Christiane Valles: Hay que distinguir la cultura de la gestión cultural

 

Roberto Malaver|

Antropóloga. Estuvo al frente del Centro Nacional de libro –CENAL- hasta hace poco. Allí, entre tantas cosas, también se encargó de organizar la Feria Internacional del libro de Venezuela FILVEN-. Lectora crítica y rigurosa, asoma siempre una rccomendación literaria.

-Después de haber estado tanto tiempo al frente del Cenal, ¿qué se puede rescatar de allí?

— Valoro profundamente aspectos poco conocidos, no ejecutados o parcialmente concretados de nuestra gestión: la redacción de la ley del Sistema Social del Libro y la Lectura, aprobada unánimemente por la Asamblea Nacional en octubre de 2015; la redacción del Programa Nacional de Traducciones; la conceptualización del Sistema de Información del Libro; el Reglamento del Órgano Superior de Edición e Imprentas Públicas y la publicación de la filosofía y método de la mediación de lectura desde el ente rector, entre otros documentos normativos y de política cultural.Christiane Valles

Esperamos haber sostenido, con la mayor dignidad posible, la organización de las Filven que nos correspondieron (2010 a 2017) y haberle otorgado al libro el protagonismo que le corresponde en el universo estético venezolano. En lo personal, queda un profundo respeto por el hacer amoroso, vocacional, de mujeres y hombres que dedican su vida, no solo su trabajo, a construir nuestro imaginario literario y acervo editorial.

—¿Cuál es el futuro de las ferias del libro en Venezuela?

-Las ferias son la expresión de la vitalidad intelectual, creativa, de un país y el nuestro está en ebullición, las ideas se mueven vertiginosamente. Otra cosa es el tema de la impresión de libros que ha caído sensiblemente. Allí el desafío es muy grande porque no escapa el ámbito gráfico de las dificultades implícitas en la dependencia de las importaciones de materias primas y repuestos necesarios para mantener el ritmo que veníamos sosteniendo hasta 2014, como sucede con otras industrias nacionales.

La oferta impresa y la importación de novedades van a limitarse, hasta no superar los escollos que la guerra económica nos presenta. Siempre tenemos el componente de una buena programación académica y espacios de debate y sensibilidad y allí la calidad de la feria también se valora. Se decantarán y se mantendrán las que tengan soporte económico y voluntad política.

 —¿Leer para qué?

Christian Valles presidenta cenal libros escritura—Por allí circula una gráfica que muestra la diversidad de causas y objetivos por las que se ve la motivación lectora. Para mí, en síntesis: leer para ser.

—José Ignacio Cabrujas decía que “la cultura es la guinda de la torta, esa cosa que colocan allí, encimita”. ¿Será verdad?-

—Hay que distinguir la cultura de la gestión cultural. La cultura es consustancial a lo humano, no es un accesorio sustituible ni un adornito. La gestión cultural y la administración de las instituciones son otra cosa. Supongo que es a eso a lo que Cabrujas se refería: a la pobre interpretación y degradación del rol que los procesos, el arte y los sujetos culturales (individuales y colectivos) cumplen en la sociedad, se tiene desde cierta burocracia y en términos presupuestarios.

Por fortuna, creo que progresivamente se va cambiando esa visión de “acto cultural” tan bien dibujada por Cabrujas y va consolidándose la de la necesaria reafirmación de la diversidad cultural e identitaria como fuente insustituible para la creación del sentido común de un bloque histórico emergente. El necesario balance de tradición e innovación para arraigarnos en nuestro tiempo, en nuestra cosmovisión e imaginario.

 — Chávez dijo que “la revolución es cultural o no es revolución” ¿Se está cumpliendo esa premisa?

—Por lo que antes mencioné, sí se está cumpliendo: una revolución es un proceso fundamentalmente identitario, supone la construcción de una sociedad con rasgos distintivos propios: es una decisión colectiva de cambio estructural. Pero ni las revoluciones, ni la cultura, ni la historia son lineales, secuenciales y ascendentes. Tampoco están en modo turbo. Las contradicciones, idas y venidas, el desconcierto y hasta cierto horror vacuo son parte de sus características. Nos asimos a lo conocido desde la cultura, desde los símbolos, y construimos otros.

Allí está Chávez, por ejemplo. Solo un apellido, sin tantos títulos ni adjetivaciones, sintetizando los afectos del pueblo al que le abrió el camino de cumplir su vocación histórica.

*Publicado en CCS Ciudad