Teruggi: Mapa de la derrota de la derecha/ Bossi: La derecha venezolana y el macrismo
Mapa de la derrota de la derecha venezolana
Marco Teruggi|
A esta hora la derecha debía estar, según sus cálculos, en una posición de fuerza totalmente diferente. O sentada en el Palacio de Miraflores, o en el despliegue de un gobierno paralelo combinado con movilizaciones de masas y acciones violentas, incluidas militares. Se había planteado la apuesta a todo o nada/ahora o nunca, y hoy se encuentra en una disputa interna para ver cómo seguir, y no terminar peor que al iniciar la escalada de los cien días.
Pasó lo que les suele pasar: se equivocaron en sus análisis.
Sobrestimaron la fuerza propia, subestimaron al chavismo, leyeron de manera errada el estado de ánimo de las masas, calcularon mal las coordenadas del campo de batalla. Y en las batallas las responsabilidades son colectivas pero diferenciadas: el peso mayor recae sobre los generales -así lo enseña, entre otros, el libro La extraña derrota, de Marc Bloch-. Porque hubo una derrota, táctica en el marco de un equilibrio inestable prolongado, pero derrota al fin, y eso trae cambios, facturas, desbandadas y cambios de posiciones.
¿Por qué evaluaron de manera equivocada las condiciones para la toma del poder de manera violenta? Se combinan varios elementos. En primer lugar, la posición de clase de la dirigencia. La dirección del movimiento estuvo y está en manos de hombres y mujeres de la burguesía, la oligarquía, cuadros en su mayoría de clase media-alta, formados en esa política e imaginario. Sería falso decir que no han desarrollado estructuras en algunas zonas populares, pero no parecen de dirección, y son minoritarias. A ese elemento se suma otro, agravante para sus cálculos: una parte de su dirección, tanto venezolana como norteamericana, se encuentra en el extranjero, en particular en Estados Unidos.
Esas lecturas, marcadas por una distancia de clase y de país, se ensancharon por el efecto boomerang de una sus fuerzas: las redes sociales. Asumieron que la dinámica expresada en las redes era representativa del estado de ánimo de las mayorías. Pensaron que la capacidad desplegada -con millones de dólares- en twitter, facebook, instagram, youtube, era la que realmente existía, que la radicalidad allí expresada era la radicalidad popular real.
De esa manera creyeron que el gobierno estaba a un empujón de caer, que su respaldo popular era minoritario y contralascuerdas, que las masas descontentas acompañarían su llamado a la calle para sacar al “régimen”, y que su propia fuerza tenía capacidad de desplegarse hasta alcanzar la masividad policlasista y nacional necesaria. Esa combinación de elementos iba a tener a su vez incidencia sobre factores políticos e institucionales del chavismo, que, al ver el ascenso irrefrenable de las masas en su pedido de elecciones generales, se iban a cambiar de bando. Solo sucedió con la Fiscal General y algunos dirigentes intermedios puntuales -y no fue por las masas sino por cálculo y compra política-. Lo más importante en ese plan era la Fuerza Armada Nacional Bolivariana: no se quebró.
Esos cálculos condujeron a sostener la hipótesis de la salida violenta durante más de cien días. Con puntos clave como el anuncio de que sería elegido el próximo presidente en elecciones primarias. Lo había proclamado Ramos Allup, el primero en decir luego que participará en las elecciones regionales. Entre un anuncio y el otro pasaron quince días, y en el medio una fecha clave: la victoria electoral del 30 de julio, con más de 8 millones de votos en contra de la violencia opositora y en respaldo a una solución democrática en manos del chavismo. La derecha desconoció públicamente los resultados, pero su impacto fue innegable, abrió un reacomodo de posiciones y cambio de táctica en desarrollo.
