La crisis climática exige mucho más que un simple show mediático

Sergio Ferrari, desde Suiza

Los primeros doce días de diciembre pueden tener una repercusión significativa en la lucha por preservar el planeta. Una nueva Cumbre Climática se confronta a desafíos de “Tierra o muerte”.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que comenzó el 30 de noviembre en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, se extenderá hasta el 12 de diciembre. También denominada COP28 (Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), esta reunión cumbre involucrará a miles de participantes –algunas fuentes hablan de más de 70.000— provenientes de todo el mundo. Las “Partes” refiere aquí a los 197 países o entidades soberanas que han adherido a esta convención además de la Unión Europea (UE).

Las actividades son múltiples: secciones oficiales, múltiples encuentros de la sociedad civil, así como reuniones de representantes del mundo financiero. Un evento mayor que, dependiendo de la voluntad política de las grandes potencias, podría representar un paso adelante en la lucha contra el calentamiento global o reducirse a un show mediático de dimensiones planetarias.

El objetivo de la COP28, según Naciones Unidas, consiste en que el mundo haga “el balance del progreso establecido por el Acuerdo de París (tratado climático firmado en 2015)” y trace “el plan de acción para reducir las emisiones de forma drástica con el fin de proteger vidas y sustentos”.

Según la ONU, “la ciencia es clara: para mantener un clima soportable se debe reducir cuanto antes la producción de carbón, petróleo y gas, así como triplicar la capacidad de energía renovable (eólica, solar, hidráulica y geotérmica) para el año 2030”. Junto con ello, es necesario un incremento sustancial de la financiación para la adaptación e inversión en resiliencia climática.

En su carta a los países signatarios durante la preparación de la COP28, su presidencia comunicó cuatro prioridades: acelerar la transición energética y reducir las emisiones para 2030; financiar la acción climática; situar en el centro de la acción climática a la naturaleza, las personas, la vida y los medios de vida y, por último, asegurar que este evento sea más inclusivo e incorpore a los actores más diversos.

Más apoyo al Sur Global

Debido a que este año el planeta experimentó los 12 meses más calurosos de los últimos 125.000, las expectativas de la comunidad internacional son enormes.

Delia Berner, experta en clima de la organización Alliance Sud (Alianza Sur), explica que “es necesario un rápido cambio de rumbo para que el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global por debajo de 1,5°C pueda lograrse”.

Dicha alianza, la cual reúne a las principales ONG suizas de la cooperación con el desarrollo, subraya que “las personas más pobres son las que más sufren por cada décima adicional de grado de calentamiento, aunque son las que menos han contribuido a la crisis climática”. Para Berner, el punto de referencia fundamental debe situarse en “las necesidades de los más pobres del Sur Global”.

Siete años después de entrar en vigor el Acuerdo de París, los Estados que se reúnan en Dubai deberán realizar su “revisión global”. Para Stefan Salzman, responsable del sector clima de la Acción Cuaresmal de los Católicos Suizos (una de las ONG más comprometidas con la cooperación internacional), “el éxito de la COP28 dependerá de esa revisión”. Es decir, dependerá de la decisión de los Estados de aceptar “la realidad decepcionante de que los planes nacionales para combatir el cambio climático no son lo suficientemente ambiciosos para cumplir los objetivos propuestos”. Según Salzman, es absolutamente necesario consensuar propuestas concretas que den respuesta a las lagunas actuales en el cumplimiento del Acuerdo de París.

Para las ONG helvéticas (y sus pares internacionales), un tema urgente “es la transición energética y quiénes participan en su financiación”. Las inversiones del sector privado no son una panacea: hasta la fecha, están muy por debajo de las necesidades de los países en desarrollo. Además, es casi inexistente el financiamiento privado para que los países más pobres puedan concretar esa transición.

Un informe publicado a inicios de noviembre por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) indica las penurias del financiamiento necesario para enfrentar los imperativos del calentamiento global: “Las necesidades de financiación de la adaptación (medidas que hay que adoptar para reducir los impactos del cambio climático) de los países en desarrollo son entre 10 y 18 veces mayores que los flujos de financiación pública internacional”

Según el PNUMA, los costos proyectados de dicha adaptación en los países en desarrollo rondan los 215.000 millones de dólares por año durante la presente década. A pesar de estas necesidades, el financiamiento público multilateral y bilateral para la adaptación destinado a los países en desarrollo disminuyó un 15%, cayendo a la mísera suma de 21.000 millones de dólares en 2021PNUMA cree que la planificación y la implementación de la adaptación parecen estar estancadas, situación que acarrea enormes implicaciones en términos de pérdidas y daños, especialmente para los países más empobrecidos y los sectores más vulnerables del planeta

Este organismo de la ONU especializado en el clima identifica siete formas de aumentar el financiamiento a través del gasto interno y el financiamiento internacional y del sector privado. Algunas otras vías son, el aumento y la adaptación del financiamiento a las pequeñas y medianas empresas y una reforma de la arquitectura financiera global. 

