Viernes de furia en Egipto: protestas dejan 30 muertos
Al menos 30 personas murieron y cientos resultaron heridas este viernes en Egipto por la violencia desatada en el llamado viernes de furia en el que decenas de miles de islamitas repudiaron el derrocamiento de Mohamed Mursi y llamaron a mantener las movilizaciones hasta que el presidente sea reintegrado en sus funciones.
La Jornada
Pese a la violencia del viernes, los islamitas llamaron a mantener la movilización en Egipto, “hasta que el presidente sea reintegrado a sus funciones.
El partido saluda a los millones de egipcios que se movilizaron en todas las provincias de Egipto en enormes manifestaciones pacíficas para expresar su rechazo al brutal golpe de Estado militar y (su deseo de) ver el retorno del presidente Mohamed Mursi a sus funciones constitucionales, indicó el Partido Libertad y Justicia (PLJ) en un comunicado.
El PLJ es la rama política de la Hermandad Musulmana a la que pertenece Mursi, el mandatario derrocado el miércoles por el ejército.
Las protestas de los islamitas en todo el país habían sido, al principio, pacíficas. Las personas exclamaron ¡Mursi es el presidente! y manifestaron su enojo por que el primer mandatario libremente elegido en las urnas en toda la historia de Egipto fue derrocado.
La mayor manifestación se registró en la mezquita Rabia al Adawiya, en el distrito de Nasr City en la capital egipcia. Miles de personas salieron a las calles también en Luxor y Damanhur.
En Alejandría, feroces choques entre simpatizantes y detractores de Mursi dejaron 12 muertos y 200 heridos. Un funcionario del Ministerio de Salud precisó que la mayoría de las muertes se debieron a disparos de balas y perdigones.
En la localidad sureña de Asiut, una persona perdió la vida en los enfrentamientos que dejaron 19 heridos.
En El Cairo, miles de manifestantes islamitas desfilaron delante de la sede de la Guardia Republicana, situada cerca del palacio presidencial. Los manifestantes intentaron colgar en el alambre del púas que rodea al edificio una imagen de Mursi y desafiaron en dos ocasiones las advertencias de los soldados antes de que comenzaran a registrarse tiros.
Los bandos se dispararon con armas automáticas, lo que desencadenó el pánico entre la gente; muchos heridos permanecían en el suelo. Según las autoridades, cuatro personas fallecieron.
Un vocero de las fuerzas armadas dijo que las tropas abrieron fuego contra manifestantes y que los soldados utilizaron balas de salva y gases lacrimógenos.
Partidarios armados de Mursi atacaron la sede de la gobernación del Norte Sinaí en El-Arich, antes de izar su bandera. Los manifestantes armados entraron al edificio, que fue abandonado por las fuerzas de seguridad luego de los tiroteos.
El ejército egipcio anunció el estado de emergencia tras el atentado contra la sede de la gobernación.
Más temprano, cinco policías fueron muertos en el Sinaí egipcio, poco después de la muerte de un soldado en esta región inestable, fronteriza con Gaza e Israel, según fuentes de seguridad.
Hombres armados que circulaban en moto dispararon contra los policías y luego huyeron. Un puesto policial y un edificio de inteligencia militar en la ciudad de Rafá, fronteriza con la franja de Gaza, fueron atacados con cohetes, agregaron las fuentes. Las autoridades egipcias cerraron el cruce de Rafá por tiempo indeterminado.
Por la mañana, el guía general de la Hermandad Musulmana, Mohamed Badie, prometió que él y millones de simpatizantes del destituido Mursi sacrificarán su vida por nuestro presidente electo. Badie hizo la declaración ante un multitud en El Cairo.
Sacrificaremos nuestras almas por él, dijo Badie en la Plaza Rabia al-Adawiya, en Nasr City. Nosotros y estos millones permaneceremos en las plazas de todo el país para proteger a nuestro presidente electo, señaló en medio de vítores. Se informó con anterioridad que Badie había sido arrestado por las fuerzas de seguridad, entre algunos otros líderes islamitas detenidos luego de la destitución de Mursi, pero su aparición desmintió esas versiones.
El ejército protege a los matones del partido gobernante del anterior régimen y preserva la contrarrevolución, dijo Badie a los manifestantes.
El procurador general egipcio liberó este viernes a Saad Katatni, jefe del PLJ y adjunto del guía supremo de la Hermandad Musulmana, Rached Bayumi, indicó la agencia oficial Mena.
La agencia agregó que Katatni y Bayumi pasaron dos días detenidos y fueron liberados luego de que la fiscalía se aseguró de su lugar de residencia en el marco de una investigación por incitación al asesinato, luego de la muerte de ocho manifestantes que atacaron la sede de esa agrupación en Mokattam, suburbio de El Cairo, el domingo pasado.
En la noche, las fuerzas de seguridad arrestaron al influyente número dos de la Hermandad Musulmana, Jairat Chater, la más reciente medida contra esta organización religiosa, 300 de cuyos miembros tienen orden de arresto y cuyos principales líderes son acusados de incitación al asesinato de manifestantes.
A todo esto, Adly Mansur, el presidente interino designado por el ejército, anunció este viernes la disolución de la cámara alta del parlamento, dominada por los islamitas.
Mansur, quien también nombró a un nuevo jefe para los servicios de inteligencia, disolvió esta cámara, mayoritariamente favorable a Mursi, la cual ejercía la totalidad del Poder Legislativo desde la disolución de la Cámara de Diputados el año pasado.
Mursi, el primer presidente democráticamente electo en la historia de Egipto, fue depuesto el miércoles pasado en una medida que los islamitas calificaron como un golpe de Estado, lo que dio un nuevo giro a dos años tumultuosos en Egipto desde la caída de Hosni Mubarak en febrero de 2011, tras 30 años en el poder, según analistas.
Varias decenas de personas murieron el mes pasado en los disturbios, durante los cuales grandes multitudes en El Cairo y otras ciudades pedían la dimisión de Mursi, indignados por el estancamiento económico y la percepción de que la Hermandad Musulmana buscaba acaparar el poder.
De acuerdo con los expertos, el golpe de Estado en Egipto abre el camino a una delicada transición en el país árabe más poblado del mundo, que ya estuvo dirigido por el ejército durante 16 meses tras la revuelta popular contra Mubarak.
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