Argentina: Alberto Fernández quiere tregua social por seis meses

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Juan Guahán-Question Latinoamérica|

 Los gestos de esta semana de Alberto Fernández muestran que una de sus mayores preocupaciones, más allá de las urgentes cuestiones financieras, y  tiene que ver de qué modo se para ante el conflicto social, pone en marcha un plan económico y contiene a la galopante inflación. El pacto, acuerdo o tregua social sería el formato de esa expectativa

Alberto Fernández, ya siente sobre sus espaldas la responsabilidad de gobernar, aun cuando todavía deba ganar las elecciones presidenciales del 27 de octubre, y dos grandes agrupamientos de problemas, estrechamiente vinculados, lo esperan.Alberto Fernández con sindicalistas y empresarios en Tucumán.

Uno, apunta a la grave crisis financiera que hoy azota al país. El otro, dar algunas respuestas inmediatas al conflicto social y comenzar a ofrecer muestras de la posibilidad de contener la grave inflación que padece el país. Este último es el tema de mayor urgencia y visibilidad para la mayoría de nuestros compatriotas. Un pacto, acuerdo o tregua social sería el formato elegido para responder a esas expectativas y el mismo debería inscribirse en las “Reglas económicas” expuestas por Alberto.

 

Las reglas económicas de Alberto Fernández

Días atrás, en una entrevista, Alberto recordó las cinco reglas económicas que tuvo la gestión de Néstor Kirchner. Manifestó que asumiría como propias esas reglas y le agregó una sexta. Esos cinco principios los sintetizó en: mantener el equilibrio fiscal; lograr el superávit comercial; favorecer la acumulación de reservas; tener un dólar competitivo para que la producción argentina se pueda vender en el mundo y desendeudar al país.

A esas enunciaciones le agregó otra, clave para los tiempos que corren: Bajar la inflación. Ahí está el plan o proyecto de Alberto Fernández. En esta última semana agregó a esas ideas una cuestión central: el instrumento para alcanzarlas. En ese sentido destacó la importancia que tendría lo que denomina el acuerdo entre los principales actores económicos.

 

El pacto, acuerdo o tregua social, antecedentes y efectos

El núcleo central de este medio es un acuerdo entre capital y trabajo bajo la supervisión estatal y que suele ser denominado popularmente como “Pacto Social”. Alberto, muy apegado a un lenguaje moderado, preferiría verlo surgir como un “un acuerdo”. Más allá de estos detalles, lo imagina como una tregua social por un plazo limitado, aproximadamente seis meses.

Allí deberían acordarse los índices del crecimiento de precios, de los salarios y de algunos compromisos estatales, lo que equivaldría a darle una cierta previsibilidad a la economía. Sería una forma de comprometer a la propia Cristina Fernández de Kichner y encauzar su idea de un “nuevo orden” donde explicitó que los mayores aportes deberían ser de quienes tienen más.

Además alejaría toda pretensión de aquellos que, como Juan Grabois y algunas organizaciones sociales, demandan respuestas más drásticas. También desecharía todo debate sobre modificaciones estructurales o institucionales de mayor envergadura. Es decir aquellos aspectos que Cristina integró cuando habló de un “nuevo contrato social”.

Este tipo de ideas no son nuevas y mucho menos en el peronismo, que tiene una larga historia de haberlas aplicado, pensado o promovido. El caso más notorio fue en los tiempos que José Ber Gelbard estuvo al frente del Ministerio de Economía, durante 17 meses (1973/74).

En los largos años del kirchnerismo en variadas oportunidades se coqueteó con esta idea sin terminar de consumarla. En ese período acuerdos parecidos terminaban inclinados por una fuerte presencia estatal, favoreciendo a Pymes y algunos sectores populares y acuerdos “forzados”, con los sectores más concentrados. En ese sentido el modo de acción de Guillermo Moreno, como Secretario de Comercio, fue el más claro ejemplo.

Estas medidas tienen, en general, una respuesta más o menos inmediata y positiva. Pero al cabo de un tiempo, cuando las condiciones originales se van modificando y no se las profundizan en favor de los intereses populares, se desatan crisis provocadas y sostenidas desde los grupos más concentrados para imponer su hegemonía.

En ese marco estas concertaciones terminan en el tacho de basura y la situación económica suele desbocarse, volviendo a perjudicar a los sectores más humildes.

Un par de gestos recientes

El gesto más rotundo, prefigurando este instrumento albertista, fue la reciente reunión realizada en Tucumán, a instancias del gobernador Juan Manzur y para festejar el 50° aniversario de la Unión Industrial de Tucumán. Allí coincidió con Miguel Acevedo, Presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), con quien ya estuvo reunido el lunes pasado en Buenos Aires.

También estuvo en Tucumán Héctor Daer, uno de los Secretarios Generales de la Central General del Trabajo (CGT). En el marco de esa reunión terminó pronunciando una polémica frase, adelantando una política de su futuro gobierno, que impactó de un modo fuerte y distinto en las organizaciones sociales, el peronismo electoral y los grupos de poder, dijo: “Evitemos estar en las calles”

Del encuentro tucumano participaron otros gobernadores y candidatos peronistas. El temor a que la agrupación kirchnerista La Cámpora dinamitara esta perspectiva se ha ido diluyendo. Los principales dirigentes del Frente de Todos quieren evitar cualquier gesto que pueda ser interpretado en la dirección de profundizar los efectos de esta crisis actual.

Cristina ha dejado bien atado el acuerdo entre Alberto y La Cámpora. Esto ha llegado a tal punto que algunos empiezan a denominar a los seguidores de este agrupamiento –que tanto pánico había desatado- como “los pibes de la moderación”.

El pensamiento social-demócrata, que tanto cultivó Alberto en su periplo europeo, los está encontrando bastante cerca en estos momentos tan particulares.Resultado de imagen para cristina y la campora

Se pueden cerrar estas reflexiones comentando que la Ley de Emergencia Alimentaria, que aprobó Diputados, puede ser considerada como la primera manifestación pública de la transición del macrismo a favor de Alberto. De allí la unanimidad para su aprobación.

El costo fiscal de esa norma, que podría superar los 10 mil millones de pesos, es algo menor a los 200 millones de dólares. Las pérdidas de reservas del Banco Central, sumaron –en agosto- unos nueve mil millones de dólares (45 veces lo que cuesta el incremento de los recursos destinados a la Emergencia Alimentaria).

Esto nos da una idea de cómo por el tubo “financiero” se escabulle el dinero del país. Por allí se van los recursos del trabajo argentino, y aquí quedan el hambre y la miseria.

*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)