Las conclusiones fueron la inversión de sus premisas: el chavismo no estaba nocau y dio una lección histórica, los sectores populares miraron en su mayoría desde lejos a la dirigencia opositora y rechazaron la violencia, la fuerza propia -compuesta por su base social ampliada, los grupos de choques, y sectores paramilitares- no alcanzó a quebrar el cuadro de empate. Tomar el poder por la fuerza es insostenible con esas coordenadas. Cayeron entonces uno tras otro en el anuncio esperado: la participación en las elecciones bajo el ordenamiento del mismo poder electoral que acusan de ilegal, ilegítimo y fraudulento. Freddy Guevara, de Voluntad Popular, ya anunció que el “camino es electoral”.
Algunos todavía no se han pronunciado, producto de desacuerdos, incapacidad para una disputa electoral -como María Corina Machado-, tensión con una base social defraudada a la cual le prometieron un poder inminente para anunciarle cien días después una vía electoral, y crisis interna. Estos meses de escalada reconfiguraron el mapa interno de la derecha, que parece compuesta por tres sectores, que, aunque sostienen posiciones diferentes -por pragmatismo o convicción-, no parecen tener fronteras tan claras.
El primero está conformado por los partidos de derecha más históricos, como Acción Democrática presidido por Ramos Allup, que, aunque acompañó la escalada de violencia, su apuesta reside y residió en la estrategia del desgaste del gobierno -en particular por el efecto de los ataques económicos- para acumular en votos el descontento popular, y apostar a victorias electorales.
El segundo está dirigido, por ejemplo, por Voluntad Popular y Primero Justicia -cuyos dirigentes están inhabilitados para presentarse como candidatos- y fue quien apostó a la salida por la fuerza, trabajó en la conformación/financiamiento/entrenamiento de grupos de choque, y se vinculó de manera directa con sectores paramilitares.
El tercer grupo es el que se ha autodenominado “resistencia” y se ha multiplicado en varios nombres según las zonas del país. El discurso es el del rechazo a la traición de los dirigentes que aceptaron ir a las elecciones, la necesidad de escalar en la confrontación callejera, y la reivindicación de las acciones de violencia -como los ataques el día de las elecciones-. Sus espacios comunicacionales son centralmente las redes sociales y Miami. Resulta difícil saber si se trata de un proceso de relativa espontaneidad, o la “resistencia” fue creada para desplegar acciones planificadas, por ejemplo, por el segundo sector, bajo otra identidad. ¿Cuánto son, quiénes dirigen? Según algunas propias declaraciones maiameras, son grupos dispersos que no tienen centro de mando.
Desde ese análisis se puede entender por ejemplo la acción del domingo en Fuerte Paramacay. No se trata, como los ataques a cuarteles durante los meses de mayo/junio/julio, de medidas en el marco de una escalada que busca acorralar, de ofensiva. Pareciera más bien un intento de mantener medidas de alto impacto -con fuerte repercusión internacional- junto con la preparación de los grupos más radicales. La autoría del hecho debería buscarse en el tercer sector -que parece vinculado, por debajo de la mesa, al segundo, y a dirigentes de la derecha como el senador norteamericano Marco Rubio-. Seguramente intenten más acciones como esta, o mayores. Hay síntomas de desesperación, y eso puede traer violencia y apuestas más radicales.
A este cuadro deben agregarse las dos principales líneas de fuerza de la derecha: la económica y el frente internacional. En el primer caso se ha visto como luego del 30 de julio se produjo un ataque frontal contra la moneda al aumentar vertiginosamente el dólar paralelo. El objetivo es disparar los precios, desgastar a la población, distanciarla de esa manera del gobierno, agravar el cuadro de dificultad material, intentar asfixiar los cotidianos de las clases populares. En cuanto a lo internacional, la escalada sigue dirigida desde los Estados Unidos, con apoyo central desde Colombia y los gobiernos subordinados de la región.
El resultado es que la derecha ha vuelto a depender de dos estrategias que expresan su incapacidad. Una es golpear a la población para llevarla al desespero e intentar traducir esa situación en votos. La otra es pedir la intervención norteamericana, disfrazada de la forma que sea necesaria. Esa realidad es muestra de debilidad y no de fuerza.
La elección del 30 de julio fue una victoria táctica del chavismo. Esa nueva situación dentro del equilibrio inestable trajo efectos dentro de una derecha que volvió a equivocarse furiosamente en su análisis del campo de batalla. Esa ventaja chavista debe ser traducida en acciones urgentes. La principal, además de la justicia, es la económica, y, se sabe, la economía es concentración de política. Ahí parece estar el desafío central de la revolución.
