Caen las piezas clave del imperio Murdoch

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MARCELO JUSTO| La ex directora ejecutiva del pulpo mediático News International, Rebekah Brooks, ex editora del fenecido dominical News of The World y ex niña mimada del mandamás del grupo, Rupert Murdoch, fue arrestada ayer por la policía británica en el caso de las escuchas telefónicas. Su esposo, Charlie Brooks, viejo amigo del primer ministro conservador David Cameron, y el jefe de seguridad de News International, Mark Hanna, fueron también detenidos junto a otras tres personas por su “intento de encubrimiento e interferencia con la investigación”.
Tres investigaciones policiales, 44 arrestos, decenas de renuncias de ejecutivos de la organización y millones de dólares de indemnización a las víctimas no han calmado un escándalo que ha terminado sacudiendo a la organización madre News Org, segundo conglomerado mediático a nivel mundial, con sede en Nueva York. El espionaje mediático no conocía límites. Artistas de fama internacional (Jude Law, Sienna Miller, Hugh Grant), deportistas (Paul Gascoine, Graham Taylor), políticos (varios ex ministros laboristas, numerosos diputados) y víctimas de crímenes (los atentados de 2005, violaciones, desapariciones) tenían un punto en común: podían disparar las ventas mediante el uso de sofisticados métodos de hackeo.

La reverberación política del escándalo queda en claro con un mapa y un “quién es quién” del poder en el Reino Unido. Rebekah y Charlie Brooks tienen una casa de campo en Oxfordshire a minutos de la que poseen los Cameron, con quienes mantienen una amistad que, en el caso del marido, un columnista de la high life dedicado a los caballos, se retrotrae a la adolescencia y la escuela más elitista del Reino Unido: Eton. Otro protagonista clave de las escuchas, Andy Coulson, ex editor del News of The World durante la primera fase del escándalo, fue jefe de prensa de Cameron hasta que se vio obligado a renunciar, a principios del año pasado, por las ramificaciones que tomaba la investigación policial.

Los arrestos coincidieron con la visita del primer ministro a Washington), uno de los eventos más importantes de la diplomacia británica, que hace lo indecible para proyectar y sostener la imagen de una “relación especial” con Estados Unidos, derivada de la historia en común, la lengua y una supuesta comunidad de valores y objetivos. La oficina de prensa del primer ministro intentó minimizar el hecho señalando que se trataba de un “tema estrictamente policial”, pero uno de los afectados por las escuchas, el diputado laborista Chris Bryant, subrayó en su cuenta de Twitter el impacto político de los arrestos. “Cameron huye del país mientras arrestan a sus amigotes”, escribió Bryant.

El grupo Murdoch ha intentado contener el escándalo con una serie de medidas y renuncias de alto voltaje. La última edición del News of The World contenía un larguísimo pedido de disculpas por las escuchas. Sin chistar, el grupo pagó una seguidilla de indemnizaciones que iban de un mínimo equivalente a unos 70 mil dólares a un máximo que roza los cuatro millones. La cabeza de Brooks rodó en julio del año pasado, junto a la de Les Hilton, mano derecha de Rupert Murdoch que ese mismo día hizo un pedido personal de disculpas a la familia de la adolescente secuestrada y asesinada Milly Dowler, cuyos mensajes habían sido hackeados. En febrero, su hijo y aparente heredero, James Murdoch, renunció a su puesto de director ejecutivo de News International.

Nada ha servido. Con su propia reputación en la mira, la policía ha lanzado tres investigaciones que pretenden ser exhaustivas. El operativo Weeting se concentra en las escuchas telefónicas, el Elvedon en el pago a policías y el Tuleta en el hackeo de computadoras. Una de las bombas de tiempo del escándalo es cuánto sabían los Murdoch. En dos comparecencias parlamentarias, Murdoch hijo negó todo conocimiento de las escuchas, pero su testimonio ha sido cuestionado por dos importantes ex ejecutivos de la organización. La otra bomba es la ramificación política y los motivos que llevaron a David Cameron a nombrar a Andy Coulson como su jefe de prensa en 2007, poco después de que renunciara a su cargo de editor de News of the World, durante la primera fase del escándalo.