Venezuela: el Polo, el tigre y el sofá

UN GRANO DE MAÍZ | El Polo, más allá de la voluntad, es territorio de confrontación ideológica. Muchos temas se discuten en su seno, uno de los más tocados es la necesidad de organizarlo y cómo hacerlo.

Nosotros queremos contribuir a esa discusión con algunos párrafos de Enrique Dussell que aclaran la posición del filósofo, y serán material útil para la discusión. Veamos.

Escribe Dussell:

… “Es decir, la comunidad no puede actuar como si fuera un actor colectivo sustantivo unánime en democracia directa permanente. Es el momento ideal del postulado, pero imposible empíricamente. La comunidad actúa por medio de cada uno de sus miembros diferenciadamente. Ya en la caza del paleolítico, uno daba la señal de comenzar la caza, otros espantaban la presa, unos blandían las armas en lugares apropiados, otros se especializaban en usar las trampas, otro distribuía el botín proporcionalmente entre los cazadores. La diferenciación funcional del todo les permitía alcanzar objetos complejos superiores. Lo mismo en el ejercicio delegado del poder político.

(…) Se “delega” a alguien el poder para que represente en el nivel del ejercicio institucional del poder a la comunidad, al pueblo. Esto es necesario pero al mismo tiempo es ambiguo. Es necesario, porque la democracia directa es imposible en las instituciones políticas que involucran a millones de ciudadanos. Pero es ambiguo porque el representante puede olvidar que el poder que ejerce es por delegación en nombre de “otro”.

(…) En su sentido pleno, político, originario, la representación es una delegación del poder para que sea ejercido o cumplido en “servicio” de los representados que lo han elegido como su representante porque sin diferenciación de funciones heterogéneas no es posible la reproducción y aumento de la vida de la comunidad, ni el ejercicio de las instituciones de legitimación ni alcanzar eficacia. Si en la caza del paleolítico todos cumplieran la misma función (dar el grito de alerta) nadie cazaría; o si se dejara al puro azar el que cada uno cumpliera la función que le pluguiera, sería el caos y nunca cazarían a la veloz liebre o al fiero león. (…) La representación, de nuevo, es necesaria pero es ambigua. No por ambigua se la puede eliminar; hay que definirla, reglamentarla, imbuirla de normatividad para que sea útil, eficaz, justa, obediente a la comunidad.”

No podemos actuar como el alemán del chiste que pretendió arreglar sus problemas maritales vendiendo el sofá. Ante la posibilidad de que la dirección y la delegación de poder se perviertan no podemos eliminar la organización.

Le proponemos a la sociedad el mayor cambio cultural que alguna vez se ha propuesto, en este empeño tropezamos con inmensos obstáculos de todo tipo. La oligarquía mundial nos ataca, sin embargo, nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos y los extravíos que inventamos para no dar el salto. El Polo tendrá la dimensión de la organización que sea capaz de parir.

Concluimos: es necesario, sin complejos tontos, organizar al Polo, de no hacerlo seremos fácil presa del tigre con dientes de portaaviones.

Fuente: http://ungranodemaiz.blogspot.com/2011/11/el-polo-el-tigre-y-el-sofa-domingo-27.html