Los planes con Guyana

Eleazar Díaz Rangel -Últimas Noticias

Cuando la Guayana británica o inglesa dejó de ser colonia, y en aplicación de una resolución de las Naciones Unidas se transformó en una república independiente, hubo un cambio en la política exterior venezolana y en sus límites orientales. Dejó de tener a la Guayana Inglesa entre sus limites, ahora sería la República de Guyana, con la cual se establecieron relaciones, aunque aprobado el Tratado de Ginebra en 1966, cuando se fijaron los linderos, Venezuela dejó constancia de sus reservas por cuanto en el Territorio Esequibo había importantes porciones que eran venezolanas.

Históricamente, como está ampliamente demostrado, y lo establece en su artículo 5º la Constitución de 1830, separada de la Gran Colombia: “El Territorio de Venezuela comprende todo lo que antes de la transformación política de 1810 se denominaba Capitanía general de Venezuela”. En ese territorio está todo lo correspondiente al Esequibo. En la Constitución de 1811 se enumeran las provincias, y entre ellas se incluyen las de Maracaibo, Coro y Guayana, con el Esequibo, pese a que estaban controladas por los españoles.

Etnias Indegenas en la Guayana Esequiba Zona en Reclamación
Etnias Indegenas en la Guayana Esequiba Zona en Reclamación

A partir de 1966, durante los primeros decenios, las relaciones fueron bastante normales. No hubo ningún interés por acercamiento ni por abrir negociaciones sobre las zonas en disputa y llegó un momento durante el gobierno del doctor Raúl Leoni cuando se acordó congelar todo tipo de intercambios o negociaciones durante doce años, lo que no negaba el interés de transnacionales petroleras por conseguir concesiones para explorar zonas en reclamación, ni los derechos de Venezuela sobre ese territorio.

Hubo, sin embargo, un hecho perturbador cuando terminaba el período de Leoni, y es que desde el Gobierno venezolano se estimuló un alzamiento de amerindios, habitantes del Esequibo, que supuestamente querían pertenecer a Venezuela. El ex ministro Leandro Mora y el prófugo López Sisco estuvieron bien enterados de ese episodio.

Pero el hecho más revelador de la presencia de intereses foráneos fue la visita que en 2010 hizo David Goldwin, coordinador de Asuntos Energéticos Internacionales del Departamento de Estado. Entonces trascendió que Guyana aparecía en un programa titulado “Iniciativa para la gestión y capacitación energética”. Darío Mortandy, embajador de Venezuela en Guyana (2007-2012), opinó recientemente que este es un plan de las empresas transnacionales, con influencia en el Departamento de Estado, que “pone nuevamente en peligro nuestra salida al Atlántico”.

El caso es que a partir de ese año hubo una gradual penetración estadounidense en Guyana y su actual gobierno, presidido por David Granger, se ha convertido en un instrumento de las petroleras, concretamente de la ExxonMobil, que recibió concesiones en zonas en reclamación y se ha convertido en un sólido punto de apoyo del gobierno guyanés. El presidente Maduro denunció, incluso, que había financiado su campaña electoral, lo que no tendría nada de raro.

Si algo en realidad ha amenazado la política exterior de Estados Unidos han sido los cambios habidos en los países de América Latina, hoy cada vez más independientes, y la creación de organismos como Alba, Petrocaribe, Unasur y Celac, el fortalecimiento de Mercosur y Caricom y el debilitamiento de la OEA. Todo ello ha sido posible gracias a la política exterior del presidente Chávez, y Washington no podía soportarlo. Derrotas como las infligidas en la OEA y en la cumbre de Panamá no pueden repetirse, debe pensar la Casa Blanca.

Como estas políticas y reacciones no son nada casuales, recuérdense los esfuerzos de EEUU por acabar con Petrocaribe, los reunió en la Vicepresidencia, en Washington, pero no pudieron convencerlos con sus propuestas sustitutivas. Fracasados en ese intento, a pocas horas de la Cumbre de Panamá, el propio Barack Obama viajó a Jamaica y se reunió con todo el Caricom y nuevamente fallaron los intentos contra Petrocaribe, como se demostró en Panamá.

De tener éxito habrían sido dos golpes, contra Petrocaribe y contra Caricom, en tanto afectaría su unidad y su estructura internas y sus política alineadas con la Celac, y en general con América Latina. Con el nuevo gobierno guyanés se han acercado a esos objetivos, aunque la declaración de Caricom sobre el diferendo, planteado enérgicamente por Granger, fue redactada en un tono conciliador, nada agresivo contra Venezuela.

Los propósitos del Departamento de Estado están bastante claros, tienen en la ExxonMobil y en el gobierno de Guyana fieles instrumentos. Por esa vía debilitan a Caricom y creen llegar hasta Petrocaribe. Corresponde a Venezuela una política explicativa en América Latina, de demanda en la ONU del nombramiento del buen oficiante, persistir en las negociaciones tal como está contemplado en el Tratado de Ginebra y, simultáneamente, explicar cómo está siendo violado por el Gobierno guyanés y la petrolera, y acentuar la defensa de sus derechos. No es tarea nada fácil cuando conocemos la posición de los más poderosos medios en el mundo.