Los doce en el patíbulo en la lucha contra VHI
Eduardo Camin
A pesar de los avances en la reducción de las infecciones por el VIH y las muertes infantiles relacionadas con el sida, un nuevo informe publicado hoy por la Alianza Mundial para Acabar con el Sida entre los Niños para 2030 muestra que existe una necesidad urgente de ampliar los servicios relacionados con el VIH en los países más afectados por la pandemia para acabar con el sida para 2030.
La Alianza fue lanzada en 2022 por la OMS, UNICEF y ONUSIDA para reactivar la agenda pediátrica contra el VIH. Ahora ha crecido y, además de las agencias de Naciones Unidas, la alianza incluye movimientos de la sociedad civil, incluida la Red Mundial de Personas que Viven con el VIH, gobiernos nacionales de los países más afectados y socios internacionales, incluidos el PEPFAR y el Fondo Mundial. Doce países son miembros: Angola, Camerún, Costa de Marfil, Kenia, Mozambique, Nigeria, Sudáfrica, Uganda, República Democrática del Congo, Zambia, Uganda y Zimbabwe.
El informe, titulado Convertir la visión en realidad, muestra que los programas dirigidos a la transmisión vertical del VIH han evitado cuatro millones de infecciones entre los niños de 0 a 14 años desde el año 2000. A nivel mundial, las nuevas infecciones por el VIH entre niños de 0 a 14 años han disminuido en un 38% desde 2015 y las muertes relacionadas con el sida han disminuido en un 43%.
Entre los doce países de la Alianza Mundial, varios han logrado una alta cobertura de tratamiento antirretroviral a lo largo de la vida entre las mujeres embarazadas y lactantes que viven con el VIH, con Uganda acercándose al 100%, la República Unida de Tanzanía al 98% y Sudáfrica al 97%. Mozambique alcanzó una cobertura del 90%, Zambia del 90%, Angola del 89%, Kenia del 89%, Zimbabwe del 88% y Costa de Marfil del 84%.
«Aplaudo los progresos realizados por muchos países en la puesta en marcha de servicios relacionados con el VIH para mantener la salud de las mujeres jóvenes y proteger a los bebés y los niños del VIH», afirmó la directora ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima.
«Con los medicamentos y la ciencia disponibles hoy en día, podemos garantizar que todos los bebés nazcan y permanezcan libres del VIH, y que todos los niños que viven con el VIH reciban y continúen con el tratamiento. Pero al mismo tiempo se señala que los servicios de tratamiento y prevención deben ampliarse de inmediato para garantizar que lleguen a todos los niños del planeta. (…), añadio.
Byanyima advirtió que «No podemos dormirnos en los laureles. La muerte de un niño por una causa relacionada con el SIDA no es sólo una tragedia, sino también un escándalo. De donde yo vengo, todos los niños son nuestros hijos. El mundo puede y debe cumplir su promesa de poner fin al sida entre los niños para 2030.Los países de la Alianza Mundial están innovando para superar los obstáculos y acelerar el progreso hacia la erradicación del SIDA entre los niños».
Sin embargo, a pesar de los progresos realizados, ni el mundo ni los países de la Alianza Mundial están actualmente en vías de cumplir los compromisos en materia de VIH para los niños y adolescentes, y el ritmo de los progresos en la prevención de nuevas infecciones por el VIH y muertes relacionadas con el SIDA entre los niños se ha ralentizado en los últimos años.
«Acelerar la prestación y el uso de los servicios relacionados con el VIH para niños y adolescentes es una obligación moral y una opción política», indicó el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la Organización Mundial de la Salud.
«Doce países están demostrando que han tomado esta decisión, pero aún quedan importantes desafíos. Si bien hemos avanzado en la mejora del acceso de las mujeres embarazadas a las pruebas y al tratamiento para prevenir la transmisión vertical del VIH, todavía estamos lejos de cerrar la brecha del tratamiento pediátrico. Debemos fortalecer aún más la colaboración y el alcance de la Alianza Global, y debemos hacer este trabajo con determinación, determinación y solidaridad con todas las madres, niños y adolescentes afectados», añadió.
En 2023, unos 120.000 niños de 0 a 14 años se infectaron con el VIH, incluidos unos 77.000 en los países de la Alianza Mundial. El número de muertes relacionadas con el SIDA entre los niños de 0 a 14 años asciende a 76.000 en todo el mundo, y los países de la Alianza Mundial representan 49.000 de estas muertes innecesarias. Las tasas de transmisión vertical siguen siendo extremadamente altas en algunas localidades, especialmente en África occidental y central, con tasas superiores al 20% en países como Nigeria y la República Democrática del Congo.
«En la lucha contra el VIH, tenemos que hacer mucho mejor por los niños», dijo Peter Sands, Director Ejecutivo del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, que financia programas de VIH en más de 100 países a través de un modelo de asociación liderado por los países.
«En apoyo a los programas nacionales, hemos comprado los últimos regímenes pediátricos basados en dolutegravir a precios negociados. Nuestras inversiones en sistemas de laboratorio garantizan que los lactantes expuestos se sometan rápidamente a pruebas y que los que dan positivo reciban oportunamente la terapia antirretroviral adecuada a su edad. Los enfoques diferenciados de la detección y el tratamiento ayudan a cerrar las brechas diagnósticas y garantizan una prestación de servicios más centrada en el niño», añadió.
