La agenda del diálogo debe ser construida por los dos sectores

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VANESSA DAVIES| Tulio Monsalve, experto en negociaciones, sostiene que la mediación de la Unasur no será aceptada por la oposición porque no participó en su selección, y recalca que el mediador tiene que ser escogido de mutuo acuerdo.ven tulio monsalveCorreo del Orinoco

Diálogo es, tal vez, la palabra que más suena en estos días en Venezuela y en los países que sobre Venezuela hablan. El Gobierno Nacional llama al diálogo, la oposición dice que quiere participar en el diálogo, y cada sector mantiene la batalla verbal y política en función de demostrar que esa es su voluntad.

Pero más allá de calificar si la iniciativa ha sido o no exitosa, Tulio Monsalve, venezolano experto en negociaciones,
sostiene que el diálogo es un problema técnico y no político,
y explica por qué: los políticos rean un clima “que enardece o  motiva, pero no permite actuar con racionalidad”. Lo
que se propone necesita “una forma técnica, con condicio-
nantes universalmente aceptados”.

En todo caso, en esa mesa de argumentos y debates no debería haber más de seis personas (tres de Gobierno,
tres de oposición), aparte de los técnicos que ayuden a irle
dando forma. Lo recomendable, por otra parte, es no establecer un tiempo. El diálogo es “un mecanismo de acercamiento, de convenimiento”, recalca Monsalve. Si
no resuelve el tema que se propone “deja de ser diálogo”.

La conversación con Monsalve transcurre pocas horas
después de que el Tribunal Supremo de Justicia destituyera de su cargo al alcalde de San Diego, Enzo Scarano, con
el argumento de que desacató un dictamen; y de que el Sebin
aprehendiera al alcalde de San Cristóbal, Daniel Ceballos.
En este contexto nacional, el experto refiere que no se puede dialogar “con alguien que no tiene la voluntad de arriesgarse”. Ese riesgo significa “entender que el otro, y lo
que plantea, es legítimo, tiene legitimidad y tiene legalidad.

Si no la tiene, al sentarme con él se la estoy dando, pero si no
quiero que el diálogo prospere o se inicie, comienzo por negar tu legalidad y la propuesta que estás haciendo”.

–El Gobierno Nacional parte de que, con quien se va a
sentar, quiere tumbarlo. Y la oposición parte de que no
la reconocen. Con eso como punto de partida, si no hay
mutuo reconocimiento, ¿puede haber diálogo?

-No hay espacio vital ni tema vital ni asunto histórico, político o económico que no pueda ser resuelto con el diálogo. No existe otra forma de hacerlo. Por eso hay que hacer una reflexión sobre lo que niegas o lo que aceptas. El orden del Estado tiene que fijarlo el Gobierno, sin duda alguna, porque el Estado es, por definición, un ente represor; un ente que reprime, elimina, controla. Como tal tiene que ejercerlo.

-¿Qué implica?
–Tenemos que entender que es una realidad que está por encima de los dialogantes, que los sobredetermina. Lo que está al fondo de un proceso de diálogo es una necesidad no satisfecha. Yo tengo la necesidad, pero ¿quién da la dimensión real, cuantificada y cuantificable del resultado que quiero alcanzar en la negociación?ven encapuchados1

“Hay que darnos entre nosotros espacios, condiciones
y un tipo de mecanismos que les aseguren a los actores que
la mejor solución posible a alcanzar se da con este diálogo,
no con otro escenario”.

Es imprescindible que “dos actores fundamentales se dediquen a establecer condiciones de algo que en la negociación y en el diálogo es fundamental: la confianza. Si yo no tengo confianza en ti, olvídate que no avanzamos”. Monsalve enfatiza que la confianza se construye “con actos concretos que observes como válidos”.

–¿Es posible construir confianza entre los dos sectores que deben sentarse a dialogar?

-Absolutamente.

-Pero si desconfían uno del otro el otro.
–Hasta un momento dado. Todo eso es parte de una situación extrema, de posiciones extremas que están negando el riesgo, la legalidad del otro y que yo acepte que lo que propo-
nes tiene validez.

Realmente representativos

Al negociar se debe escoger “las personas que sean realmente representativas”, porque “si no discuto con gente que sea representativa del otro, y de mi lado representativo, no
logro nada”, precisa Monsalve. También deben plantearse objetivos razonables.

