El asesinato del grano
ANTONIO APONTE| El evidente pacto entre la Revolución y el capitalismo, el camino desarrollado en los últimos meses, tenía que traer consecuencias políticas, no podía ser de otra manera: la cultura, la política, la espiritualidad, la organización, todo forma un solo cuerpo social cuyo centro es la relación económica.La alianza del capitalismo con la Revolución no es simplemente un hecho económico, impacta en el espíritu social, lo modifica y, más allá del deseo de los dirigentes, exige cambios en la manera de ver al mundo. Los operadores de la acción del gobierno comienzan a actuar en tono a las nuevas vibraciones que les llegan desde las instancias superiores.
El capitalismo exige cambios en lo económico y también en lo político. Ahora la marcha al Socialismo se transforma en retórica, como un vestido que se usa en determinadas ocasiones. Así, “el Socialismo es nuestra meta, pero después de una transición que durará siglos”, “todos somos iguales, pero unos más iguales que otros”. Ahora “lo que importa es proteger al capitalismo, a las inversiones extranjeras”. Ahora “habrá paz”, “los medios oligarcas no harán más escándalos, no habrá más crímenes en sus páginas”.
Quien no esté de acuerdo es un extremista execrable, un “intelectual”, las opiniones en contrario son “basura que debe salir del aire”. No debe oírse, escribirse nada disonante. Sólo son aceptadas las voces del coro.
Es así, se comienza a perseguir lo que segundones interpretan como notas discordantes: la crítica, el pensamiento insumiso. Y lo hacen de soslayo, con excusas, sin dar la cara, carecen de argumentos. Las excusas son variadas pero todas apuntan a una desvalorización de las ideas, de la teoría, del pensamiento, lo que vale es la práctica, el agite, no importa adónde conduzca, quizá, sólo quizá, con esa evasión mantengamos a la Revolución como el avestruz.
El Grano, por supuesto, es un objetivo de este torbellino: hemos sufrido un duro ataque. Veamos.
El programa de radio que por más de diez años manteníamos en la Radio Nacional, fue sacado del aire. Y lo hicieron con sutileza: “no nos dijeron perro pero nos mostraron el tramojo”. Nos cambiaron de horario, esto en el ambiente radial es un despido indirecto.
El horario, la sintonía de un programa, forma parte de su patrimonio espiritual, labrado a través de años de constancia, de trabajo amoroso, tocarlo es una puñalada en la espalda, no se debe hacer sino por causas extraordinarias.
Pero vayamos a lo más importante. Con estas actitudes, ¿qué camino transita la Revolución? Creemos firmemente que este expediente de persecución de las ideas nos lleva a la derrota. Hoy es el programa, mañana será el Grano escrito, después el capitalismo exigirá reducir el control del Estado, luego participación en el gabinete, y, finalmente, esa es su naturaleza, exigirá la Presidencia.
Nosotros en el Grano seguimos creyendo que la suerte de esta Revolución está ligada a la suerte de Maduro. Lo apoyamos con irreverencia, criticando duro, señalando los errores, apoyándolo a pesar de estos.
Nunca traicionaremos las banderas que enarbolamos hace más de medio siglo, preferimos el Silencio.
La realidad, maldición de los políticos