Lo económico como campo de batalla
SIMÓN ANDRÉS ZÚÑIGA| Se abre un período donde la confrontación política tiene una expresión en una dimensión en la cual el proceso revolucionario revela una gran necesidad de debate: la política económica. Desde que se tomaron las medidas cambiarias de febrero, se han producido una serie de escritos que han circulado a través de las redes virtuales y medios escritos.
Estas reacciones críticas caracterizan una nueva etapa donde las organizaciones sociales y algunas individualidades invaden un espacio hasta ahora habitado, en forma exclusiva, por los responsables de la toma de decisiones en política económica del gobierno bolivariano. En este sentido, resulta importante el debate crítico y propositivo. Sin embargo, también es importante que esta discusión logre distinguir propuestas de política económica que sean coherentes con el pensamiento chavista revolucionario.
En el fondo, la discusión sobre “lo económico” es una discusión sobre “lo político”. Una posición en pensamiento económico y en política económica no es neutra políticamente. Es por eso que el debate se torna no solo interesante sino imprescindible para contribuir a enfrentar el ataque de la contrarrevolución y para apoyar al proceso revolucionario, no sólo con críticas sino con propuestas.
El diagnóstico sobre la situación económica:
En primer lugar, resalta un documento que está circulando entre diversos círculos, desde colectivos hasta niveles altos de Gobierno. Dos semanas antes de las elecciones se “filtra” a la prensa corporativa un documento denominado ¿Qué hacer?[i]
El diario español ABC, atribuye la autoría de dicho documento al “equipo económico de Nicolás Maduro”[ii]. Aquí en Venezuela, El Nacional y el Mundo lo utilizan para su estrategia de subversión económica-financiera. Una de la característica más resaltante del informe es que mezcla una serie de apreciaciones, con oraciones radicales de aparente perspectiva revolucionaria, pero que- en el análisis económico- están acompañadas de un marco paradigmático que va desde el monetarismo de la Escuela de Chicago, hasta una clara referencia al Consenso de Washington Ampliado.
El documento sufre el síntoma del ornitorrinco, de tal forma que en su cuerpo se combina un injerto del pensamiento económico monetarista, con el institucionalismo post neoliberal, con gran influencia de la escuela de las expectativas racionales; al mismo tiempo que hace menciones a las comunas y al cooperativismo, aliñado con un análisis macroeconómico muy convencional (propio de la banca de inversión y de las calificadoras de riesgo); una cita a la bibliografía del revisionismo del Banco Mundial a principios de siglo XXI, una alabanza desmedida al Bank of American por sus análisis acertados sobre la economía venezolana, un exceso de teoría de juegos y, finalmente, en su última versión[iii], la incorporación de menciones místicos- religiosas[iv].
¿Hay una crisis explosiva?
Esta ambigüedad está presente desde el mismo diagnóstico que lleva a calificar como “explosiva” la situación económica. Parte de un diagnóstico claramente catastrófico sobre la actual coyuntura económica. Afirma que hay una “bomba de tiempo económica”, textualmente dice: “alertamos sobre una bomba atómica económica que prácticamente ya ha estallado, debido a las políticas económicas inadecuadas de nuestro equipo económico”.
Este diagnóstico catastrófico es falso, y es precisamente el que ha tratado de posicionar la estrategia de cuarta generación que, en el campo económico, han liderado los economistas de la derecha y algunos analistas internacionales financiados por bancos de inversión y agencias de rating. Ciertamente, la economía venezolana atraviesa por problemas coyunturales y estructurales que la han acompañado desde que se inició el agotamiento del modelo de acumulación predominante hasta mediados de los años setenta. El fin del esquema cambiario, simbolizado por el viernes negro del 18 de febrero de 1983, fue sólo un síntoma de este agotamiento. A partir de ahí, se inicia de una etapa de ajustes y reajustes buscando un nuevo paradigma de política económica que acompañara a un nuevo patrón de acumulación que fuera coherente con el modelo político democrático representativo del pacto (populista) puntofijista.
