Britto García: Alerta naranja/ Stelling: Me avasalla y domina/ Korn: Guaidó, la narcopolítica

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Alerta naranja

Luis Britto García|

Con motivo del proyecto de reforma constitucional de 2007 me comentó alguna vez Chávez que había regiones del territorio donde la presencia del Estado era casi inexistente. Si en algún sitio debe estar presente el Estado es en la frontera, comienzo y fin de su ámbito. En dos siglos de vida republicana esa imperdonable ausencia ha costado a Venezuela cerca de un tercio de su extensión.

Una frontera sólo es tal si marca eficazmente el límite que no debemos trasponer y el que otros no deben traspasar. En la Guerra de Cuarta Generación no hay fronteras, o más bien, existen demasiadas, que se superponen, entrelazan, interpenetran.

En las primeras dos semanas de septiembre el presidente Nicolás Maduro emite un Alerta Naranja y encomienda al Consejo de Defensa de la Nación la conducción colectiva cívico militar, ya que: “Tenemos las pruebas de cómo desde Colombia se conspira para atacar a los Poderes Públicos y sedes militares en el país”.

Me marcho a dar conferencias en el Delta Macuro y en Táchira, no para enseñar, sino para aprender con las preguntas e intervenciones que atraviesan la frontera que separa del público.

Es erróneo considerar la frontera sólo como línea imaginaria que delimita territorio. Existen fronteras sociales, económicas, políticas, estratégicas, diplomáticas, culturales, que a fin de cuentas terminan delineando las geográficas.

Frontera social

Hay una frontera demográfica, que a su vez se convierte en social. Su línea limítrofe es la integración a nuestro país. La Nación comienza con la nacionalidad, que impone deberes de lealtad exclusivos y excluyentes. No se puede servir a dos patronos, ni tampoco a dos naciones cuyos intereses pueden ser antagónicos y opuestos.

El régimen constitucional de doble nacionalidad crea una frontera invisible entre leales sólo a Venezuela y leales a dos o más países. Esa divisoria parte por el medio todas las instituciones, incluso las del Estado y las de la Defensa. ¿Cómo garantizar la lealtad a Venezuela de quienes se la deben a otro país? Según el Presidente, alojamos 5.600.000 inmigrados de Colombia. A todos se les ha otorgado sin discriminación educación, asistencia médica e incluso vivienda gratuita.

La inversión social de Venezuela asciende al 74% de su gasto público: algo más de la quinta parte de esa magnitud ha sido destinada a resolver problemas sociales con los cuales no pudieron los países limítrofes. Por nuestras fronteras al contrario parten ciudadanos en plena capacidad productiva, en muchos casos con educación de tercer y cuarto nivel costeada por el Estado.

Frontera económica

Existe una frontera económica, que nos cierra el paso cada vez que topamos con comercios que dolarizan sus mercancías o les fijan precio según tasas de cambio establecidas afuera. Cada moneda crea una clase social e incluso un país. En esos territorios ya no rigen las leyes del nuestro. Sería de preguntarse por qué se los deja funcionar aquí. Tanto en Táchira como en el Delta se intenta suplir la moneda nacional con divisas extranjeras por lo general sólo accesibles a involucrados en actividades ilegales.

Durante muchos años nuestra balanza comercial ha sido favorable a Colombia en magnitudes cercanas a los 4.500 millones de dólares anuales; gracias al Acuerdo de Cartagena miles de rubros son de libre exportación y exportación en nuestros países. Cito una vez más la expresión del Presidente Maduro según la cual por la frontera se va Anillo: 1el 40 % de lo que Venezuela produce o importa.

Nuestros combustibles no sólo mantienen funcionando el parque automotriz de países vecinos; además son claves para la refinación de sustancias ilícitas que sustentan su economía. Mientras tanto, en Puerto Ordaz, Tucupita y en Táchira se forman colas de diez cuadras ante las gasolineras. En San Cristóbal un operativo de las FAES desmantela un negociado que cobraba 50.000 soberanos por avanzar en la cola; un corte vial de protesta por la falta de gas doméstico paraliza varios kilómetros de una accidentada carretera.

Las cajas CLAP en el puerto tienen costo de 200 soberanos; los fletes decuplican su precio, el bachaqueo lo multiplica. En todos los foros a los que acudo el público se queja de que los cortes anárquicos de electricidad impiden las actividades. El clamor general es que, si no se los puede impedir, por lo menos se los programe. Freddy Bernal deplora que presupuesta una docena de obras, y que cuando le llega el dinero ya no alcanza ni para una. Desorganización e hiperinflación trazan opacas fronteras que impiden divisar el futuro.

