Frontera
Luis Britto García
Decía Ludwig von Bertalanffy que la primera condición para que exista un sistema es determinar lo que forma parte y lo que no forma parte de él, trátese de conjuntos matemáticos, organismos biológicos o países.
México recibió con brazos abiertos a colonos estadounidenses que ocuparon Texas, y perdió la mitad de su territorio. Recibió Palestina amorosamente a hebreos que fueron a colonizar, y perdió el país entero.
Bolivia empleó en su Cancillería brasileños con doble nacionalidad, y perdió un tercio de su territorio a favor de Brasil.
Venezuela acogió con brazos abiertos a todo el mundo, y perdió más de un tercio de su territorio sin disparar un tiro.
El presidente Maduro declara que 5.600 colombianos viven entre nosotros. Ello significaría que casi uno de cada cinco habitantes del país es colombiano; que casi un quinto de la inversión social de Venezuela se aplica para suministrarles educación, empleo, salud, servicios públicos, seguridad social y vivienda.
Esta situación es irreversible. Ni los deportaremos ni los discriminaremos.
El 85% de los colombianos que han dejado su país residen en Venezuela. Nuestro gobierno ha entregado unas 800 mil viviendas para necesitados; 25% de ellas han sido asignadas a colombianos. Un millón de galones de gasolina se filtra cada día de Venezuela hacia Colombia. Táchira aloja 4,5% de la población venezolana, pero allí desaparece 8,5% del total de alimentos del país. No tenemos frontera, sino una herida abierta.
Desde hace más de una década alerto que los paramilitares suplantan al hampa común vernácula, dominan el comercio informal, trafican personas, rigen prostíbulos, casinos, empresas de transporte y de producción, cobran vacunas, instalan alcabalas, lavan capitales y ejercen la parapolítica en complicidad con la oposición golpista en acciones terroristas y crímenes horrendos.
Estamos a tiempo de evitar ser regidos por una parapolítica, una paralegislación, una parajusticia, una paraeconomía, una parafinanza, una parasociedad, una paracultura donde sicarios elegidos por nadie tendrán todos los poderes y el ciudadano ninguno.
Para seguir siendo independientes, debemos:
Actualizar leyes y políticas de fronteras y extranjería para adaptarlas a la delicada situación actual.
Estrechar la colaboración entre autoridades y movimientos sociales para aplicar dichas políticas y normas y localizar y neutralizar la infección paramilitar en curso.
Coordinar todos los institutos académicos del sector público para realizar un estudio continuo, integral y actualizado sobre los aspectos jurídicos, geográficos, económicos, culturales, políticos y sociales de la situación colombiana y su incidencia en el país y en el resto de la región.
Articular una política cultural, educativa y comunicacional basada en la integración y asimilación de los contingentes inmigratorias, con énfasis en las semejanzas y no en las diferencias, siempre en la atracción y la seducción y no la reprobación y la aversión.
Rediseñar nuestro sistema educativo y cultural para reforzar el sentimiento de nacionalidad y la conciencia de las gestas que forjaron la Patria. Colombia insiste en la formación sobre la Historia y Geografía de ese país. Gracias al ex presidente Rafael Caldera, en Venezuela esas materias fueron desacertadamente eliminadas del Pensum de Educación Primaria.
En La Grande Illusion, de Jean Renoir, dos prófugos de una prisión militar alemana huyen por el bosque nevado. Uno pregunta si ya han cruzado la frontera, porque todo parece igual. No sé, contesta el otro: las fronteras las inventaron los hombres.
Habrá un mundo sin fronteras, después de que desaparezcan las que separan las clases sociales y la propiedad privada de los medios de producción.
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Addendo
Sordidez y sordera en la frontera
MARYCLÉN STELLING| Se agudiza la confrontación verbal entre autoridades venezolanas y colombianas a raíz de la actual coyuntura fronteriza. A pesar de “los buenos deseos de entendimiento”, se inicia una suerte de diálogo de sordos que distancia, separa y aleja cualquier acuerdo.
Desde el inicio se configuran dos discursos oficiales entre Venezuela y Colombia. Suerte de guerra argumental que, en una relación circular de causalidad, replican y alimentan los medios de ambos países. El planteamiento del Presidente venezolano centrado en “sanar de raíz la vida” en la zona y construir conjuntamente “una nueva frontera”, en donde cada quien asuma sus responsabilidades. El del colombiano expresado en “la prioridad sigue siendo nuestros compatriotas deportados. No descansaremos hasta que recuperen sus vidas”.
Venezuela plantea revisar “integralmente” las relaciones con Bogotá, pretensión que se diluye a medida que se van “agriando” las relaciones y las demandas se van volviendo puntuales. El presidente Maduro se mantiene firme en su decisión de no abrir la frontera hasta tanto haya unas “condiciones mínimas”. Exige insistentemente a Santos que prohíba en su territorio la venta de productos venezolanos “sacados con el contrabando y el bachaqueo”, además requiere el cierre de las casas de cambio en Cúcuta que “atacan el bolívar”. Maduro espera que en Bogotá “recobren la sensatez” y que “cese la campaña de odio”. Propone la creación de una comisión suramericana de la verdad que evalúe la situación fronteriza.
Colombia evade la posición venezolana y se aferra al tema de los Ddhh. Estudia llevar ante la Corte Penal a la cúpula civil y militar venezolana, pues considera que hay elementos para denunciarlos por crímenes de lesa humanidad. La canciller Holguín elevará el caso ante la Cidh, el Secretario General de la ONU, el Alto Comisionado de Derechos Humanos y la Organización Internacional de Migraciones. Santos concede reunirse con Maduro si cumple condiciones: respeto “a los derechos fundamentales de los colombianos”. La apertura de un corredor humanitario; la recuperación de los enseres de más de 11.000 colombianos que han salido de Venezuela y que el Gobierno venezolano “cumpla con los protocolos mínimos y no maltrate a los colombianos que van a ser deportados de Venezuela”.