Utilizando el mismo razonamiento macroeconómico que los autores entronizan, pero citando cifras que abiertamente omiten e invisibilizan, podemos resaltar que: el año 2012 cerró con un PIB creciendo en 5,6%, con una inflación menor en 7,5 puntos a la de 2011 (20.1% frente a 27,6%), con una tasa desempleo de 7,4%; destacando en el mercado laboral el predominio del empleo formal de 59,1%.
La economía venezolana recibió por ingresos externos la cifra de 97.340 millones de dólares, de los cuales 93.569 millones provienen de las exportaciones petroleras, si le restamos las importaciones que alcanzaron la cifra de 59.339 millones de dólares, ¡nos queda un saldo en la cuenta de mercancías de 38.001 millones de dólares!!!
Luego si restamos servicios, pagos de interés por la deuda externa y otros conceptos quedan 11.016 millones de dólares como superávit en cuenta corriente de la balanza de pagos. Una revisión de todas las economías de Suramérica nos mostrará que esta cifra es extraordinaria, y desde este punto de vista no hay razones objetivas de una crisis en el sector externo, ni es el síntoma de una crisis catastrófica, ni justifica una devaluación del tipo de cambio desde este punto de vista.
Entonces ¿Cuál es el problema? ¿Por qué persiste la inflación? ¿Por qué el gobierno se vio en la necesidad de devaluar, ante la presión de un ataque especulativo que llevó al precio del mercado paralelo a despegarse ampliamente? Todas estas preguntas ameritan un diagnóstico desde el pensamiento económico crítico heterodoxo. Los autores del ¿Qué hacer? optan por el canal derecho a la hora del análisis y por la exageración de la coyuntura económica. Se basan en ciertas debilidades, como el desabastecimiento, el rebrote inflacionario y el déficit fiscal para introducir los argumentos neoliberales, monetaristas y neo-institucionalistas.
Los diagnósticos catastróficos de los economistas neoliberales sueles ser la base de apoyo para justificar mecanismos como el ajuste macroeconómico, y el endeudamiento externo (recomendamos la lectura de la obra de Naomi Klein, el Capitalismo del Desastre). Mezclan verdades, limitaciones de la economía venezolana y debilidades en la política económica actual, acompañadas de un análisis fragmentario y sesgado. Así como ocurre con un médico, cuando diagnostica una enfermedad, si considera que es grave recomendará un tratamiento agresivo. El problema es que el médico, por su formación, o por su deformación, profesional, se equivoque en el diagnóstico o trabaje para el laboratorio que provea las medicinas. Así mata al enfermo, utilizando un remedio peor que la enfermedad, y la empresa que vende las medicinas se queda con el bolsillo lleno.
Una interpretación claramente monetarista de la inflación
Indudablemente, que el análisis macroeconómico es insuficiente para hacer un balance crítico de la económica venezolana, y especialmente de su actual coyuntura. Pero las visiones macroeconómicas sirven para desnudar las referencias ideológicas que acompañan el diagnóstico. En este caso, es clave detectar a qué escuela de pensamiento se amarran cuando hacen una interpretación de la inflación. Tal como frecuentan resaltar los economistas de la derecha y los medios corporativos de comunicación, ponen como causa fundamental o única de la inflación el aumento de la cantidad de dinero en la economía. A confesión de parte, relevo de pruebas. Textualmente el informe dice, luego de acusar al directorio del Banco Central de Venezuela (donde está incluido el Ministro de Planificación y Finanzas) de violar la Constitución Nacional cuando señala que ha habido un financiamiento monetario, lo siguiente:
“Esto ha generado que la liquidez monetaria ha estado creciendo en un 65% interanual, cifra astronómicamente alta, que genera mucha inflación, según una de las leyes más claras documentadas en la ciencia económica” (el subrayado es nuestro)
Podemos coincidir con que la expansión monetaria descontrolada se puede convertir en un factor propagador de la inflación, más no es la causa última. Podemos afirmar que lo monetario es una de las causas pero no la principal causa generadora. Decir como Milton Friedman que “la cantidad de dinero es siempre y en cualquier momento la única causa de la inflación” es optar por una posición política de derecha. Esta es una afirmación muy controversial, que ha sido un tema de debate entre los economistas. Pero los autores, no nos dejan lugar a dudas, porque son sinceros en confesar sus creencias al recurrir al dogma cuando afirman: “según una de las leyes más claras documentadas en la ciencia económica”.