Fronteras políticas

Hay una frontera política, definida por el poder exclusivo del Estado de aplicar coercitivamente la ley mediante la violencia legítima. El cimiento de esta frontera es el deber de obediencia exclusivo del ciudadano hacia el Estado, deber que se debilita o disuelve cuando el mismo ciudadano debe lealtad hacia varios estados que pueden ser antagónicos. En todos mis viajes al Delta he organizado expediciones de varios días por los caños. En esta oportunidad me lo desaconsejaron explícitamente: grupos armados ilegales intentan dominar la desembocadura del Orinoco, zona estratégica a más no poder.

Frontera estratégica

Hay una frontera estratégica, definida por la capacidad real del Estado de imponer su autoridad sobre el territorio y expulsar o destruir cualquier otra fuerza armada. Durante años, la población venezolana ha estado sometida a oleadas de violencia anómica contra el orden constitucional. Parecen haber tenido influencia en ella organizaciones paramilitares con miembros de otras nacionalidades o que no se consideran nacionales.

A principios del 2019 una organización que se autodenomina Guardia Territorial Pemona intenta impedir el paso a un destacamento de la Guardia Nacional que acude a impedir el paso a una invasión que viola las fronteras con el pretexto de la ayuda humanitaria. La multiplicidad de cuerpos armados es el otro nombre de la Guerra Civil.

Frontera diplomática

Existe una frontera diplomática. Para dar paso al caballo de Troya, los sitiados derruyeron las murallas de su ciudad. Nosotros mismos hemos ido abriendo boquetes al suscribir tratados que violan la soberanía y nos someten a tribunales, juntas arbitrales u organismos foráneos. La trizamos al adherir al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, que convierte a los ejércitos latinoamericanos y caribeños en mercenarios de los estadounidenses.

Las desprotegimos al inscribirnos en la OEA; la derribamos al suscribir su Carta Interamericana de los Derechos Humanos y la Carta Democrática en nombre de la cual el embajador Shapiro legitimó el golpe de Estado en curso la mañana del 11 de abril de 2002. La derribamos al someter nuestras controversias sobre cuestiones de orden público interno al Centro Internacional de Arreglo de las Diferencias sobre Inversiones.

Las restablecimos al retirarnos de todos esos tratados que entregan la soberanía, pero volvimos a abrir escandalosas troneras al suscribir los Infames Tratados contra la Doble Tributación, que permiten a las empresas de países que nos adversan no pagar impuestos en el nuestro, al sancionar la Ley Terminator de Promoción y Protección de las Inversiones Extranjeras, que posibilita que las sentencias de nuestro Tribunal Supremo de Justicia sean anuladas por organismos extranjeros.

Frontera cultural

Hay una frontera cultural. Un idioma, una religión y un origen histórico compartidos fueron divididos por las fronteras que impusieron las oligarquías independentistas. De un lado y otro se afirmaron peculiaridades culturales que son esgrimidas como banderas. En Táchira en los restoranes, en cualquier ambiente público braman cumbias y vallenatos. En todo el estado llegan perfectamente las emisiones de la cadena Caracol y de todos los medios colombianos.

En cambio las emisoras y televisoras de servicio público venezolanas son de difícil sintonía. Me parece bien que emisoras de cualquier país difundan sus contenidos en el nuestro; me parece mal que no intensifiquemos el alcance, la calidad y la potencia de nuestros medios para difundir nuestra cultura y puntos de vista. Los frecuentes cortes de electricidad dificultan, a veces por días, la comunicación por internet. Me comenta un alto funcionario del Táchira que la región podría ser invadida y que la noticia tardaría en llegar a la capital.

Medidas

Hace más de un año, formulé un conjunto de recomendaciones sobre la materia. Para que sigamos siendo independientes, cabe aplicarlas con carácter urgente:

-Actualizar leyes y políticas de fronteras y extranjería para adaptarlas a la delicada situación actual.

-Estrechar la colaboración entre autoridades y movimientos sociales para aplicar dichas políticas y normas y localizar y neutralizar la infección paramilitar en curso.

-Coordinar todos los institutos académicos del sector público para realizar un estudio continuo, integral y actualizado sobre los aspectos jurídicos, geográficos, económicos, culturales, políticos y sociales de la situación colombiana y su incidencia en el país y en el resto de la región.

-Articular una política cultural, educativa y comunicacional basada en la integración y asimilación de los contingentes inmigratorios, con énfasis en las semejanzas y no en las diferencias, inspirada siempre en la atracción y la seducción y nunca en la reprobación y la aversión.

-Rediseñar nuestro sistema educativo y cultural para reforzar el sentimiento de nacionalidad y la conciencia de las gestas que forjaron la Patria. Colombia insiste en la formación sobre la Historia y Geografía de ese país. Gracias al presidente Rafael Caldera, en Venezuela esas materias fueron desacertadamente eliminadas del Pensum de Educación Primaria.