–¿Quién fija los términos razonables?
–Los técnicos. Por eso digo que el problema de la negociación es técnico. Son de la racionalidad técnica que se debe dar, no de la política.

El analista, sin referirse a un grupo en particular, pone el
ejemplo de quienes exigen que “liberen a los presos”, y pide
partir de lo siguiente: “Ahorita no tengo ni un liberado. Si comienzo a liberar a lo mejor tengo tres, y de cero a tres hay una ganancia. Que la gente observe esas mínimas ganancias permite crear unos ciertos módulos” que permitan sociabilizar la negociación.

En otras palabras, si el ser humano que negocia no ve un resultado, una ganancia por mínima que sea, no va a aceptar. Y si el otro no está dispuesto a ceder algo, tampoco va a negociar”.

–¿Habría que sentarse sin condiciones en un primer momento?
–Eso escríbelo grandote: la posibilidad de una negociación se da cuando la agenda la construyen entre ambos. Si no hay una agenda construida entre ambos, es una emboscada, es una trampa de quien la propone.

ven maduro 2014–El Gobierno Nacional ha propuesto tres premisas: la defensa de la soberanía, el respeto por la Constitución y el rechazo a la injerencia extranjera. ¿Eso hace inviable el encuentro con la oposición?
–No, porque se parte de grandes principios, no de condicionantes. Cuando comencemos a discutir la soberanía, y tú me digas que la soberanía es que no existan ni polacos, ni rusos, ni cubanos, ni argentinos, entonces te digo “dime cuántos aceptas”, cómo dejar las cosas para que ni tú ni yo perdamos. Siempre hay posibilidades de llegar a acuerdos.

Construir agenda común

–¿Cómo se construye la agenda común en el punto en el que nos encontramos ahora, con un sector que dice que no va, como los estudiantes?
–Vamos por partes. ¿Yo separo a la oposición de los estudiantes, o es lo mismo? ¿Qué valor tienen o qué peso tienen los estudiantes, la oposición, los interlocutores? ¿Quiénes son los interlocutores?

De cualquier modo, el marco –insiste– es la Constitución, y –por ejemplo– en ningún punto de la Carta Magna hay algún artículo que diga que al Presidente se lo puede obligar a renunciar. “En esos límites que fija la Constitución tengo que determinar cuantitativamente y cualitativamente cómo le doy forma a una necesidad, porque el ser humano tiene necesidades. Y el Gobierno tiene necesidades y la oposición tiene necesidades. Pero ¿qué forma les dan a esas necesidades? Tiene que haber un proceso con el que se tecnifica la necesidad”. El trabajo del técnico es, justamente, hacer tangibles las solicitudes.

Monsalve relata lo sucedido en las negociaciones entre Egipto e Israel luego de la Guerra de los Seis Días, con la
división entre norte-sur, este-oeste, y el problema de fondo:
dos necesidades. “Se llegó a una conclusión muy precisa: esa es una zona desmilitarizada”. El mediador, por ello, “facilita las proposiciones para que se llegue a posturas concretas”.

Mediador debe ser escogido por ambos

–En este caso la mediación le correspondería a Unasur.
–La intermediación se da cuando tú y yo, que estamos
discutiendo sobre la propiedad de algo, nombramos los dos una tercera persona. Si tú nombras a alguien, pero yo no lo reconozco, ¿cuál va a ser su papel? Estamos ahorita en ese punto. Va a venir la Unasur, y lo que digan los cancilleres, sus propuestas no van a ser bien vistas porque van a ser vistas como algo ajeno a mí, porque no fue escogido por mí.

–¿Debería ser escogido por los dos juntos?
–Por supuesto.

–¿Por qué Unasur no puede ser aceptada por la oposición?
–Porque no se le preguntó, y estamos hablando entre gente
que son partes iguales.

–¿Por qué el Gobierno tiene que aceptar algo que podría
decir que es un chantaje?