Se amplía la brecha de tratamiento
entre adultos y niños
«Solo el 57% de los niños que viven con el VIH reciben un tratamiento que les salva la vida, en comparación con el 77% de los adultos», dijo Anurita Bains, Directora Adjunta de UNICEF para el VIH/SIDA. «Sin pruebas y tratamiento tempranos y eficaces, el VIH sigue siendo una amenaza persistente para la salud y el bienestar de los niños y adolescentes y los pone en riesgo de muerte. Para cerrar la brecha de tratamiento, debemos apoyar a los gobiernos para que amplíen los enfoques innovadores de pruebas y garanticen que los niños y adolescentes que viven con el VIH reciban el tratamiento y el apoyo que necesitan», añadió.
En 2023, se produjeron 210.000 nuevas infecciones en todo el mundo entre mujeres jóvenes y niñas de 15 a 24 años (130.000 en los países de la Alianza Mundial), cuatro veces más que el objetivo de 50.000 para 2025. La prevención de nuevas infecciones en este grupo de edad es esencial, tanto para proteger la salud y el bienestar de las mujeres jóvenes como para reducir el riesgo de nuevas infecciones en los niños.
Las desigualdades de género y las violaciones de los derechos humanos aumentan la vulnerabilidad de las mujeres al VIH y reducen su capacidad para acceder a servicios esenciales. A nivel mundial, casi una de cada tres mujeres ha sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida, y las adolescentes y las jóvenes se han visto afectadas de manera desproporcionada por la violencia de pareja.
En los cuatro países de la Alianza Mundial para los que se dispone de datos, no se está en vías de alcanzar el objetivo de que menos del 10% de las mujeres, los grupos de población clave y las personas que viven con el VIH se enfrenten a desigualdades de género y violencia de género para 2025.
«Es notable cuántas vidas más se pueden salvar cuando todas las partes interesadas y los socios se unen para comprometerse a poner fin al sida en los niños. Si bien se ha avanzado mucho, incluso a través de la introducción exitosa del dolutegravir pediátrico, siguen existiendo brechas significativas en la cascada pediátrica y debemos volver a comprometernos con la determinación y la innovación para cumplir las promesas que hicimos para 2025 y más allá», dijo el Embajador John N. Nkengasong, Coordinador Mundial del SIDA y Representante Especial de los Estados Unidos para la Diplomacia Mundial en 2025..
Algunas reflexiones
No debemos olvidar que tal vez la nuestra es la primera generación de la historia que posee los conocimientos y los recursos necesarios para mejorar sobremanera la salud de toda la humanidad. Pese a ello, cientos de millones de vidas siguen oscurecidas en las tinieblas de la malnutrición, que constituye más de la mitad de los casos de mortalidad infantil, una proporción que no tiene precedentes en la historia de la humanidad desde la época de la peste negra.
Familias, en la miseria, están librando una vasta e invisible batalla contra la enfermedad, el agua contaminada, el saneamiento deficiente, la ignorancia, la desnutrición. ¿Cómo podemos entonces seguir sorprendiéndonos de que en este combate desigual pierdan la vida cada año más de seis millones de niños antes de los 5 años debido a su situación de extrema pobreza? Los informes de Unicef además nos señala que 289.000 mujeres fallecen todos los años durante el parto y 58 millones de niños y niñas no están matriculados en la escuela primaria.
Cerca de 12 millones de niños menores de cinco años y millones más pierdan su potencial físico e intelectual. Más de 6 millones, o el 55 % perecen por causas relacionadas directa o indirectamente de la desnutrición.
La desnutrición y las reiteradas enfermedades que la acompañan producen un sopor letal que puede impedir que un niño de corta edad reciba la atención que merece. Están son perdidas previsibles cuyas soluciones son conocidas, si se logran establecer y revitalizar los servicios sociales básicos que permitan concertar alianzas con las comunidades pobres. Cuando hay tiempo para ofrecer el estímulo y el aprendizaje precoz, éstos redundan después en mayores logros escolares, y cuando hay acceso al agua no contaminada y a los sistemas adecuados de saneamiento, así como escuelas primarias acogedoras para los niños se procuran los factores que permiten iniciar la vida con un buen pie.
Hay muchas razones por las que los países no respetan los derechos humanos más básicos de los niños. En algunos casos la guerra ha destruido la infraestructura, la economía y las comunidades, en otras enfermedades que continua a propagarse activamente erosionando todas las estructuras sociales que ya eran frágiles. En muchos países la corrupción vacía las arcas públicas y en otras la espiral de la deuda perpetúa una sobrecarga en los presupuestos ya endebles y redunda en un desastre para los niños.
Entre alianzas, agendas y compromisos el hombre sigue siendo bastante contradictorio, y enredados en sus dudas ganan apenas pequeñas batallas … pero nunca la guerra. El tema no es menor, al considerar que hay una prolongación de aquel incipiente virus de los años ochenta, a la madurez presente. Una madurez que se ha prolongado enormemente.
Mientras tanto se puede continuar blindando fronteras , endureciendo las legislaciones contra la inmigración; se podrá continuar sin aplicar las Convenciones Internacionales, postergando y sacrificando el principio de los «derechos para todos los niños»… pero a pesar de esta profunda inmoralidad, de las democracias civilizadas, los niños continúan muriendo silenciosamente en una patera o en las empobrecidas aldeas del planeta lejos de la mirada y la conciencia del mundo desarrollado ..
Apenas se les oye …apenas se les ve, invisibles en la vida ..pero visibles en las estadísticas de la muerte.. Muchas, demasiadas tal vez son las injusticias de la absurdidad que gobierna esta emergencia silenciosa…
En las fronteras del futuro/ hay un control estricto/ solo son admitidos/ los sobrevivientes, decía el escritor uruguayo Mario Benedetti
*Periodista uruguayo residente en Ginebra, ex miembro de la Asociación de Corresponsales de Prensa de Naciones Unidas en Ginebra. Analista Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)