El narcotráfico y el gobierno de Lacalle

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Luvis Hochimín Pareja

Un contenedor que llegó al Puerto de Amberes, en Bélgica, con budines y alfajores y que había pasado por el de Montevideo, llevaba dos toneladas de cocaína. La incautación fue informada por la Aduana de Bélgica, que en un operativo incautó en total 3.400 kilos de la droga blanca, en cargamentos que llegaron desde la capital uruguaya y desde Guayaquil.

La crisis política en Uruguay abre varias aristas que conducen una misma problemática: el narcotráfico. La supuesta protección que el gobierno del presidente Luis Lacalle Pou al narcotraficante Sebastián Marset tiene implicancias relacionadas con un nuevo flagelo que ataca al país  y está relacionado con el narcotráfico. Marset conocido como “el Gerente de la Hidrovia”,es buscado por Interpol y la DEA por contrabandear 16 toneladas de cocaína a Europa a través del puerto de Montevideo.

El escándalo Marset y la corrupción en el alto gobierno llevaron a la renuncia del canciller  Francisco Bustillo  y el ministro del Interior Luis Alberto Heber, su viceministro Guillermo Maciel, y el asesor de comunicación del mandatario, Roberto Lafluf, en medio de una crisis política por la entrega del pasaporte al narcotraficante prófugo.

En uno de los audios difundidos por la prensa,Bustillo le sugiere a la vicecanciller Carolina Ache que pierda su celular para que no se conociera una conversación que tuvo con Maciel, que le advertía que Marset era un “narco peligroso y pesado”.

Narcoguay

El viernes 22 de diciembre llegó al puerto de Bélgica el barco desde la ciudad de Ecuador, con 1,24 toneladas de la droga. Una semana después, el 28 de diciembre, los funcionarios de la terminal portuaria encontraron que otro barco tenía 2,16 toneladas.La droga estaba camuflada en esos alimentos, una modalidad utilizada de forma frecuente por los narcotraficantes para hacer pasar las sustancias.

El 14 de noviembre entró por el acceso norte del Puerto de Montevideo un contenedor con 22.320 unidades de budines y alfajores de la marca Portezuelo y 1.122 botellas de vermouth que compró una empresa de Holanda en Uruguay. Al atravesar el ingreso la carga obtuvo “canal verde”, pasó por el escáner, continuó hacia la Terminal Cuenca del Plata y no se realizó un control manual.

La carga, con un valor total de 48.256 dólares –34.110 de budines y alfajores y  14.146 de vermouth– partió hacia el puerto de Amberes, en Bélgica, donde la Aduana de ese país detectó el 28 de diciembre que entre los alimentos había 2,16 toneladas de cocaína.

Uruguay sigue mostrando dificultades para controlar el paso de contenedores de droga por su Puerto y agudiza un problema que amenaza con complicar al presidente derechista Luis Lacalle Pou en el año de las elecciones presidenciales. Con la campaña electoral a la vuelta de la esquina, el gobierno anunció la compra de escáners que le permitan una revisión de los contenedores del 75%… en los próximos meses.

Rutas del narcotráfico sin control 

En Uruguay vinculan este “libre paso” de drogas al puerto de Montevideo a la falta de controles del gobierno de Luis Lacalle Pou. Incluso, no descartan que esté involucrado el ex jefe de seguridad del presidente uruguayo, Alejandro Astesiano, detenido por contrabando y acusado de espiar opositores, empresarios y hasta a la ex esposa de Lacalle Pou.

El Puerto de Montevideo estuvo envuelto un escándalo político tras un intento del gobierno de darle la licitación a un empresa belga por medio siglo. El poder político no es ajeno a lo que pasa en el puerto y la mitad del espacio aéreo de Uruguay no tiene radares, pasan como quieren. Otro dato que preocupa es que el 50 por ciento del espacio aéreo uruguayo no tiene radares de control y eso permite el moviento de aviones y avionetas de forma ilegal.

