Julio Cortázar y la democratización de la novela

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Kintto Lucas|

¿Qué habrá sospechado Alicia en ese minuto decisivo, ese fugaz minuto que escapó volando -antes que ella- y atravesó el espejo rumbo al país de las maravillas? Seguramente no sospechó que las bellas, pequeñas y sofisticadas máquinas con las cuales iba a encontrarse cambiarían totalmente la historia de su vida. No. No lo sospechó siquiera y ella también, como el minuto, atravesó el espejo y entró en la computadora. Y en ese país de las maravillas, que ya no era el mismo de antes, el que alguna vez había visitado, la reina de los robots la perseguía por el largo camino que llevaba hacia el satélite de cristal. Pero Alicia ya no tenía la seguridad de que tarde o temprano llegaría sana y salva a su destino como antes, dependía de quien manejara el computador.

Tal vez el niño que lo hacía decidía que ella debería ser presa por la reina de los robots y la dejaba detenida para siempre en la laguna de los encierros, y no regresaba jamás a casa, o tal vez decidía convertirla en pájaro y regresaba a casa volando. El final ya no pertenecía a quien la había creado y mucho menos a ella… Esa incertidumbre sobre el final de la historia de Alicia podría pasar con cualquier historia. Cualquier mundo podría ser transformado, cualquier personaje podrá vivir distintas realidades cualquier final podrá tener muchos finales, de acuerdo al lector.

A pesar de, tal vez, romper las normas académicas, inicio con este pequeño texto para ejemplificar la utilización de la metaficción en la actualidad. La computadora permite crear una verdadera historia metaficcional interactiva, multiplicando la imaginación y la creatividad entre el escritor y el lector que deja de lado su papel pasivo. Hoy, distintas plataformas informáticas o las propias redes sociales permiten un intercambio directo entre escritor y lector. Se está construyendo una ficción literaria que cuestiona la propia ficción, al punto de poner en duda en qué momento la obra es ficción o realidad. Esto genera ciertas interrogantes. ¿La creación literaria se democratiza? ¿Se destruye la literatura?

Sin embargo, está realidad que estamos viviendo hoy, no tuvo su génesis en los ingenieros informáticos, en quienes crearon programas de hipertextos, tiene su origen en la novelas metaficcionales. Estas novelas, en un comienzo experimentales, buscaban involucrar al lector en la ficción, buscaban despertar los sentidos del lector, advirtiéndole que lo que estaba leyendo era ficción y podía intervenir en el desenlace. De alguna forma el escritor de una novela de metaficción, quería decirle a lector: esto que estás leyendo es inventado, por lo tanto tu tienes el derecho a intervenir, lo límites entre la realidad de esta historia inventada por mi y la ficción propiamente dicha los pones tú. Es un llamado al lector a cuestionar los cordones de la verosimilitud y la relación entre ficción y realidad. Cómo señala Francisco Orejas, la metaficción literaria cuestiona al realismo narrativo:

Obras de ficción (fundamentalmente en prosa, de carácter narrativo) escritas a partir de los años sesenta (lo que no significa que la tendencia haya surgido en ese momento), que exploran los aspectos formales del texto mismo, cuestionan los códigos del realismo narrativo (en ocasiones, sirviéndose de ellos) y, al hacerlo, llaman la atención del lector sobre su carácter de obra ficticia, revelando las diversas estrategias de las que el autor se sirve en el proceso de la creación literaria. Sus aspectos más destacados son la autoconsciencia, la autorreferencialidad, la ficcionalidad y la hipertextualidad.” (Orejas, 2003, pp. 113)

Luis Veres, por su parte, caracteriza a la metanovela por la intención del autor “de dificultar al lector una lectura inocente del texto, recordándole constantemente la naturaleza artificiosa del texto con el intento subyacente de estimular una reflexión sobre la función y los mecanismos de la literatura y, por ende, de la realidad” (Veres 2009, pp. 1)

Tanto Orejas como Veres, colocan al escritor de una metanovela, como una persona cuyo propósito es estimular en el lector la reflexión filosófica del sentido de la literatura y los mecanismos utilizados en la creación literaria.

Si bien, en buena parte esa es la intención, creo que hay algunos escritores que utilizaron la metaliteratura como una forma de involucrar al lector de darle una mayor participación en la acción de la trama, no solamente en la reflexión. Se busca que el lector a veces pueda ser una especie de coautor o incluso personaje de la novela, según como se quiera asumir. Tal vez el mejor ejemplo de esa apertura a la participación directa del lector es Rayuela, de Julio Cortázar.

La aclaración del comienzo de Rayuela es elocuente. Ahí está clara la intención de Cortázar de provocar al lector e invitarlo a que siga su propio camino. Es una forma de decirle: aquí está mi novela, sin embargo no te voy a llevar de la mano por la trama, tu tienes la libertad, de buscar tu propio camino, o construirlo. Le está diciendo al lector que puede ser coautor y, tal vez, personaje si quiere serlo, sino puede seguir siendo un simple lector.

