Principio de mundo
LUIS BRITTO GARCÍA | Sobrevivimos al Fin del Mundo anunciado por agoreros, brujos, predicadores y farsantes, que sólo saben destruir. Hoy es el Primer Día del Principio del Mundo. Un mundo que se estrena no debería ser un infierno para sus habitantes.
¿Vale la pena continuar con un sistema en el cual, según The Limits to Growth, la mayoría de los recursos estarán agotados a mediados de siglo?
Para principiar bien debemos reducir la destrucción, el despilfarro y el derroche, y dejar un planeta viable a las generaciones futuras.
No tiene sentido estrenar un mundo donde todo lo necesario para vivir sea ajeno. En el que empieza los recursos naturales deben ser de propiedad social, para que sobrevivamos todos.
Es inútil un planeta contaminado. Hay que dejar de envenenarlo con gases de invernadero, residuos tóxicos e inundaciones de basura y frenar el calentamiento global que cambia el clima y desata tormentas e inundaciones.
¿Debemos tolerar un mundo en el cual 925 millones de personas perecen bajo la dictadura del hambre? ¿Permitir que una docena de transnacionales y 36 filiales dominen el 95% de la producción alimenticia y su mercadeo en Estados Unidos, Europa, el Commonwealth y Latinoamérica, y que de sus cosechas dependan cinco mil millones de personas? (Jerónimo Guerra: “La escasez y el desabastecimiento como armas de destrucción masiva”; Rebelión, 24-02-2008). ¿Tolerar que depriman la producción de alimentos presionando para la eliminación de políticas proteccionistas y subsidios, la suspensión de financiamientos y grandes proyectos agrícolas, el dumping y el dominio sobre semillas y fertilizantes? ¿Aceptar que impongan el monocultivo, el latifundio, la diseminación de transgénicos incontrolables, la expulsión masiva de campesinos y la producción de alimentos para la exportación y la especulación, y no para satisfacer las necesidades del país productor?
¿Tiene sentido un mundo ajeno en el cual 10% de la población posee el 71% de la riqueza, lo cual significa que el 90% de los humanos sólo posee entre 29% y cero? ¿Reviste lógica que en Estados Unidos el 20% de la población sea propietaria del 89% de la riqueza, mientras que la mayoría asalariada del 80% que la produce sólo recibe el 11%? ¿Tiene sentido una economía especulativa ficticia que supera ochenta veces la real, y cuyo colapso deben pagar los que nada tienen con impuestos, empréstitos e inflación?
¿Sirve de algo que tengamos todavía un mundo, si dedicamos nuestros esfuerzos a destruirlo? ¿Toleraremos que anualmente se gasten 1.464 millones de millones de dólares en armamentos para matarnos, y que sólo Estados Unidos invierta el 42% de esa suma? ¿Es tolerable que los destinos de dos centenares de países dependan de sólo cinco estados que integran el Consejo de Defensa de la ONU, y que casualmente son los mayores fabricantes y traficantes de armas?
¿Puede comenzar un mundo en el que a través de las patentes estén privatizados el saber, las medicinas, la fórmula genética de los seres vivientes y hasta de los seres humanos?
Arranque magnífico sería utilizar las computadoras para hacer en casa todo el trabajo de manejo de información que se realiza en las ciudades, y así evitar el cotidiano traslado de millones de automóviles de la periferia al centro y viceversa, que contamina la atmósfera, agota los hidrocarburos, convierte las urbes en infiernos y sus periferias en laberintos.
Si vamos a comenzar bien un mundo debemos usar prensa, radio y televisión para educar a la humanidad y no para vender banalidades, objetos inútiles y técnicas de robo, asesinato y genocidio.
Nadie sabe cuánto durará el mundo. La esperanza promedio de vida de sus habitantes es de 47 años. Si en vez de utilizar la ciencia para acaparar y para matarnos la aplicáramos a la preservación de la vida, podríamos durar el doble, y el mundo indefinidamente.