital y del “gran hermano” para su propia conveniencia. No en vano, Ricardo Lagos fue considerado por el empresariado “el mejor presidente de derechas de todos los tiempos” (Portales 2010)7
Somos el único país entre los que sufrieron dictaduras en el Cono Sur de América Latina, en que las fuerzas que las respaldaban han logrado reciclarse y transformarse en un partido mayoritario al retorno de la “democracia”. Han adquirido representación parlamentaria, posiciones estimables en el Estado y gran dominio en el sector privado. Aunque la Constitución contempla elecciones periódicas, lo hace con un sistema electoral binominal que al sobre representar a la segunda mayoría, garantiza la alternancia de “las dos derechas”. Además, ha posibilitado a los pinochetistas, aun cuando estuvieran en minoría, bloquear cualquier iniciativa democratizadora que pudiera haber surgido de las ONG o grupos de derechos humanos. Se ha establecido así una suerte de “democracia” del veto minoritario.
La Constitución no contempla el plebiscito como manifestación de la voluntad popular y establece quórums inalcanzables para modificarla o para aprobar las denominadas leyes orgánicas constitucionales y leyes de quórum calificado. Igualmente antidemocrático es el veto final del poderosísimo Tribunal Constitucional formado por 10 abogados designados pero que tienen más poder que cualquier representante de la ciudadanía. Se trata de una constitución especialmente diseñada para regir el destino de Chile a perpetuidad. Se conculca de esta forma el derecho a la libre determinación de los pueblos, que dice: “Todos los pueblos tienen el derecho a la libre determinación”. En virtud de este derecho, los pueblos “establecen libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural” (Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales). Cuando se ha abierto una ventana de oportunidad para obtener los quorum necesarios para aprobar cambios significativos, la Concertación, deliberadamente, no los ha aprovechado (Portales, 2009)8.
Tampoco puede ser considerado democrático, un país cuyo modelo de desarrollo distribuye tan mal los recursos.
Chile es el país más injusto del mundo: Las leyes laborales y el sistema impositivo contribuyen a una monstruosa distribución del ingreso, que resulta siendo la peor de todos los países con datos comparables. Hasta ahora el Estado hacía una medición de las desigualdades basándose en encuestas que subestiman la real concentración de los ingresos. Por lo demás, las encuestas del Estado Chileno han quedado vergonzosamente desacreditadas por graves cuestionamientos que afectaron la veracidad de los resultados de la encuesta CASEN 2011 respecto a la medición de la pobreza (CIPER, 2012)9. Tan grave fue ese hecho, que motivó a la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) a anunciar oficialmente que no continuaría colaborando con el proceso de medición oficial de la pobreza en el país (CEPAL, 2012)10. Este año se ha descubierto además, que incluso el Censo 2012 y el Índice de Precios al Consumidor estaban manipulados para servir a intereses de la clase dominante (CIPER, 2013)11.
En Chile tributa más el trabajo que el capital. Además, a las empresas adquiridas después del año 2001, no se las grava con impuesto a las ganancias del capital. El impuesto a las utilidades generadas por las empresas constituye un crédito tributario para el pago del impuesto de la renta que deben hacer los individuos naturales, propietarios (accionistas) de la empresa. Como el impuesto a la renta es más del doble que el impuesto a las utilidades de las empresas, el sistema incentiva a distribuir el mínimo posible de utilidades empresariales para evitar ese impuesto y al mismo tiempo, para incrementar el valor de mercado de las empresas. De esta forma, se beneficia a los accionistas, aumentando las ganancias de capital, que son precisamente las que no pagan impuestos.
Para obtener una medición real de las disparidades, se hizo imprescindible un cálculo basado en las principales fuentes de ingresos como son los ingresos del trabajo y las utilidades de las empresas, sean estas distribuidas o no distribuidas, utilizando las cifras del Servicio de Impuestos Internos (SII). Este estudio fue abordado por un grupo de Economistas de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile en Marzo de 2013. Los resultados son escalofriantes. Con la corrección que incluye las ganancias de capital hubo que elevar el indicador Gini12 en 6 puntos. Este pasó de ser de 0,55 a 0,63. Con esta corrección, el país resulta siendo por lejos el más concentrado entre todos los países para los cuales existen datos basados en declaraciones tributarias oficiales y estimaciones de las ganancias de capital de las que se apropian los estratos más ricos. Para empeorar las cosas, bien sabemos que son los más ricos, que no los asalariados, los que saben y pueden permitirse evadir impuestos falseando su declaración de la renta al SII.
