Cepal: Una mirada al futuro desde los Objetivos de Desarrollo del Milenio

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A dos semanas de que los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas aprueben en Nueva York la agenda 2030 de desarrollo sostenible, la CEPAL concluye en un análisis que América Latina y el Caribe cumplió varias metas clave de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y, si bien estos tuvieron limitaciones en su formulación, sus resultados son el punto de partida para abordar los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible, con un carácter más ambicioso, integral y universal.

Prólogo de Alicia Bárcena

Han transcurrido los 15 años fijados originalmente como plazo para cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Es tiempo de hacer un balance del progreso de las metas establecidas en la Cumbre del Milenio de 2000 de las Naciones Unidas. Los ocho Objetivos formulados tenían la finalidad de sintetizar los principales compromisos emanados de las grandes conferencias y cumbres de desarrollo que se llevaron a cabo en la llamada década normativa.

América Latina y el Caribe se fue apropiando de estos Objetivos a distintas velocidades a partir de entonces. Los organismos de las Naciones Unidas, incluida la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), emprendieron la tarea de apoyar a los países en su implementación y seguimiento. Los Objetivos tuvieron éxito comunicacional a nivel mundial, regional y nacional, pues lograron visibilizar algunas de las brechas cuantitativas. También se fijaron plazos de cumplimiento al 2015, con una línea de base concreta establecida en 1990.

Quedaron fuera, sin embargo, problemas muy relevantes, como por ejemplo la desigualdad, que tiene una importancia capital para América Latina y el Caribe, por tratarse de la región más desigual del orbe.

Los ODM tuvieron un carácter limitado, al estar dirigidos principalmente a los países en desarrollo, con la excepción del octavo Objetivo, que abordaba el papel de la comunidad internacional para apoyar a los países menos avanzados. En ese sentido, los ODM fueron un punto de partida importante, especialmente para identificar los temas de pobreza, hambre y necesidades básicas insatisfechas, como educación, salud, agua, vivienda y hábitat. También proporcionaron una mirada específica sobre el problema de las mujeres y las brechas de equidad de género y abordaron, aunque con grandes limitaciones, las cuestiones ambientales, laborales y energéticas, entre otras.

La comunidad internacional y, en particular, los países en desarrollo pronto plantearon la necesidad de enfocar la problemática del desarrollo con una mirada mucho más universal e integral, más allá de la mera cooperación.

En el documento final de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20), “El Futuro que Queremos”1, se reconoció la necesidad de construir una agenda para el desarrollo después de 2015 a partir de un proceso más participativo, interdisciplinario y sistémico, que lograra abordar el desarrollo como un derecho, con la dignidad y la igualdad en el centro y la erradicación total de la pobreza extrema como su foco principal.

Los Estados Miembros de las Naciones Unidas acordaron iniciar un proceso de negociación para debatir y llegar a consensos universales respecto a lo que dieron en llamar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En septiembre de 2015, los Jefes de Estado y de Gobierno deberán adoptar formalmente esta Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que contiene los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y directrices relevantes sobre sus modos de implementación.

La nueva Agenda requiere una decidida acción colectiva en la provisión de bienes públicos globales y universales, así como el avance en temas esenciales para el desarrollo, como la seguridad alimentaria, la seguridad climática, el empleo decente, el acceso a la energía sostenible y el cierre de asimetrías tecnológicas, comerciales y financieras, entre otros.

Esto exigirá formular e implementar políticas públicas activas de tipo económico, social y ambiental, con una mirada muy cercana a la tradición de la CEPAL, que consiste en el abordaje estructuralista del desarrollo con un horizonte de igualdad y la política como instrumento. De esta forma, además, se cierra de una vez por todas el ciclo de hegemonía ortodoxa, que favorecía el retiro del Estado para enfrentar los dilemas públicos con soluciones de mercado, y se abre el camino a la redefinición de una nueva ecuación, más democrática, entre el Estado, el mercado y la ciudadanía.

Hoy convergen el punto de llegada de los ODM y el punto de partida de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Gracias a la experiencia adquirida, la nueva Agenda tiene un carácter universal y no prescriptivo. Tras una participación más amplia de todos los actores relevantes, la Agenda propone compromisos que atañen a la estructura del funcionamiento del conjunto de nuestras sociedades y transformaciones que habiliten la emergencia de un mundo más próspero, sostenible e igualitario. Se trata de una mirada que suma, enriquece y construye sobre lo ya logrado.

En este documento, se presenta un panorama de lo avanzado en relación con los ODM, con el propósito de que sirva de punto de partida a una reflexión mucho más analítica de cara al año 2030.

Para disponernos a este nuevo recorrido, debemos reconocer las luces y sombras de nuestros pasos previos, reconocer los significativos progresos alcanzados, interrogarnos por las insuficiencias que nos siguen lastrando, consolidar la experiencia de paulatina apropiación y adecuación a las realidades nacionales que experimentaron los ODM para abreviar y hacer más eficaz la inminente adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y templar la voluntad política que nos permita, como región, emprender esfuerzos colectivos a largo plazo.

Para responder a la convocatoria a la acción que entraña la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y mirar al futuro, es necesario disponer de los datos e indicadores que describan los logros y desafíos pendientes de América Latina y el Caribe respecto a los ODM. Ese es precisamente el propósito que la CEPAL se ha impuesto en la presente publicación: mirar al año 2030 desde la perspectiva de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

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