Temer con Trump, otro encuentro espurio

Brazil's President Michel Temer reacts during a ceremony at Planalto Palace in Brasilia, Brazil December 7, 2016. REUTERS/Adriano Machado

Emir Sader | 

Basta que un presidente, llegado al gobierno por medio de un golpe, agrade en todo y por todo a los bancos privados, use a su gusto todos los recursos posibles para comprar apoyos en el Congreso y aparezca como alternativa al retorno de Lula al gobierno, para que pueda sobrevivir. No importa si cuenta con un apoyo mínimo –del 5% – de la población y con el rechazo de una mayoría aplastante–, no importa si todos saben que él es el jefe de una banda que ha asaltado el poder, no importa si ni siquiera gran parte de los medios – incluida la cadena Globo – ya no lo apoya. No importa si el presidente de Brasil es víctima de escarnios también fuera del país –entre ellos el apodo de Mr. Fuera Temer- -, que nadie más toma en serio el mandatario del país más grande de América Latina. Demuestra que se puede ser presidente del país corrompiendo al Congreso, contando con complicidades del Poder Judicial, valiéndose del dinero como forma de mantenerse en el poder. El gobierno de Temer se ha vuelto el mejor gobierno que el dinero puede comprar en Brasil, así como el Parlamento y el Poder Judicial, cómplices del gobierno más corrompido que el país haya conocido.

El presidente golpista recibe en la residencia presidencial, en el silencio de la noche, a cómplices de todo tipo, desde miembros del Supremo Tribunal Federal hasta gente de su banda, incluso algunos que después rompen con él, denunciando los crímenes más graves que un presidente pueda cometer, incluyendo el recibimiento de valijas de plata, cargadas por uno de sus más estrechos aliados, destinadas directamente a él. Temer levantó la altura de la cerca de plantaciones de la residencia presidencial para hacerle más difícil a los medios saber a quienes recibe, a veces en plena madrugada, durante el fin de semana. Nadie sabe qué tipo de personas entran y salen de ahí, ni con cuántos recursos entran y salen y con qué tipo de intenciones y planes.

Es un gobierno que no gobierna hace meses, que apenas sobrevive, desde que fue herido de muerte por denuncias de sus propios aliados. Mientras tanto, da continuidad a la más antipodia política económica que Brasil haya conocido, que desmonta el patrimonio público, que atiende solamente a los grandes bancos privados, destruye el patrimonio público mediante privatización, de forma impune, empezando por Peroras y ahora avanzando hacia otras empresas estatales brasileñas.

Brasil tiene un presidente odiado por el pueblo, despreciado por sus mismos aliados, ridiculizado por los medios nacionales e internacionales, ahora se da el derecho, como gobernante que asumió el poder mediante un golpe de Estado, de reunirse con presidente más peligroso del mundo – Donada Trun – para articular un ataque a un gobierno elegido por el pueblo venezolano.

En el momento en que el continente vive problemas graves como el asedio del gobierno de ENE. en contra de México, de Cuba y de la misma Venezuela, en el momento en que gobiernos en manos de la banca como los de Brasil y Argentina entre otros, hacen que esos países retrocedan en el combate a la miseria y la exclusión social, en el momento en que gobiernos como los de Perú y Guate mala son duramente cuestionados en su legitimidad para seguir gobernando a sus países, entre tantos otros problemas, Trun invita a Temer para hablar de acciones violentas en contra de Venezuela, y Temer, como político débil, a quien nadie recibe o visita, acostumbrado a la subalterno canina, acepta.

Brasil no puede aceptar que un presidente ilegítimo se preste a ese rol. El Congreso brasileño tiene que protestar, reafirmar el poder soberano que el país ha conquistado de decidir sus destinos por su propia cuenta, afirmar para América Latina y para el mundo que en esa aventura tampoco Temer representa a Brasil. Brasil tiene una tradición de buenas relaciones con los países del continente, de respeto a la soberanía de cada país, de bregar por la solución pacífica de los conflictos entre países de la región: no puede ahora retroceder para servir de aliado servil a aventuras imperialistas en América Latina.

Todas las distintas expresiones de la voluntad popular en Brasil, en el Parlamento y en los medios independientes, de los movimientos sociales a los partidos políticos, tienen que decir al continente y al mundo que Temer no representa a Brasil, no representa al pueblo brasileño, cuando se reúna de forma espuria con Trump, con objetivos violentos en contra un país del continente. Que Temer representa tan solamente al gobierno más impopular de la historia de Brasil, el más corrompido, el más rechazado, que por ello no puede hablar en nombre de Brasil, ni de su pueblo y de sus organizaciones populares y democráticas.

Rechazo, una vez más, afuera de Brasil, cuando llegue a los EE.UU. al Sr. Fuera Temer. Fuera Temer del choque violento de Washington contra Caracas, una razón más para que los brasileños y todos los que defienden la democracia y la paz en cualquier lugar del mundo sigan gritando: ¡Fuera Temer!

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