Este estudio confirmó además que el verdadero problema de distribución del ingreso en Chile radica en el segmento de los más ricos (el 1% más rico y sobretodo en el 0,1% y 0,01% más rico) y no tanto dentro del grueso de la población donde la distribución tiende a ser relativamente pareja. “…aun en base a una estimación conservadora del ingreso de los súper ricos, su participación en el ingreso personal total es extraordinariamente alta, llegando a más de 30% para el 1% más rico, 17% para el 0,1% más rico y más de 10% para el 0,01% más rico en promedio durante el periodo 2004-2010. En términos internacionales estas son las más altas participaciones que se conocen. Aun excluyendo ganancias de capital o utilidades retenidas, la participación del 1% más rico es la más alta registrada dentro de una lista mucho más amplia de alrededor de 25 países para los cuales esto se ha medido.”
“Esto significa que “el 1% más rico de Chile recibe 2,6 veces más ingresos como proporción del ingreso total del país que lo que en promedio recibe el 1% más rico en los 7 países para los cuales existen datos que incluyen ganancias de capital para el periodo considerado. Más aún, mientras que el 0,1% más rico en Chile se lleva cuatro veces más que el promedio de la muestra de países, el 0,01% más rico se apropia de casi 6 veces (5,8) la proporción de la que se apropia, los que pertenecen al 0,01% más ricos en los otros 6 países de la muestra” (López, Figueroa y Gutiérrez, 2013)13.
Chile no es un país desarrollado: A partir de la dictadura, se abandonó la visión de largo plazo y el desarrollo endógeno, comenzando una etapa de transnacionalización del capital. Se privilegió a los sectores con ventajas comparativas en los mercados mundiales, fundamentalmente los sectores depredadores como la minería, la silvicultura y la piscicultura. El crecimiento en Chile no es sinónimo de desarrollo, porque se basa en la extracción y exportación de recursos naturales no renovables, fundamentalmente cobre sin refinar, casi sin ningún valor agregado. La industria elaboradora de materia prima que existía en Chile fue liquidada -y con ella a sus trabajadores- y sustituida por importaciones, obra y gracia de los innumerables tratados de libre comercio que se han negociado en “democracia”.
El Producto Interno Bruto (PIB) es 12 % mayor que el Producto Nacional Bruto (PNB). La diferencia es la que se remite al exterior como remesas de la inversión de capital extranjero, que también corresponde fundamentalmente al cobre. Esto ha sido posible porque a partir de 1981 la Dictadura entregó todos los nuevos minerales en propiedad a las corporaciones transnacionales, sin costo alguno, aun contraviniendo su propia flamante Constitución. El sueldo de Chile, como llamo Allende al cobre el día de su Nacionalización, ya no enriquece a los chilenos, sino a las empresas transnacionales. Somos el único país en el mundo donde existe la figura de la “Concesión Plena” de los derechos mineros, cuyo artífice, al igual que del Código Laboral que destruyo el movimiento sindical y del sistema contributivo de pensiones, el ex Ministro de la Dictadura, José Piñera, es hermano del actual Presidente.
El crecimiento del PIB no se ha traducido en un incremento de la participación de los salarios en el PIB, sino todo lo contrario, especialmente en el sector minero. Esto quiere decir que el crecimiento solo beneficia al gran capital chileno o foráneo, y no al trabajador. De haber mantenido los recursos del cobre en nuestras manos, no necesitaríamos inversión extranjera para las nuevas explotaciones, podríamos haber invertido en su industrialización, habríamos controlado la oferta mundial, y con ella el precio internacional (Caputo y Galarce, 2008)14.
Tampoco es propio del desarrollo el hecho de que Chile está al borde de constituirse en el único país del mundo con el 100% de la educación terciaria privatizada. La educación, la salud, las pensiones y otros servicios de reproducción social, en lugar de ser considerados un derecho, son vendidos por empresas con fin de lucro que exacerban las disparidades entre los chilenos. Durante más de 25 años operó en Chile el único sistema de pensiones totalmente privado del mundo. Contradictoriamente, somos el país Latinoamericano con el gasto per cápita en defensa más alto de toda la América Latina así como con la mayor incidencia del gasto en defensa en el PIB. No es desarrollado ni democrático un país que no cumple con los derechos humanos de los excluidos del sistema y que roba al pueblo mapuche su historia y su territorio al tratarlo como enemigo interno mientras los reprime y masacra amparado por la ley antiterrorista heredada de la dictadura. Por muy alto que nos califique el Índice de Desarrollo Humano del PNUD, este no ha considerado ni a las violaciones de derechos, ni a las desigualdades que hemos expuesto.
Los Chilenos hoy, sumidos en un nuevo proceso electoral, nos debatimos entre tres alternativas de voto: 1) más de lo mismo con una de las dos derechas – más transición en la medida de lo posible y más búsqueda de los consensos entre el pinochetismo civil y la Concertación que vestida con ropaje de oposición, se presenta ahora con el seudónimo de Nueva Mayoría y ofrece el “Otro” Modelo; 2) el votar por cualquiera de los grupos de oposición real al sistema, que serán perdedores pero que darán la oportunidad de marcar el voto exigiendo una Asamblea Constituyente; o 3) el sumarse a la huelga electoral aduciendo que en tanto no se cambie el sistema electoral binominal, el ejercicio del voto no resuelva nada. Las generaciones más jóvenes no muestran interés alguno por la política electoral ni por la política partidaria, aunque ejercen con fuerza, valentía y visión sistémica, la política de la calle.