No lo dicen pero se refiere al dogma monetarista de la inflación, al cual elevan a ley económica. De ahí que no nos sorprende que los autores sigan la ruta de los monetaristas y de los seguidores de las expectativas racionales (Robert Lucas, Tomas Sargent), al acusar a los aumentos salariales como otra de las causas fundamentales de la inflación, cito: “Si no se corrige el rumbo a tiempo, se cometen errores de incrementos desmesurados en los salarios (como ya se han anunciado), y hay una baja, perfectamente posible en los precios petroleros, vemos signos claros de una posible hiperinflación, que puede llegar a un 50% este año, con contracción de la economía y un posible estallido social”
Suena no sólo convincente esta expresión, y -de seguro- a algunos lograrán aterrorizarán. Pero lo que resalta de esta oración es la advertencia de que el aumento salarial anunciado será causante de la espiral inflacionaria por ser desmesurado. Este tipo de razonamiento es típico de los economistas neoclásicos. La culpa es de los trabajadores por querer pedir más salarios y del gobierno por ceder al reclamo populista. Es lo que nos tiene acostumbrados FEDECÁMARAS y la laboriosa Cámara de Comercio venezolana. Ciertamente, los salarios tienen un papel en la lógica de fijación de precios de los empresarios privados y tienen una incidencia en el presupuesto público importante, pero traerlos a colación como argumento para explicar la dinámica de la inflación puede interpretarse como una defensa de la visión patronal. Confío que el tufito de asesores patronales de estos economistas será percibido a kilómetros por un Presidente que fue dirigente sindical.
Otro aspecto que resalta de este razonamiento es la equivocada, por exagerada, calificación de “hiperinflación” cuando la tasa de inflación llega a 50%. Esto ha sido un calificativo señalado repetidamente por el poder mediático y por los economistas de la oposición. ¿Y es que acaso no se acuerdan de la inflación que provocó el Ministro Petkoff al aplicar las medidas que el FMI les recomendó?.
Allí la inflación superó el 100%, igual ocurrió con el ajuste de CAP cuando la tasa de inflación remontó a 89%. Hiperinflación ocurrió en Bolivia, Perú, Brasil, cuando en algunos casos llegó 2.000 ó 7.000%. ¿A quién quieren engañar?, al Presidente Maduro porque no tiene un doctorado en economía como presumen frecuentemente los autores en sus presentaciones a la sociedad. Afirmar que una inflación de 50% es una hiperinflación, es una muestra de ignorancia de la historia económica de América Latina o es un acto de terrorismo intelectual al cual nos tienen acostumbrado los economistas “decentes” formados en el molde neoclásico.
Luego hay otros argumentos que llevan a confirmar las sospechas iniciales. Como por ejemplo, la responsabilidad que le asignan al Estado. Tal vez en otra entrega le podemos dedicar tiempo a estos.
El Caballo de Troya envuelto en una frase de Lenin
Ciertamente, los economistas que están detrás de este análisis posiblemente se aprovecharon de la ingenuidad algunos radicales con buen corazón. Lo preocupante es que ante, la debilidad en el debate económico, ante la escasez de economistas con una formación critica que apoyen el proceso revolucionario, los salvadores providenciales aparecen. Pero no están solos, y no es casualidad que ofrezcan sus servicios. Detrás de esto está del Bank of American que tiene empleado a un el economista venezolano que participó en la elaboración del programa económico de Carmona y luego, del Golpe de abril de 2002, apareció asesorando al Ministerio de Planificación junto con un economista jefe, en ese tiempo, de Venacham (de la Cámara Venezolana Estadounidense).