Un nuevo Fondo de Pérdidas y Daños también deberá avanzar hacia mecanismos de financiación más innovadores para alcanzar la escala de inversión necesaria. “Pérdidas y daños” apunta a las compensaciones que deben recibir los países en desarrollo que más sufren el impacto de esta crisis, de la que no han sido responsables.

 Mejora climática respetando los derechos humanos

Desde la perspectiva de Amnistía Internacional, “el funesto historial de los Emiratos Árabes Unidos en materia de derechos humanos supone una amenaza al éxito de la Cumbre”. Aunque Dubai prometió que habría de permitir que “distintas voces sean escuchadas” en la COP28, su promesa “es inadecuada y sirve para poner de relieve el contexto normalmente restrictivo de Emiratos Árabes Unidos en materia de derechos humanos y las fuertes limitaciones que el país impone a los derechos y la libertad de expresión, así como de reunión pacífica”.

La preocupación de esta organización por “el cierre del espacio cívico y la posibilidad de espionaje digital y vigilancia” durante la COP28 es tangible: “[Este evento] debe ser un foro en el que se respete el derecho a la libertad de expresión y de manifestación pacífica. Y en el que la sociedad civil, los pueblos indígenas y las comunidades y grupos en primera línea afectados por el cambio climático puedan participar abiertamente y sin temor. La ciudadanía emiratí y las personas de cualquier otra nacionalidad deben poder criticar libremente a Estados, empresas y políticas, incluidas las de Emiratos Árabes Unidos, para poder contribuir a definir las políticas sin sufrir intimidación”.

Por otra parte, como observa Amnistía, el hecho de que Emiratos Árabes Unidos sea uno de los 10 mayores Estados productores de petróleo del mundo explica que se oponga al rápido abandono de los combustibles fósiles: “El sector de los combustibles fósiles genera una enorme riqueza para relativamente pocos actores empresariales y Estados, los cuales tienen un interés particular en bloquear una transición justa a energías renovables y silenciar a quienes se les oponen”.

Pero allí no acaba la preocupación de Amnistía debido a que la COP28 será presidida por el sultán Al Jaber, nada menos que director ejecutivo de ADNOC, la empresa petrolera y gasística estatal de esa nación siempre preocupada por ampliar su producción.

Amnistía instó al sultán a que renunciara a su cargo en ADNOC “pues considera que existe un evidente conflicto de intereses que amenaza el éxito de la COP28 y que es sintomático de la creciente influencia que el lobby de los combustibles fósiles ha podido ejercer en los Estados y en la COP”.

Ahora o nunca

Según la revista National GeographicAntártida pierde 151.000 millones de toneladas de hielo al año, suma equivalente al peso de la roca que conforma el Monte Everest, el más alto de la Tierra.

Por otra parte, en solo 70 años, las viviendas de 200 millones de personas quedarán bajo el nivel del mar, irremediablemente sepultadas por el agua.

Y Naciones Unidas comenta que los desiertos crecen vorazmente a causas de las sequías extremas. Cada año, la Tierra pierde más de 12 millones de hectáreas –casi toda el área cultivable de Alemania— a causa de la desertificación, la degradación del suelo y la sequía.

Los incendios son cada vez más frecuentes y devastadores. Desde Australia hasta California, así como en Grecia, España y Portugal y pasando por el Amazonas, casi no hay región del mundo que se libre de estos incendios, cada vez más prolongados y extensos. Se estima que solo entre 2018 y 2020 las llamas devastaron aproximadamente 120.000 kilómetros cuadrados de superficie.

Un millón de especies corren riesgo de sobrevivencia. Un número escalofriante de habitantes del planeta, incluso el 40% de todos los anfibios conocidos (unas 3.200 especies), se ve amenazado por el impacto de los excesos humanos. El cambio climático, la contaminación, la deforestación, la sobrepesca, el desarrollo industrial y las especies invasoras amenazan la biodiversidad.

Simples radiografías de un cuadro dantesco, que se corresponde con el aumento anual de la pobreza y aun el hambre de miles de millones de personas en todo el mundo. Y que contrasta con el negacionismo climático de sectores del poder político y económico en diversos continentes. La humanidad amenazada, el planeta averiado. Los tiempos se acortan aceleradamente. Por eso, en estos días, infinitos ojos miran hacia Dubai casi con desesperación. ¿Una nueva oportunidad para rectificar la marcha planetaria que amenaza la sobrevivencia misma de los seres vivos? Todo indica que no quedan muchas opciones de recambio ni tampoco demasiado tiempo a disposición.