A calzón quitao
MARYCLÉN STELLING| Ante los inesperados y ajustados resultados electorales, es imperante para el “chavismo” enfrentar sin rodeos ni tapujos la evaluación de la situación trascendiendo la inmediatez y el simplismo analítico.La dupla Chávez-Maduro apostó al “socialismo como proyecto abierto” y presentó al electorado para el período 2013-2019 el Programa de Gobierno para la Independencia Nacional y el Socialismo, carta estratégica hacia la transición al socialismo bolivariano del siglo XXI, que habría comenzado a transitarse en el Primer Plan Socialista de la Nación Simón Bolívar.
En este segundo plan, se apuesta por “la expansión del poder popular a través de las misiones y grandes misiones socialistas y el autogobierno en poblaciones y… comunas…”, al igual que a “la radical supresión de la lógica del capital”.
El 14 de abril constató una sociedad partida en dos mitades muy parejas que se expresaron y fijaron posición ante las urnas. Es innegable el gradual crecimiento de la oposición y el descenso del chavismo, engolosinado y habituado a imponerse por importantes diferencias; caída que entendemos producto de la erosión progresiva del respaldo popular, suerte de castigo electoral observado en los últimos procesos electorales, aunado a la pérdida de la magia y al acelerado desgaste del voto emocional posterior a la muerte de Chávez.
En tan poco tiempo, ¿qué sucedió con ese capital político? ¿Por qué migraron más de 600 mil votos? ¿Se trata de un “chavismo light”, descomprometido ideológicamente que responde al mejor postor? ¿Cuánto pesó la ausencia física de Chávez y cuánto una campaña centrada en su figura y logros, en desmedro del candidato? ¿Cuánta incidencia tuvo el misticismo y la religiosidad? ¿Cómo afectaron la escasa alusión al Plan Socialista y las promesas desideologizadas? En cuanto a la gestión de gobierno, ¿cómo deslindar el voto de la inseguridad, inflación, devaluación, desabastecimiento, apagones?, puntos débiles muy castigados por el candidato opositor. ¿Resultó acertada la defensa de la gestión realizada por el candidato oficial? ¿Favoreció la pobreza del mensaje y el tono estigmatizador y descalificador del contrario?
Algunos analistas alertan sobre el peligro de que se interpreten los resultados electorales como una señal de que “hay que parar el ritmo del proceso y negociar con la oposición haciéndole concesiones”. Igualmente preocupante son las amenazas a la oposición de “profundizar la revolución”, suerte de castigo o “coco” si te portas mal.