-Redoblar los esfuerzos para regularizar en las zonas fronterizas los suministros de electricidad, víveres y combustibles, e intensificar los servicios de seguridad y comunicaciones.

-Reinstaurar el control de cambios; aplicar las medidas legales necesarias para restaurar el uso obligatorio de nuestra moneda y el respeto de los precios fijados por los organismos económicos.

Ardua tarea es proteger fronteras, sobre todo cuando éstas se cruzan por todas partes. Todo el país es fronteras. Descuidar una es inhabilitar todas.

Me avasalla y domina

Maryclen Stelling|

A raíz de nuestro último artículo titulado “Conmoción”, lectoras y lectores compartieron desde una profunda afectividad sus vivencias, emociones y creencias; recelos, esperanzas y deseos ante lo que definen como una avasallante e “indetenible escalada de los precios”.

Los mensajes y comentarios se refieren mayormente a como se vive y se percibe la hiperinflación. Y, en ese sentido, se entremezclan las razones objetivas con las subjetivas. Se destaca la ruptura del orden económico y de la estabilidad prometida; se denuncia la pérdida del control y la orientación económica del país, que desemboca en lo que se define y se sufre como una “imparable inflación”.

Así, ante la crítica situación económica y el consecuente descalabro de la cotidianidad, aflora la construcción de la subjetividad que nos permite acceder a la realidad y lidiar con ella.

Destaca en estos señalamientos un cambio profundo en la subjetividad, en especial en lo que concierne a las expectativas sobre el futuro y el debilitamiento de la esperanza. Resalta la destrucción de la seguridad y las formas rutinarias de sobrevivencia, imponiéndose en su lugar una “realidad” desconocida, percibida como amenazante, incierta e insegura.

Ante ello emergen diferentes respuestas de carácter emocional. Despuntan la indefensión y la desesperanza ante la “incontrolable y violenta” escalada inflacionaria; el agotamiento y agobio ante la inseguridad; el desconcierto y la rabia ante lo que denominan “sacrificios inútiles”. En suma se describe un clima de degradación económica, social y subjetiva, caracterizado por la inseguridad, el despojo y la pérdida de valor del trabajo humano.

De lo expresado se infiere una suerte de conformismo e individualismo que se traduce en una persona volcada en su mundo privado y núcleo familiar; abocada a la resolución de los problemas de su entorno cercano; alejada de los intereses y responsabilidades públicas; ajena, por tanto, a las actividades colectivas. Suerte de burbuja que denominan “mi refugio íntimo”, propio de una persona conformista y privada.

Quizá ello explique porque no han aparecido reacciones reivindicatorias organizadas, a excepción de la convocatoria a una gran jornada de boicot a los huevos y otros alimentos “porque solo el pueblo salva al pueblo”.

Guaidó, la narcopolítica y la invisibilización mediática

Victoria Korn

Dirigentes políticos, directivos de medios, periodistas y blogueros opositores quedaron en medio de una inquietante crisis tras la difusión viral de las fotografías y el video del autoproclamado presidente Juan Guaidó con dos peligrosos cabecillas de la banda narcoparamilitar colombiana Los Rastrojos, que lo escoltó en su ingreso a Colombia el 22 de febrero último, presuntamente por pedido del gobierno colombiano.

Guaidó, quien había asegurado no saber quiénes eran las personas con las que se estaba fotografiando fue duramente cuestionado por partidarios de la oposición, quienes dudan de su ingenuidad, sobre todo porque en las imágenes uno de los identificados como líder de la agrupación paramilitar porta un armamento en la cintura.

El Presidente Nicolás Maduro hizo referencia a los hechos del pasado 23 de febrero, momento en que Guaidó apareció en Colombia, pese a medidas cautelares que le prohibían salir de Venezuela. “Tremendo bandido, tremendo criminal, que ha elegido el gobierno de los Estados Unidos para ser el líder de la oposición. Tengo la seguridad de que fue Álvaro Uribe Vélez quien dio la orden a Los Rastrojos de prestar ayuda y seguridad a Juan Guaidó. Más temprano que tarde te llegará la justicia”, acotó.

Mientras El País titulaba “Las polémicas fotos de Juan Guaidó con Los Rastrojos en la frontera, el líder opositor colombiano Gustavo Petro señalaba que “si un senador de la República de Colombia estuviera en una foto así, sería de inmediato procesado por la Corte Suprema de Justicia”.

juan guaidoEn las redes venezolanas, el filósofo e influencer opositor Erick Del Bufalo tuiteó que una persona con la apariencia del líder de Los Rastrojos debe tener “mínimo 10 muertos encima”. Francesco Manetto, corresponsal de El País español en Colombia, destacó que las fotos “son suficientes para levantar sospechas muy graves” sobre los posibles vínculos de Guaidó con grupos paramilitares y narcotraficantes.

