¿Justicia transaccional?
MARYCLÉN STGELLING| Sin duda la noticia de la semana la constituyó el anuncio efectuado por el presidente Hugo Chávez en torno a los cambios a la Ley del Trabajo Social, instrumento que contendrá el nuevo régimen de prestaciones sociales.
Al abrigo de “Es justicia”, el Presidente definió la ley como un “un sistema más justo para los trabajadores y trabajadoras” con quienes aseguró se mantienen deudas históricas. Y, ante el peso económico que generará esta necesidad que calificó de justicia social, propuso lanzar un Petrobono y planteó, además, la creación de un Fondo de Inversión para las cuentas de participación que convertirán al trabajador en “protagonista en los negocios de la Faja.”
Felicitamos una medida que una vez más deslinda y desliga la justicia y la definición de lo justo de las leyes del mercado.
Curiosamente en ciertos medios de comunicación social la noticia fue opacada por el plagio de un ciudadano venezolano, el pelotero grandes ligas, Wilson Ramos, quien mereció la preocupación del Departamento de Estado.
Curiosamente algunas importantes críticas surgidas del propio seno del proceso, alertaron sobre una suerte de privatización de la propiedad de toda la sociedad. Y en ese sentido advirtieron en torno a un posible retroceso hacia el capitalismo.
Por nuestra parte nos preocupa, ante el peso condicionante de las próximas elecciones presidenciales, que se esté imponiendo gradualmente un liderazgo transaccional. Aquel cuya esencia es el intercambio que tiene lugar en una atmósfera de mercado, en la que prevalece la negociación pragmática. Aquel que está regulado por un conjunto de expectativas mutuas que, en el contexto actual, definen la relación transaccional entre gobierno y electorado. Aquel que acude al refuerzo contingente y proporciona recompensas o promesas de recompensas, como parte de un intercambio que asegura la consecución de determinados objetivos electorales.
Suerte de presentismo que se distancia del liderazgo transformacional, visionario e inspirador, motivador y orientado hacia valores profundos.
De allí nuestra preocupación inicial. ¿Se estará imponiendo un tipo de justicia transaccional, propia de una atmósfera de mercado y de negociación electoral?