Este economista, de inteligencia indiscutible, ha formado equipo, junto con Moisés Naim, de un frente de ataque intelectual al proceso bolivariano desde Estados Unidos. Estuvo hace unos meses en Venezuela, como funcionario del Bank of American entrevistándose con diversos grupos económicos, gubernamentales y políticos. Es muy amigo del principal redactor del documento. Logró sustraer información altamente estratégica y restringida para la soberanía del Estado Venezolano. Para esta tarea de espionaje tuvo que contar con esmerados colaboradores dentro del BCV, de PDVSA y del mismo Ministerio de Finanzas. Esto significa que detrás de esta iniciativa, puede estar Ricardo Hausmman (que forma parte del grupo neoinstitucionalista de Harvard). Y por supuesto está el Banco Mundial, el FMI, las calificadoras de riesgo y el capital financiero internacional y local; esperando que la economía venezolana sea obligada a pedir sus desinteresadas ayudas. Esperando que sus puntos de apoyo infiltrados dentro del Estado Venezolano griten histéricamente: ¡hay que recurrir a los mercados internacionales!
En sus análisis, los economistas neoclásicos no solo dicen mentiras: ciertamente utilizan en sus diagnósticos datos y hechos que objetivamente representan debilidades. De hecho, hay críticas y recomendaciones del documento que deben ser discutidas. Lo que caracteriza a estos especialistas es que encajonan sus análisis en el pensamiento hegemónico pro-capitalista, lo cual es totalmente incoherente con la transición al socialismo, aunque es coherente con la llamada “izquierda progresista”. Esto a pesar de utilizar un lenguaje que aparenta ser revolucionario y alternativo. Efectivamente, el documento se extiende en defensa de la economía social, de las fábricas socialistas y en las comunas. Los párrafos de las primeras páginas, demuestran que este aparente radicalismo, es la piel de cordero que esconde al lobo, es el Caballo de Troya que atrapa a buenos corazones.
Lo cierto es que, si el equipo económico del gobierno no adopta cuanto antes una estrategia económica, y un programa económico, de carácter integral. Lamentablemente, por la vía de los hechos y de la inercia, le estaremos dando la razón a estos resucitados.
Los colectivos populares y las organizaciones políticas vinculadas al proceso revolucionario tienen el deber de involucrarse en la discusión sobre la política económica. De no ser así, es posible que el proceso chavista sea inoculado por el virus neoliberal.
Notas
[i] Ver documento que inicialmente publicó el diario ABC de España: http://www.abc.es/gestordocumental/uploads/Internacional/Borrador_Equipo-Ec_Maduro.pdf
[ii] Diario ABC: http://www.abc.es/internacional/20130410/abci-maduro-admite-colapso-economico-201304091944.html
[iii] Está circulando una tercera versión, donde los redactores reconocen que “Este documento fue elaborado para la consideración del Presidente Nicolás Maduro y su equipo de gobierno, así como de la más alta dirigencia política de la revolución bolivariana.”
[iv] En la última versión del documento se cierra con la siguiente oración profética: “!Todo tendrá un desenlace feliz! ¡Amén!, que en realidad significa “así será”, pues es lo que queremos hacer; es la firme decisión, tanto de los venezolanos, imprescindiblemente unidos todos en una misma Buena Voluntad, como la de Dios, Quien nos quiere ayudar en esta difícil coyuntura aparentemente aciaga. Así, como queremos hacerlo, nuestra fé nos conducirá inexorablemente al desenlace: nuestra fe unida así lo decreta. ¡Que Así Sea!”
*Economista venezolano, miembro de la Sociedad de Economía Política Radical (SER)