Sorpresa: Renuncia Ratzinger y el nuevo Papa se elegirá en Pascua

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INFORME Q| El pontífice alemán Joseph Ratzinger, de 85 años anunció hoy lunes que dimitiría a fines de mes porque su avanzada edad le impide seguir cumpliendo con las exigencias de su cargo. La decisión dejó perplejos a los funcionarios de la Iglesia y a los católicos del mundo.Benedict XVIBenedicto XVI disfrutó de una relativa buena salud durante la mayor parte de su vida, pero la primera señal de deterioro se produjo en octubre del 2011, cuando comenzó a utilizar una plataforma con ruedas para moverse en el pasillo principal de la Basílica de San Pedro.

En un libro publicado en el 2010, dijo que no dudaría en convertirse en el primer pontífice en renunciar por voluntad propia en más de 700 años si sentía que ya no era capaz “física, sicológica y espiritualmente” de gobernar a la Iglesia católica.

El Papa Benedicto XVI no tiene una enfermedad en particular y su decisión de renunciar fue tomada sin presiones, dijo el lunes el portavoz del Vaticano, tras el sorprendente anuncio de que el Sumo Pontífice dimitirá a fin de mes.

El padre Federico Lombardi dijo que la decisión del Papa, de 85 años, no estaba relacionada con una enfermedad, sino con el progresivo deterioro de su fortaleza, que es normal en una persona de su edad.

Dijo que el nuevo Papa será elegido en cónclave a más tardar para Pascua. “En Pascua deberíamos tener un nuevo Papa, esa es la previsión que podemos hacer ahora”, señaló.

Benedicto XVI se mudará a un monasterio dentro del Vaticano. Antes de que pueda mudarse allí deberán realizarse sin embargo algunas reformas. Allí, Joseph Ratzinger llevará una vida de retiro y meditación. Durante el período de transición vivirá en Castel Gandolfo, cerca de Roma, la residencia de verano de los pontífices, agregó Lombardi.

Fue elogiado por conservadores por intentar reafirmar el tradicionalismo de la identidad católica, pero los liberales lo acusaron de querer revertir reformas al interior de la Iglesia y de perjudicar los diálogos con comunidades musulmanas, judías y cristianas.

Con el fin del pontificado de Benedicto XVI, el 28 de febrero a las 20:00 horas comienza la “sede vacante”. El cónclave que debe elegir a un nuevo papa será convocado en marzo. Si el próximo cónclave realmente le diera el turno a Latinoamérica, los principales candidatos de la región parecen ser Odilo Scherer, arzobispo de la enorme diócesis de Sao Paulo, o el ítalo-argentino Leonardo Sandri, que ahora dirige el departamento vaticano de las Iglesias Orientales.

Antes de ser elegido Papa, el ex cardenal Joseph Ratzinger era vaticano cardenalesconocido como el rottweiler de Dios por sus severas posturas sobre asuntos teológicos. Al ser electo Papa, sus primeras palabras fueron: “solo soy un simple trabajador en la viña del Señor”. Poco después reveló que durante la votación rogaba a Dios no salir electo.

Los abusos sexuales por parte de sacerdotes a niños afectaron profundamente buena parte de su pontificado. Ordenó una investigación oficial sobre casos en Irlanda que llevó a la renuncia de varios obispos, y Dublín cerró su embajada en la Santa Sede en el 2011.

Víctimas demandaron que fuera investigado por la Corte Penal vaticano cardenalesInternacional, pero el Vaticano dijo que el líder católico no podía ser considerado responsable por los crímenes de otros.

El escándalo a partir de una fuente mucho más cercana se produjo en el 2012, cuando el mayordomo papal fue hallado culpable por filtrar documentos que denunciaban actos de corrupción en los asuntos del Vaticano, lo que generó irritación a nivel global.

Además:
Los movimientos ultracatólicos ganan la partida

MIGUEL MORA (El País)| Benedicto XVI se retira a la clausura antes de ser devorado por sus enemigos. Que sea el primer caso en 600 años dice mucho sobre el nivel moral con el que ha convivido.