TABLERO DE DIRECCIÓN: A su manera este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros. El lector queda invitado a elegir una de las dos posibilidades siguientes:

El primer libro se deja leer en la forma corriente, y termina en el capítulo 56, al pie del cual hay tres vistosas estrellitas que equivalen a la palabra Fin. Por consiguiente, el lector prescindirá sin remordimientos de lo que sigue.

El segundo libro se deja leer empezando por el capítulo 73 y siguiendo luego en el orden que se indica al pie de cada capítulo. En caso de confusión u olvido, bastará consultar la lista siguiente: …. (Cortázar, 1963, pp. 1)

La metaficción tiene raíces lejanas en el propio Quijote, pero uno de los primeros que asumió su papel fue Macedonio Fernández, y lo explica señalando que él quiere ganar al lector como personaje. Su influencia en la obra de Cortázar, se evidencia claramente en Rayuela. Si Macedonio Fernández buscaba un lector-personaje, Cortázar busca un lector-cómplice en todos los sentidos: cómplice del autor, cómplice de los personajes, cómplice en el padecimiento de crear una novela:

“…la de hacer un cómplice, un camarada de camino. Simultaneizarlo, puesto que la lectura abolirá el tiempo del lector y lo trasladará al del autor. Así el lector podría llegar a ser copartícipe y copadeciente de la experiencia por la que pasa el novelista, en el mismo momento y de la misma forma” (Cortázar, Capítulo 79)

De la misma forma que busca un lector activo, que llama al lector a transgredir las supuestas normas de la novela, Cortázar da el ejemplo y transgrede las normas, entonces Morelli puede ser personaje, autor, lector y crítico, puede asumir varias voces. ¿Cuál es la voz de la realidad? ¿Cuál es la voz de la ficción?

Pero para seguir rompiendo las normas, vuelvo al comienzo. Hoy con la tecnología informática podríamos construir una novela verdaderamente abierta, como lo intentó Cortázar con Rayuela, como lo intentaron tantos sin conseguirlo finalmente conseguirlo. A través de plataformas informáticas, de redes sociales como Facebook se puede construir una novela que se va leyendo y según lo que se va opinando, las páginas que siguen pueden ser distintas.

En el 2018 puede ocurrir que no aceptemos algunos hechos ocurridos en el año 70, entonces le cerremos esas alternativas. Participaría de la misma el azar y el tiempo transcurrido; permite a un escritor hacer una obra de fabulosa magnitud, una obra que ya no sería de él, sino de todos los que pueden acceder a ella. Y él autor, a su vez luego puede volver a leerla e introducirle otras alternativas. La novela se humaniza porque el lector participa de verdad…

Al leer Rayuela, por ejemplo, nos enterábamos de todas las variantes que se le habían ocurrido a Cortázar. En una creación colectiva, usando las tecnologías informáticas, no pasaría eso porque permitiría dejar leer las variantes según la opinión de cada uno sobre el hecho anterior.

Vuelvo a las preguntas mencionadas anteriormente. ¿La creación literaria se democratiza? ¿Se destruye la literatura? Tal vez la literatura de humaniza, como decía el escritor e ingeniero uruguayo Juan Grompone, al principio de los 90, mencionando las tecnologías que recién se estaban creando y cuando todavía no existían redes sociales.

Tal vez la literatura se democratiza. En todo caso, más allá de las posibilidades actuales, Julio Cortázar utilizó la metaficción como una forma de democratizar la literatura, de humanizarla. Entonces, Rayuela, entre otras cosas, también es ejemplo de esa intención.

Bibliografía
Cerón, Sebastián. Las morelianas de Macedonio o los prólogos de Cortázar, en VIII Congreso Argentino de Hispanistas, 2007.
Comes Peña, Claudia. Vedeoconferencia, UNIBA, 2018.
Cortázar, Julio. Rayuela, Oveja Negra, Bogotá, 1963.
Fernández, Macedonio. Museo de la Novela de la Eterna, 1967.
Juan-Navarro, Santiago. Un tal Morelli: teoría y práctica de la lectura en Rayuela, de Julio Cortázar. Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, No. 16 (2), 1992.
Lucas, Kintto. El arca de la realidad: de la cultura del silencio a wikileaks, Ciespal, Quito, 2013.
Orejas, Francisco. La metaficción española contemporánea, Arcos, Madrid, 2003.
Shaw, Donald L. “Macedonio Fernández”. En Nueva narrativa hispanoamericana.
Torres Perdigón, Andrea. La noción de metaficción en la novela contemporánea, Université Paris Sorbonne, París, 2011.
Torres Perdigón, Andrea. ¿Quién ve, quién narra? Museo de la Novela de la Eterna y La ciudad ausente, 2011.
Veres, Luis. Metaliteratura y cultura posmoderna, Capítulo 1, Editorial de la Universidad de Granada, Granada, 2019.
Waugh, Patricia. Metafiction, the theory and practice of self-conscious fiction, London, Routledge (1ª edição: 1984), 2003.