Repasando el 2012
JUAN GUAHÁN| En este último comentario de este 2012 es bueno echar una mirada al sentido de las cosas que nos pasaron, como argentinos, como hermanos de Nuestra América y como ciudadanos del mundo. No pretende ser un balance integral, sino una simple y somera mirada sobre el rumbo de los principales acontecimientos.
Una visión global nos indica que –a nivel mundial- no fueron muchos, ni profundos, los cambios acontecidos en este año. Esto -en otras circunstancias- podría ser bueno. En las actuales, atravesadas por una persistente crisis mundial, no es lo mejor, sobre todo si tenemos en cuenta la necesidad de rápidas y profundas transformaciones que permitan salir de esta situación y reorientar los rumbos futuros.
Europa sigue estando al tope de los problemas, con Grecia, España e Italia, como sus abanderados. Por cierto que no le faltan escoltas, en este sentido Francia les pisa los talones, a pesar de la existencia de un nuevo gobierno, con socialistas que cambian muy poco para que no cambie nada. Con ello el liderazgo de Alemania se fortalece y debilita al mismo tiempo. Crece porque Francia, su socio natural, está con pocas fuerzas. Es más débil porque quiera o no, debe cargar con el riesgo que un hundimiento de Europa tampoco la favorece.
Por si esto fuera poco, crecen los intentos de mayor autonomía e independencia. Esto acontece no solo en Irlanda y los países vascos, también en Escocia. Se suman a esta oleada, catalanes, gallegos y corsos, también los habitantes de Flandes (parte de Bélgica). Mientras, por un lado se va resquebrajando la vieja Unión Europea, emerge la posibilidad -a largo plazo- de un nuevo diseño europeo, donde adquieran un mayor peso la historia de sus pueblos, en desmedro de la configuración de sus actuales estados.
Estados Unidos, centro militar y económico del actual poder mundial, flota en medio de una situación donde -por momentos- parece emerger, para volver a navegar en aguas turbulentas. La renovación del mandato a Barack Obama es una prueba que el sistema de poder prefiere que un “simpático negrito, medio musulmán” siga poniendo la cara hasta que soplen mejores vientos.
China, el nuevo gran poder mundial, eligió una nueva dirección estatal y partidaria que difiere en poco y nada con la anterior. Esto le permite seguir con fuerza en un doble camino: Por un lado, continuar desplegándose por lo que era el Tercer Mundo. Sus avances e inversiones en África y América del Sur, son la prueba de ello. Por el otro ahondar en una práctica capitalista, con poderosa presencia estatal, todo bajo el mando de un partido único, comunista. Bajo esas condiciones sigue ampliando su mercado interno y penetrando en otros mercados aprovechando los “beneficios” de una mano de obra extremadamente barata.
Rusia, bajo la férrea conducción de Vladímir Putin y el auxilio de Dmitri Medvédev, parece haber encontrado una síntesis que la aproxime a los largos períodos de gobierno de los zares primero, y del Partido Comunista, después. Ahora procura, de la mano de sus riquezas energéticas y del poder militar heredado de la Unión Soviética, recuperar parte del protagonismo perdido en la década de los 90.
En Medio Oriente, el conflicto no cesa. Hay varios factores superpuestos, entre ellos se destacan las luchas por el petróleo o sus rutas de tránsito y una general remodelación de la región, en medio de un auge del islamismo. El riesgo mayor es que estamos hablando del polvorín del mundo. El objetivo imperial es Irán. Libia y Siria son batallas buscando ese interés. Israel acecha, ataca Gaza y avisa que puede lanzar otros ataques preventivos. Mientras Egipto cruje, Palestina busca su lugar en el mundo.
El continente africano no puede aprovechar todas las actuales ventajas para los países productores de materias primas dado su escasa fuerza para defender los precios de las mismas. La baja especialización de sus recursos humanos y el escaso desarrollo de su infraestructura tampoco le permiten absorber la instalación de plantas fabriles de origen capitalista. En este marco las inversiones Chinas son el principal protagonista.
Los países del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) son los protagonistas emergentes de la actual situación mundial y piden su lugar en todas las instancias (políticas, económicas, culturales, sociales y deportivas) de la vida internacional.
En América del Sur , se registra -detrás del grupo de países integrantes del BRIC- el mayor crecimiento económico mundial en estos últimos años. Para evaluarlo hay que tener presente que la crisis mundial tiene, entre otros componentes, dos elementos básicos: Las recurrentes crisis capitalistas de superproducción y las cada vez mayores dificultades de acceder a los recursos naturales o bienes comunes necesarios para mantener el actual nivel de producción y desarrollo. Justamente nuestros países son, en términos generales, grandes reservas y productores de este último tipo de bienes. Este hecho, unido a cierto desarrollo de su mercado interno, los ha terminado beneficiando en las actuales circunstancias. Si tomamos los últimos 5 años nuestra región ha tenido un crecimiento promedio que ronda el 5% anual. Este año la zona registrará un crecimiento algo menor. Con Brasil y Argentina con el índice más bajo, un 1,5%
Es bueno tener presente que estas “ventajas” son circunstanciales y no aseguran que las mismas se mantengan por largo tiempo. La continuidad de las actuales políticas llevará a una devastación de bienes comunes, los recursos naturales, con lo cual –a mediano plazo- habremos perdido nuestras mayores riquezas, sin haber construido alternativas sustentables en el largo plazo.
Dentro de la región se han ido consolidando dos grandes alineamientos geo estratégicos. El de los países del Atlántico, más Ecuador y Bolivia, encabezados por Brasil y el área del Pacífico, más vinculados a las políticas estadounidenses, con Colombia, Chile y Perú. Con Paraguay, por ahora separado de los funcionamientos regionales, después del “golpe legal” contra Fernando Lugo.
Una esperanza son los Diálogos de Paz entre la guerrilla y el gobierno colombiano; un alerta es la salud de Hugo Chávez, el caudillo bolivariano.