Fuente: http://www.latabla.com/analisis-mapa-de-la-derrota-de-la-derecha-en-venezuela/
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La derecha venezolana y el macrismo
Fernando Bossi|
El 22 de noviembre de hace dos años, Mauricio Macri se consagraba presidente al ganarle en segunda vuelta al candidato oficialista Daniel Sciolli. En el bunker del neoliberal partido Propuesta Republicana (PRO), el júbilo se desbordaba, sus simpatizantes estaban eufóricos. Entre ellos, dos venezolanos, Lilian Tintori y Carlos Vecchio, festejaban como si se hubieran ganado la lotería. Una, es la esposa del dirigenteLeopoldo López, el otro, el excoordinador nacional de la fascista organización Voluntad Popular, quien hasta el momento sigueprófugo de la justicia.
Para la derecha venezolana el triunfo de Macri representó un estímulo importante en pos de sus proyectos contrarrevolucionarios. Todavía más cuando poco menos de un mes después, se alzó con la mayoría de diputados a la Asamblea Nacional, derrotando al chavismo en casi todo el país. Promediando el 2016 otro neoliberal, Pedro Pablo Kuczynski ganaba en Perú la presidencia y apenas dos meses después se daba la infame destitución de Dilma Rousseff en Brasil, instalando al usurpador Michel Temer en la primera magistratura. Estos acontecimientos abrían la posibilidad para la derecha venezolana de instalar centros de conspiraciónen cualquiera de estos países amigos del gobierno estadounidense, además de su cuartel general instalado en Miami. Para las clases dominantes venezolanas, Macri y sus “Chicago boys” son, sin lugar a dudas, sus preferidos.
Desde el primer momento que Macri asumió el gobierno se pronunció categóricamente contra la Venezuela bolivariana. Nada novedoso presentó en su discurso antivenezolano, siguió al pie de la letra lo dictado por el Pentágono y se posicionó como uno de los presidentes más serviles a los designios imperialistas, compitiendo así con Peña Nieto, Temer, Kuczynski y Santos. La oposición venezolana se enamoró de él y él de la oposición venezolana.
De allí en más, el empresario-presidente argentino ha colaborado abiertamente con la contrarrevolución venezolana y ha seleccionado a operadores dentro de sus filas para facilitar la campaña internacional contra el Presidente Maduro y su gobierno. Entre esos operadores se destaca principalmente al diputado macrista Waldo Wolff.
Según informe del sociólogo Jorge Elbaum, este diputado del PRO aparece vinculado al empresario venezolano Eduardo José Esquivel Ortega, propietario de Massparking, una empresa con sede en Panamá involucrada en los llamados “Panamá Papers”. Wolff figura allí, nada más ni nada menos que como tesorero. A su vez la empresa maneja un emprendimiento denominado “Simulador Indoor Golf Center”, en el tercer subsuelo del Hotel Panamericano de la capital panameña,donde, según diferentes fuentes, asisten los más conspicuos representantes y operadores de la oposición derechista venezolana.
Waldo Wolff fue vicepresidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) y como tal, vocero de los intereses sionistas en Argentina, de allí su relación estrecha con el gobierno de Israel y con el lobby sionista estadounidense American Israel Public Affairs Committee (AIPAC), uno de los grupos de poder más influyente en el país imperialista.Dos de los más notorios miembros, Paul Singer y Sheldon Adelson, milmillonarios estadounidenses, fueron integrantes de los “fondos buitres”, que pretendieron llevar al default al gobierno de los Kirchner en Argentina y que terminaron cobrando, gracias a Mauricio Macri,impresionantes sumas con intereses usurarios en perjuicio del país.
Estos vínculos de Wolff lo hicieron participar, el 6 de marzo de 2016, en el vigésimo primer encuentro de parlamentarios judíos de América Latina y el Caribe que se desarrolló en Miami organizado por la Fundación Alianza por Israel (IAF). En ese encuentro, como representante por Venezuela, participó Julio Borges, con el fin de testimoniar sobre la “dictadura bolivariana” y solicitar apoyos de todo tipo.