Para complicar más las cosas, la necesidad de una nueva Constitución se ha instalado en la agenda política de tiros y troyanos, incluso entre los que antes la rechazaban vehementemente, como una necesidad profundamente sentida en unos y como oportunismo electoral en otros. La prueba está en la diferencia entre los métodos que se proponen para llegar a ella. Unos la plantean como asunto a resolver por el Parlamento ilegitimo, elegido con el sistema binominal, o bien por una comisión de “expertos” designada por gobernantes ilegítimos. Otros, como los estudiantes, los trabajadores subcontratados, los mapuche, los estafados y los excluidos, lo plantean como un asunto del pueblo soberano.
El peor atentado contra la dignidad del pueblo Chileno, es el de ser gobernado por un texto que emana de la dictadura de Pinochet. Cuarenta años atrás éramos reconocidos por gran parte de los pueblos del mundo como un pueblo políticamente avanzado, que supimos reconocer en Salvador Allende a un líder visionario, que impulsaba la vía democrática al socialismo. También supimos reconocer en la Unidad Popular, a la edad de oro del rol del Estado en la transformación económica y social en beneficio del pueblo y de la recuperación de la soberanía. Fue en esa época cuando se demostró que la educación pública, gratuita y universal, tal como la exigen hoy los estudiantes en las calles, no solo es posible, sino también imprescindible.
Recordar nuestra historia de luchas y conocer nuestra situación actual es fundamental para ganarle la partida a los medios de comunicación y a un Estado que fomentan una versión virtual edulcorada de la realidad. Es necesario poder distinguir entre el cambio verdadero y el cambio para que nada cambie, al que nos tienen acostumbrados. Es necesario acabar con la esquizofrenia entre lo que somos como sociedad y lo que nos quieren hacer creer que somos. Solo conociéndonos podremos unirnos para encontrar el real camino, esas grandes alamedas de nuestra emancipación.
1) Forbes, 2013. Los Billonarios en el Mundo. http://www.forbes.com/billionaires/list/#page:1_sort:0_direction:asc_search:_filter:All%20industries_filter:All%20countries_filter:All%20states
2) US$ 14,280 + un ajuste de paridad adquisitiva (con respecto de EEUU) de algo más del 50%. El economista Gabriel Palma asegura que ese 50% de ajuste fundamentalmente refleja el diferencial salarial entre ambos países, por lo que este éxito virtual, solo beneficia a la elite y no a los que venden sus servicios.
3) Banco Mundial, 2013. Informe sobre el Desarrollo Mundial 2013, Indicadores del Desarrollo Mundial. http://search.worldbank.org/data?qterm=income%20PPP&language=EN
4) 193,000 pesos. Se discute subirlo a 205,000
5) Felipe Portales, 2000. Chile: Una Democracia Tutelada
6) Boeninger, Edgardo. 1997. Democracia en Chile. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello.
7)Portales 2010.
http://www.elciudadano.cl/2010/01/06/para-mejor-resolver-o-votar-por-quien-quiera
8)Portales, 2009.
http://www.elmostrador.cl/opinion/2009/03/03/defeccion-del-liderazgo-concertacionista/
9)CIPER, 2012.
http://ciperchile.cl/2012/10/02/cepal-opta-por-desvincularse-de-las-proximas-encuestas-casen/
10) CEPAL, 2012.
http://www.eclac.cl/cgi-bin/getProd.asp?xml=/prensa/noticias/comunicados/6/47916/P47916.xml&
11)CIPER, 2013.
http://ciperchile.cl/2013/05/02/renuncia-grupo-de-asesores-de-confianza-del-ex-director-del-ine/
12) El coeficiente de Gini es una medida de la desigualdad. Mientras mayor el Coeficiente Gini, mayor es la disparidad de ingresos.
13) Ramón López, Eugenio Figueroa, Pablo Gutiérrez, 2013. La ‘Parte del León’: nuevas estimaciones de la participación de los súper ricos en El ingreso de chile. SDT 379, http://www.econ.uchile.cl/uploads/publicacion/306018fadb3ac79952bf1395a555a90a86633790.pdf
14) Orlando Caputo y Graciela Galarce, 2008. La Nacionalización del Cobre Realizada por Salvador Allende y la Desnacionalización del Cobre en Dictadura y en los Gobiernos de la Concertación.
*Arquitecto, participó en el gobierno de Salvador Allende. Ex-funcionaria de Naciones Unidas. Es docente, consultora internacional y publica sobre América Latina.