Por supuesto que la mayor responsabilidad de la explicación de las fotos la tenía en este caso el empresario mediático Alberto Federico Ravell, en su condición de “ministro de información” de Guaidó.

Tras no hallar justificativo, optó por la excusa de la popularidad extrema de Guaidó, un tipo tan carismático que miles de personas pugnan por  hacerse fotos con él, inclusive algunos delincuentes de alta estofa, como John Jairo Durán Contreras, apodado “el Costeño” o “el Menor” y Albeiro Lobo Quintero, alias “el Brother”.

Si las fotos podrían servir para explicar una ingenuidad de Guaidó, al sacarse selfies con “cualquiera”, el video no dejó ninguna duda, pues muestra el cruce del puente hacia Colombia rodeado exclusivamente por narcos y algunos de sus ayudantes.

 

Quizá ese verso de la ingenuidad es lo que la audiencia opositora quiere oír, dispuesta a aceptar hasta las historias más inverosímiles, siempre que refuercen las creencias y los puntos de vista cristalizados es la base sociológica del fenómeno de la posverdad que funciona, en este caso, a favor del liderazgo de la derecha, señala Clodovaldo Hernández..

 

Desde Bogotá, el seudoembajador de Guaidó Humberto Calderón Berti fue el encargado de dar la explicación, con aire de diplomático conservador del siglo pasado, acerca de que los grandes líderes no pueden solicitar antecedentes penales a todo aquel que quiera tomarse una foto.

Varias horas después y por orden de los laboratorios de comunicación, el propio Guaidó quiso pasar a la ofensiva al señalar que la gente no debe preguntarse por qué él se fotografió con los paracos, sino mediante qué conexiones criminales llegaron esas fotos a manos del gobierno venezolano.

Resultado de imagen para guaido y duqueAl esfuerzo por sacar a Guaidó del pantano se sumaron el presidente colombiano, Iván Duque, el expresidente Andrés Pastrana y otras figuras de la misma laya. El primero -a quien el escándalo lo involucra directamente ante evidencias de que su gobierno realizó una operación con esta banda criminal para trasladar a Guidó al lado colombiano -lo llamó héroe y titán, al margen de con quién aparezca en fotos; el segundo lanzó la tesis de que Guaidó le tendieron una trampa.

El escándalo de las fotos con los narcoparacos trató de ser invisibilizado por las agencias trasnacionales de noticias y las televisoras cartelizadas. Los medios colombianos usaron epítetos asépticos, descafeinados como “incómodas” o “polémicas” y un arsenal de presuntos y supuestos, que quieren invisibilizar la realidad, lo evidente..

 

Deliberadamente se oculta que las fotos fueron difundidas por Wilfredo Cañizares, un activista colombiano de derechos humanos que ya ha denunciado las actividades criminales de los Rastrojos, entre las que se incluyen las terribles casas de pique, lugares donde la organización delictiva descuartiza personas.

Los laboratorios de fakenews trabajan en un escándalo alternativo que minimice o haga olvidar el de Guaidó.

Estas revelaciones confirman que los líderes de la derecha venezolana no sólo no experimentan ningún escrúpulo en conspirar contra su país con gobiernos extranjeros e instancias multilaterales completamente desprestigiadas, sino que además basan sus operaciones en una red de complicidad con grupos criminales y sus cabecillas confesos sin que les represente algún inconveniente ético la gravedad de los ilícitos perpetrados por éstos, señaló un editorial del diario mexicano La Jornada.

Queda pues demostrada por enésima ocasión la bancarrota moral de la derecha venezolana o, cuando menos, del sector de la derecha elegido por Estados Unidos y sus gobiernos satélite en la región para desestabilizar al gobierno legítimo de Venezuela e impulsar una salida violenta a la crisis que atraviesa la nación caribeña, añadió

No quieren a Ramos Allup

Sin embargo, una polémica mayor se desató entre la oposición venezolana por la asistenciadel diputado a un acto con motivo del 78 aniversario del partido (otrora socialdemócrata) Acción Democrática (AD) en donde se mostró muy feliz en compañía de Henry Ramos Allup.

Esta actitud fue rechazada por partidarios de la oposición como el periodista del PanamPost Jovel Álvarez, quien lamentó que Guaidó aplaudiera el pronunciamiento (“las babosadas de esta alma decrépita”, escribió) del secretario general de AD.

La locutora y periodista Marianella Salazar criticó no solo la asistencia de Guaidó al evento sino el hecho de que Guaidó aceptara el pasado 2 de septiembre el respaldo de Ramos Allup ante una posible candidatura presidencial. Ramos Allup y un hijo fueron acusados por PanamPost de una estafa contra la estatal petrolera Pdvsa.