Según el diario uruguayo El País, la carga de cocaína parte de Colombia y se dirige hacia el sur por dos rutas: una pasa por Brasil, Bolivia, norte argentino, Buenos Aires y Montevideo. La otra ruta sale de Colombia, cruza Brasil, Paraguay y arriba a Uruguay. Las bandas narcotraficantes llegan a las respectivas fronteras, entregan el cargamento a otra banda y obtienen su paga.

La droga proveniente de Buenos Aires pasa el Río Uruguay en lanchones o en autos que cruzan los puentes de Paysandú, Río Negro y Salto, mientras que la cocaína que llega desde Brasil atraviesa por la frontera seca en Artigas, Rivera y Cerro Largo. En marzo pasado, Naciones Unidas alertó sobre la vulnerabilidad de las fronteras en el río de la Plata y la expansión de la ruta de la cocaína en la región.

El informe señala que además de los envíos que llegan al océano a través de los tramos finales del río Paraná en Argentina, la ruta del Cono Sur puede incluir envíos que se cargan a buques transoceánicos directamente en los puertos de la desembocadura de este río, como Montevideo.

Desde que la Aduana de Argentina reforzó los controles e implementó escáners para revisar el contenido de los contenedores provenientes de Paraguay, el tráfico de drogas se trasladó al Puerto de Montevideo. Los contenedores llegan a Uruguay a través de la hidrovía paraguaya y son enviados a Bélgica o Alemania.

No es la primera vez que se incauta droga en Europa en un barco que tuvo su paso por el puerto de Montevideo. En julio, en el puerto de Hamburgo (Alemania), fueron encontradas 10 toneladas de cocaína scondidas en contenedores que salieron a mediados de mayo del puerto de Paraguay en barcazas que presuntamente transportaban sésamo y pasaron por Montevideo, donde permanecieron hasta el 2 de junio. Después, pasaron por seis puertos brasileños, uno africano y dos europeos, antes de llegar al destino final.

 En Montevideo el escáner, ubicado en el acceso norte del puerto, que realiza controles aleatorios, no detectó el cargamento ilegal. Como había obtenido canal verde, tampoco se realizó el control manual abriendo el contenedor, pese a que ese tipo de tránsito es calificado como de riesgo por Aduanas.

“El escáner no es milagroso y el que tenemos no es de los mejores”, respondió el director Nacional de Aduanas, Jaime Borgiani, a El Observador. Pero el envío tenía varias características que lo hacían sospechoso: eran productos que Uruguay no exporta hacia Europa, que el envío no lo realizaba la empresa productora de los budines y alfajores y que el destino, Bélgica, es considerado de riesgo para Aduanas.

Antes de llegar al acceso norte del Puerto de Montevideo, el único punto donde hay un escáner, el contenedor estuvo en Zonamerica, donde los paquetes pueden alterarse, reempaquetarse o fraccionarse y donde las autoridades presumen que se contaminaron los alimentos con las dos toneladas de cocaína.

La responsable de la exportación fue una empresa que está ubicada en el barrio montevideano La Unión y se dedica a ofrecer servicios de carga, logísticos y aduaneros y servicio de almacenaje en cinco mil metros cuadrados de depósitos en Zonamerica, según se lee en su página web.

La exportadora explicó que una empresa de carga holandesa hizo el pedido de cotización por budines, alfajores y vino. Sin embargo, al no haber stock de vino, la exportadora le ofreció vermouth y la empresa en Holanda aceptó y pidió que los productos se envíen a Amberes, en Bélgica.

En Bélgica la carga tenía como destinatario a la empresa “EFF Logistc BV” que se dedica a exportar, importar y almacenar fruta fresca, según se lee en su web.  En Uruguay el caso está en investigación de la Fiscalía de Estupefacientes a cargo de Stella Llorente.

*Periodista uruguayo, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)