Brasil: La disputa de 2026 será entre la democracia y el golpe de Estado
La tribuna fundamentalista-religiosa en la Avenida Paulista, donde desfilaron gobernadores y políticos de derecha y ultraderecha el 6 de abril ùltimo, muestra que en las elecciones de 2026 la verdadera disputa será entre la democracia y el golpe.
El gobernador Ronaldo Caiado dejó claro que “no hay división” en el campo antidemocrático integrado por amplios sectores de la derecha y los grupos de extrema derecha del expresidente Jair Bolsonaro y del Lava Jato. Estarán unidos en las elecciones de 2026 para luchar en el campo democrático liderado por Lula.
Los oradores fueron monótonos. En sus discursos mostraron una cohesión total en sus ataques al Supremo Tribuan Federal y a la democracia. Pretenden una ruptura institucional. Silas Malafaia, patrocinador del evento con dinero recaudado entre los “fieles”, calificó a los generales del Alto Mando del Ejército como “una banda de débiles, una banda de cobardes, una panda de negligentes”, porque no habían llevado a cabo el golpe.
“No honran el uniforme que visten”, dijo el charlatán, entre aplausos de sus cómplices en la tarima, todos nostálgicos de la dictadura militar y que ya le han ensillado el caballo a otro capitán del Ejército para 2026. Los criminales que intentaron realizar el golpe de Estado recibieron defensa incondicional de los dirigentes radicalizados.
En sus discursos, los extremistas propagaron la versión delirante de que el 8 de enero de 2023 fue un picnic dominical para ancianas, con la Biblia bajo el brazo y niñas inocentes con ,lápiz labial en las manos paseando por la Praça dos Três Poderes.
La Fiscalía General de la Nación destacó que los ultraderechistas civiles y militares “integraron de manera libre, consciente y voluntaria una organización criminal constituida desde al menos el 29 de junio de 2021 y operando hasta el 8 de enero de 2023, con uso de armas”. La denuncia de la PGR describe que esta “organización criminal armada utilizó violencia y graves amenazas con el objetivo de impedir el normal funcionamiento de los Poderes de la República y derrocar a un gobierno legítimamente electo”.
No existen argumentos serios y aceptables que puedan borrar las imágenes grabadas del 8 de enero. Las horrorosas escenas de la horda fascista destruyendo las sedes de los tres poderes de la República quedarán inmortalizadas en la historia de Brasil. No serán argumentos falaces y mentirosos producidos por burbujas extremistas en las redes sociales los que podrán minimizar la importancia de esos acontecimientos. Las imágenes son elocuentes y definitivas.
La investigación de la PF y la denuncia presentada ante el STF por la PGR son piezas exquisitas de altísimo valor técnico-jurídico. No dejan lugar a dudas sobre la gravedad del proceso orquestado por Bolsonaro y los militares para aplastar nuestra democracia y perpetrar el golpe de Estado. Defender, por tanto, la supuesta amnistía a los criminales del 8 de enero significa, en realidad, dejar impunes a los cabecillas de la organización criminal armada.
La amnistía no es un mero acto político o ideológico, porque es una posición contra la democracia; Es un movimiento que atenta contra la Constitución.
Los extremistas no se rindieron.”Ellos todavía están aquí”; y siguen decididos a tomar el poder estatal para destruir la democracia desde dentro. En las elecciones de 2026, estarán unidos en torno a Tarcísio de Freitas, un capitán del Ejército pro-Bolsonaro con una falsa apariencia de moderado –simplemente porque usa cuchillo y tenedor para comer–, elogiado por los grandes medios de comunicación y abrazado por Faria Lima y las oligarquías dominantes.
En 2026, Brasil no estará ante ninguna “elección muy difícil”: la disputa será entre democracia o golpe de Estado; Entre la democracia o el colapso institucional.
*Miembro del Instituto de Debates, Estudios y Alternativas de Porto Alegre (Idea), fue coordinador ejecutivo del V Foro Social Mundial. Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)