–Porque hay una cuestión que se llama poder, y cada uno tiene poder. ¿Cuál es el poder mío? El poder de movilizar, crear tensiones, crear todo lo que hemos visto que ha pasado en este tiempo. Yo no tengo otro poder. ¿Cuál es el poder del Estado? El poder del Estado: fijar las reglas y normas, mantener el orden del Estado. Si aceptamos que los dos tenemos poder, tengo que pensar qué gano si la oposición cede en algo, y la oposición tiene que pensar qué gana ella. Si ella no ve ganancia, o no entiende la ganancia, o la propuesta que le hago yo no le sirve, no le sirve porque no tiene que ver con sus necesidades.

El que no negocia, pierde

El experto insiste en que una de las condiciones para el diálogo es “la madurez de los negociadores”, para que “si les dicen cualquier cosa inconveniente en el diálogo entiendan que es una necedad”. Advierte que en Venezuela se ha creado un clima en el que se inflama el ánimo, de parte y parte, y comenta que con el ánimo inflamado “no se debe” negociar.

–Entonces este no es el momento para negociar.
–Sí es el momento, pero hay que comenzar con una cierta
técnica. No comenzar con que “yo tengo ganas de negociar
contigo y te jamaqueo”. Ese es otro proceso, un poco más lento, más de adulto.

–¿Y si no se negocia en este momento?
–Si no se negocia ahorita sigue la tensión, y yo tengo que
pagar un precio por la tensión.

–¿Ambos?
–Ambos. No se puede plantear ese tipo de absurdos, de que “no negocio y no pierdo ni gano”. Mentira. El que no negocia,
pierde. Además, por otro lado hay que entender que la negociación no es para satisfacción mía, sino para organizar un sistema técnico de acercamiento entre ambos que permita concluir que es lo mejor posible a alcanzar en estas circunstancias. Yo no puedo decir “yo quiero”. Hay
que buscar un espacio “donde la gente sienta satisfacción y no se sienta engañada ni atropellada de ningún lado”.

Monsalve recurre, igualmente, al ejemplo de Vietnam, y
cómo se pudo llegar a acuerdos en plena guerra, con un país
destruido por el conflicto y la injerencia extranjera. Y como
fue posible ganar la paz.

Negociar por el conflicto

En Venezuela hubo ya un proceso de negociación, en el
año 2003. ¿Por qué volver a uno nuevo? “Porque yo negocié
algo, resolví un tema. Negocio porque hay un conflicto; si no
hay un conflicto, no negocio. La negociación es una conse-
cuencia del conflicto”, subraya. “La magnitud de ese conflicto
determina la importancia del asunto y la necesidad de que se
convenga que, por la magnitud del asunto, eso no puede ser resuelto sino con la negociación, con el diálogo”.
La construcción del “paquete de negociación” es “una
especialidad de los negociadores”; es “una cosa técnica, no
política”. El técnico debe ser alguien que ayude a facilitar;
eso debe ser con reuniones “sin público, sin fotógrafos”
ntienden que hay que buscar soluciones”.
Como especialista en negociaciones, propone “ser un
poco más controlados en el lenguaje”, y evitar culparse
unos con otros, ya que “es un sistema que se crea entre dos
polos que se atraen por la perversidad”. El lenguaje se rom-
pe “cuando yo cambie el estilo, y dejemos de lado a quienes de forma oficial se han convertido en los grandes mentadores
de madre del país”.

Convivencia

Para Monsalve es perfectamente posible regresar a la convivencia que parece haberse diluido. “Yo parto de las cosas menudas que se dan”, como los llamados entre amigas y amigos que se dejaron de hablar durante un mes y ahora retomaron sus relaciones. “Hay una relativa confianza en que sí hay un clima que permita que la gente intercambie, y si hay un intercambio hay una conexión”, subraya. Los pequeños actos entre las personas comunes son de mucha ayuda

-¿Y el llamado a EEUU?
El presidente Nicolás Maduro ha lanzado una iniciativa de paz
con el Presidente del Parlamento, Diosdado Cabello, a la cabeza– que no ha recibido respuesta de los voceros estadounidenses. ¿Habría que insistir en eso? “No”, contes-
ta Tulio Monsalve. “El hecho de proponer un actor que se supone que está inserto en un lado de la negociación es desconocer al actor nacional, y obviamente ese actor nacional no se va a sentir a gusto al decirle ‘yo no hablo
con payasos, sino con el dueño del circo’. Los de aquí no lo van a aceptar”, añade.