2024: ¿misión imposible para la oposición venezolana?

Falta mucho, o poco, según quien lo mire, pero los días van pasando y la oposición venezolana parece encaminarse indefectiblemente, y a su pesar, a las elecciones de 2024 como único medio para desalojar al presidente Nicolás Maduro del Palacio de Miraflores. El estado actual de la oposición pone esa opción demasiado cuesta arriba. Mientras tanto, se terminó de desactivar la presión en el continente sobre el gobierno de Venezuela.

(Xinhua)

Marcos Salgado |

Después del estrepitoso fracaso de la estrategia golpista de los halcones de Donald Trump para ahogar “en tres meses” al gobierno de Nicolás Maduro la oposición venezolana no da señales de vida. 2024, la fecha según calendario electoral para las presidenciales en Venezuela está lejos, pero no tanto si se tiene en cuenta la ciclópea tarea que la oposición venezolana tiene por delante: repolarizar a los suyos tras una candidatura única. Si no, hoy parece muy difícil que puedan vencer a un candidato del oficialismo. (¿El mismo presidente Maduro?)

Es que los tiempos de la política en Venezuela los pone el gobierno, eso quedó claro luego del agitado 2019, donde en tropel se sucedió la autojuramentación de Juan Guaidó, el intento de irrupción desde Colombia, y un intento de golpe de Estado, con puesta en escena frente a una base militar en Caracas, todos con Guaidó como protagonista.

Desde aquel momento comenzó un declive sin pausa de la figura del “autoproclamado” con momento cúlmine en la salida de Donald Trump de la Casa Blanca. Un ocaso que fue leído convenientemente por los países que se sumaron a la estrategia destituyente, especialmente varios de América Latina, lo que derivó (con algunos cambios de gobierno mediante) en la muerte por inanición del Grupo de Lima y ahora en la convocatoria del presidente argentino y pro témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), Alberto Fernández, quien tras un encuentro con el presidente ecuatoriano Guillermo Lasso (aliado “ejemplar” de los Estados Unidos, según lo definen públicamente en Washington), pidió incorporar a Venezuela a la región y adelantó que retomará un “vínculo diplomático pleno” con Caracas.

La respuesta de Venezuela al anuncio de Fernández fue de bajo perfil, solo se pronunciaron a favor voceros de terceras líneas y no del Palacio de Miraflores. El que sí respondió rápido para oponerse, desde su escenario habitual para la política, la red Twitter, fue Juan Guaidó, quien enfatizó que la situación no mejora en Venezuela tal como Fernández señala.

En la misma línea salieron los medios cartelizados del continente, pero amagues tímidos, concentrados como están en azuzar el demonio Putin en Ucrania.

Más allá de los resultados concretos que el llamado de Alberto Fernández pueda acercar en los próximos meses, quedó clara la evidente falta de interés que hay en la región en seguir con la presión sobre Caracas. Así, de no mediar una movida fuerte de la administración Biden atada a la reconfiguración mundial que supone la crisis en Ucrania, las miradas deberían posarse dentro de Venezuela, y en 2024.

Guaidó ¿candidato?

Lo primero que tiene que hacer la oposición, está claro, es encontrar una figura candidateable. Es difícil, en una oposición que pasó demasiadas veces de ese ejercicio saludable de disputar elecciones, ocupada como estaba en asaltar el poder como sea y rápido. Un candidato o candidata, más que un instrumento electoral o consigna es lo que parece necesitar una oposición que demasiadas veces engañó a los suyos con espejitos de colores.

Por ahora solo aparecen, tímidamente, algunos instrumentos, como “Salvemos Venezuela”, una especie de movimiento que tiene a Guaidó como personaje importante, y que hasta ahora no conmueve. Por ejemplo, en Twitter solo tiene 1655 seguidores, aunque la cuenta se creó en enero de este año. No postulamos aquí que la política se mida en redes sociales, ni mucho menos, pero tan exiguo interés dentro de un sector que suele estructurarse en redes, es al menos una señal de desgano. Tampoco logran movilizar en la vida real.

¿Será “Salvemos Venezuela” un experimento en ese sentido? Puede ser, o no. Las esmirriadas convocatorias iniciales de este grupo no ayudan. Pero en la medida que la oposición no cambie de paradigma y se enfoque en la construcción de una alternativa, está claro que Miraflores seguirá siendo misión imposible, y mucho más en el demasiado cercano 2024.