El papado de Joseph Ratzinger pasará a la historia por sus intentos -tardíos pero sinceros- de limpiar la imagen de la Curia y de la Iglesia, mancillada por los miles de casos de abusos a menores ocurridos en los últimos 50 años en instituciones y colegios católicos de medio mundo, y por la sistemática tarea de ocultación que emprendió la jerarquía durante el reinado de su antecesor, Juan Pablo II.

Es verdad que Ratzinger fue el brazo teológico de Wojtyla en la Congregación para la Doctrina de la Fe, pero mientras el Papa estuvo vivo la consigna fue tapar y proteger a las ovejas descarriadas, y sobre todos ellos al líder de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, elevado al altar de asesor principal de Wojtyla e inmune a toda condena pese a la tímida oposición de Benedicto XVI, que solo pudo poner orden cuando llegó al trono de San Pedro y que finalmente puso bajo tutela al movimiento entero.

El ortodoxo cardenal alemán de alma tridentina ha sido durante su mandato un Papa solo, intelectual, débil y arrepentido por los pecados, la suciedad y los delitos -él empleó estas dos palabras por primera vez- de la Iglesia, y rodeado de lobos ávidos de riqueza, poder e inmunidad. La Curia forjada en tiempos de Wojtyla era una reunión atrabiliaria de lo peor de cada diócesis, desde evasores fiscales hasta pederastas, pasando por contrarrevolucionarios latinoamericanos y por integristas de la peor especie. Esa Curia digna de El Padrino III siempre vio con malos ojos los intentos de Ratzinger de hacer una limpieza a fondo, mientras los movimientos más pujantes y rentables, como los Legionarios, el Opus Dei y Comunión y Liberación, torpedeaban a conciencia cualquier atisbo de regeneración

La Vaticalia eterna, esa espesa gelatina formada por cardenales y civiles que confunden los intereses de Italia y los del Vaticano y hacen negocios cruzados en los dos Estados mientras deciden las cosas importantes, se ha empleado a fondo en estos siete años para mantener sus privilegios e impedir al mismo tiempo la renovación de la Curia y la modernización de Italia, especialmente en dos sectores, las finanzas y la información, los imperios donde más poder e intereses tienen el Opus Dei y Comunión y Liberación, los movimientos ultracatólicos que más medraron, junto a los Legionarios, durante el largo papado de Wojtyla.

Así, los asuntos turbios y los escándalos han sido moneda corriente, y a vuela pluma se pueden citar varios que demuestran cómo el poder vaticaliano en la sombra, aliado de hierro de ese gran pecador llamado Silvio Berlusconi y dirigido y protegido por su mano diestra, el andreottiano Gianni Letta, ha desafiado de forma reiterada la autoridad y las invocaciones a la honradez del Papa. El falso papel que acusó de homosexualidad a Dino Boffo, director de Avvenire, para forzar su dimisión; los manejos que acabaron con el cese fulminante del presidente del banco vaticano, el Instituto para las Obras de Religión (IOR); el ascenso de Angelo Scola, único cardenal de Comunión y Liberación, al arzobispado de Milán para sustituir al progresista Tettamanzi y preparar el relevo de Ratzinger; el caso nunca aclarado del mayordomo, cabeza de turco de un más que probable espionaje sistemático al Papa; y el escándalo de la Protección Civil que salpicó a un gentilhombre y a media administración berlusconiana son solo algunos ejemplos de esa comunión de intereses entre la política italiana y la curia vaticana.

El papado de Ratzinger, en ese sentido, ha sido un rotundo fracaso: pese a las críticas, su honestidad intelectual es indiscutible, pero al final ha estado muy por encima de los resultados obtenidos. Los lobos han ganado la partida, pero su renuncia, meditada para evitar un segundo calvario en directo como el vivido con la interminable agonía de Wojtyla, sitúa a Joseph Ratzinger como un pastor derrotado y coherente que, harto de luchar, se retira a la clausura antes de ser devorado por los buitres. Que sea el primer caso en 600 años dice mucho sobre el nivel de la iniquidad con el que ha convivido. Que no se haya filtrado la noticia lo dice todo sobre su soledad.