En esta confluencia de fuerzas entre sionismo, imperialismo yanqui y oposición venezolana, aparece también la figura del actual candidato a senador por la provincia de Buenos Aires por el PRO, Esteban Bullrich, exministro de Macri y sobrino de la Ministra del Interior Patricia Bullrich, quien junto al diputado Waldo Wolff ha viajado a Israel en varias oportunidades para asesorarse y comprar suministros con los servicios de inteligencia israelíes.
Un nefasto personaje, Carlos Javier Regazzoni, funcionario de Esteban Bullrich y siempre bajo las órdenes de Mauricio Macri, cuestionado por desfalcos al Estado nacional, detenta hoy la presidencia de la Fundación Estela Sur, cuya principal actividad es apoyar a la oposición venezolana y vilipendiar al gobierno bolivariano.
En los primeros días del presente mes de agosto, la Fundación Estela Sur, organizó una conferencia denominada “Reflexiones sobre la crisis venezolana: Escenario post 30J”, cuyo disertante, el joven Carlos Moreno, de una agrupación derechista llamada “Una voz por Venezuela”, manifestó que la limitación para conformar un gobierno paralelo es no contar con fuerzas armadas, por lo cual instaba a la comunidad internacional a intervenir en el territorio con armas, considerando legítimo que internacionalmente se utilice la violencia para derrocar al Presidente Maduro. En pocas palabras, llamaba a la intervención extranjera contra Venezuela.
Otra operadora del macrismo contra el gobierno venezolano es la diputada Cornelia Schmidt-Lierman, vocera de la pro estadounidense Alianza Parlamentaria Democrática de América (APDA) y presidenta de la Comisión de Relaciones Internacionales del Parlamento argentino. A estos cargos políticos también se le suma otro de índole distinta: estar relacionada con los “Panamá Papers”, investigación que lleva a cabo el juez Hernán Papa y que la involucra, en principio, indirectamente.
Tras recibir y escuchar en su oportunidad a las opositoras venezolanas Mitzy de Ledezma y Lilian Tintori, la legisladora argentina, ejerciendo una ignorancia supina y una irresponsabilidad manifiesta, señaló: “Maduro está decidido a hacer desaparecer a una parte de la población que no está de acuerdo con su régimen. Es un genocidio contra la juventud que no se le arrodilla. Vamos a pedir que La Haya acelere sus investigaciones”. Cornelia sigue la cadena de mando: Pentágono, Macri y su persona.
Entre los amigos argentinos de la oposición fascista venezolana también se destaca el diputado por la UCR, aliado del macrismo, Álvaro De Lamadrid (en la foto, paseando por Caracas) , quien se define a sí mismo como “una persona apasionada, divertida y auténtica”. Este personaje fue invitado por María Corina Machado en mayo pasado a participar en las guarimbas.
En el caso de De Lamadrid se advierte claramente el discurso dictado desde los think tanks norteamericanos: pretender asociar a los Kirchner y al chavismo con el narcotráfico. El burdo argumento de esta “persona divertida y auténtica” se resume a tratar de imponer la figura de “asociación ilícita” entre los presidentes progresistas latinoamericanos, haciendo todo tipo de malabarismos y otras raras contorsiones a fin de justificar sus disparatados puntos de vista. Es tan grotesco su guión que ni merece ser analizado.
A estos nombres podemos sumar varios más, toda gente de derecha y responsables del desastre que está provocando el gobierno de Mauricio Macri en Argentina, el cual es considerado por propios medios estadounidenses como uno de los más corruptos de América.
Imperialismo yanqui, por lo tanto CIA, USAID, NED y otras lindezas; sionismo y Mossad, más serviles representantes de la derecha cipaya argentina confluyen en el apoyo a la contrarrevolución venezolana. Al mal llamado Movimiento de Unidad Democrática (MUD)le cabe perfectamente aquel refrán que dice “dime con quién andas y te diré quién eres”.