Periodistas culturales en la mira

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Laura Antillano |

Recientemente se llevó a cabo un seminario sobre periodismo cultural, apadrinado por Fundarte. Por lo que leímos en redes sociales, se insistió en la necesidad de que quien reseña el área de cultura debe formarse culturalmente ( obvio), y ello conlleva el hecho de que no pueden llegarle al entrevistado diciendo: ¿Cómo se llama usted y qué hace?, sino que debe incursionar en la investigación y tener contacto real con el espectro de lo que informarán.

Hace poco me contaban de quien se enfrenta a un espacio nuevo donde se le asigna una tarea tangencial y dice a los presentes: -“Yo no sé nada de esto, pero ahora eso de que saber es poder” no aplica…

Pues pensamos que saber siempre se considera un poder, y que tener información a conciencia en una materia siempre te proporcionará herramientas para comprender y ejecutar en ella.

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Sergio (y Lourdes) Antillano

Me parece esta una buena ocasión para referirme a dos personas que tuvieron en su hacer el periodismo cultural (entre otras líneas de acción) y que supieron ejecutarlo porque amaban, de forma natural, el hecho cultural: el periodista Sergio Antillano González y el escritor Alfredo Armas Alfonzo se retroalimentaban en ella como el mar y el río, dejando recorrer aguas y fusionar canales de riego en un proceso de simbiosis permanente, sin fronteras ni instancias conflictivas.

Sergio Antillano González, en el día a día de su aventura cotidiana combinaba lo leído y lo vivido como una única entidad; de hecho, el camino que transitó en el periodismo le llevó desde la crónica deportiva de sus años mozos hasta la reflexión acerca de las artes visuales, habiendo pasado por el espacio de los sucesos, la crónica política, el reportaje y la entrevista como formas de percepción de la realidad en su instancia de ente curioso, interesado en todo lo que le rodeaba. Los artistas plásticos eran sus amigos personales, como los escritores o los músicos; estaban al tanto del trabajo de todos en el espacio mismo de sus haceres, y si no pregúntenle a cualquiera del grupo de pintores zulianos, o de aquella generación de la gente de El techo de la ballena, 40° a la sombra, y más. Veía cine del bueno, con un consumo de hasta tres filmes en un día, leía todos los géneros y los disfrutaba y comentaba con interés natural.

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Alfredo Armas Alfonzo

S.A. concebía todo en relación con los lenguajes de la escritura de la noticia de primera plana, de la crónica concienzuda, del reportaje revelador, al lado de la mirada y la discusión de las vanguardias del cine, o a la interpretación del gesto producido por el artista plástico, en su deseo de decir y producir rupturas epistemológicas.

En Alfredo Armas Alfonzo, la condición de tales circunstancias traía la patente del hombre cuyo origen se anota en el paisaje, aquel para quien la agenda marca la recolección de la cosecha, el descuido del funcionario, la muerte como tramo de la memoria. Vino a Caracas desde las tierras del Oriente venezolano, y uno de sus mentores fue Guillermo Meneses, quien lo emplea en prensa después de probarlo a través de lo escrito. Con ese apoyo se lanza el joven escritor al periodismo de calle, y poco a poco desarrollará su enorme sentido de lo humano y el acontecimiento, dedicándose por el resto de su vida al viaje permanente en la memoria, la propia y la de otros. Su acercamiento al mundo de la cultura incluye igualmente a los artistas plásticos, diseñadores, arquitectos, músicos, e hizo una excelente labor siempre con el acercamiento a cultores populares de gran valor quienes se dieron a conocer por su máquina de escribir.

De eso se trata, de concebir la escritura, la entrevista, el documental, el transmitir información, como un proceso de investigación. ¿Y no es esa la tarea del periodista? Investigar para llegar a la verdad y comunicarla.