Paraguay, Monsanto e imperio

JUAN GUAHÁN| Hasta ahora la idea de “Golpe de Estado” estaba asociada a las asonadas militares. Los tiempos han cambiado. Cuando se observa lo acontecido en Paraguay, con la destitución de Fernando Lugo, tenemos que mirar las cosas con otros ojos. Los Presidentes de los países integrantes del MERCOSUR, han suspendido la participación de Paraguay en los distintos niveles de ese organismo hasta que se normalice la situación en ese país. Ello podría ocurrir en abril 2013, con la elección del nuevo Presidente. La medida, con todo lo fuerte que parece ser, es una decisión moderada, dado que no se aplicaron sanciones económicas. Se trata de no agravar más la situación y no terminar favoreciendo a quienes se quiere sancionar. De esta manera la situación paraguaya empieza a “normalizarse”. Hay un reconocimiento que se trató de “una ruptura del orden institucional” (según la definición de los Presidentes del MERCOUR).

Lo cierto es que todavía no hay una fórmula elaborada para responder a este nuevo tipo de situaciones. No hay ruidos de sables, tanques atravesando las calles, ni altisonantes proclamas militares. Todo ocurre de un modo “pacífico”, aparentando normalidad. Los legisladores sacan cuentas sobre los “beneficios” que acompañará su voto. En eso muy posiblemente tengan razón. Seguramente esa decisión los beneficia o beneficiará. Eso sí, las causas o motivos invocados para hacerlo están lejos de la realidad y muy posiblemente reporten muy pocos “beneficios” al conjunto del pueblo paraguayo.

Con el paso de los días hay un par de cuestiones que van “aclarando los tantos”. Por un lado se puede observar como este tipo de medidas le cae viene muy bien a los intereses imperiales. Así no tienen que pagar los costos de los “golpes sangrientos” de épocas pasadas. Ahora con ayudar a alivianar las “cargas de la vida” de algunos legisladores se pueden lograr los mismos objetivos. También es obvio que las medidas preparatorias suponen ir desgastando a los gobiernos que no les son totalmente adictos.

Es sabido el interés de los Estados Unidos por rodear a Brasil. Ha sembrado de bases militares su contorno geográfico y ha vuelto aponer en marcha la IV Flota en dependencia del Comando Sur. En este caso podrá acercar su presencia militar, más allá de la Base Mariscal Estigarribia que ya ocupa, a las mismas narices de las fronteras brasileñas aprovechando la amistad que lo liga al nuevo gobierno elegido por el “golpe parlamentario”. Ya asistimos a la extorsión del nuevo gobierno paraguayo a sus vecinos con la energía que les vende de Itaipú.

Por otra parte están trascendiendo los detalles de los intereses de Monsanto, el gigantesco emporio vinculado a la producción sojera, en el golpe producido. Esta empresa emparentada con los grandes dueños de las tierras paraguayas (muchas de ellas malhabidas) tiene intereses  concretos en el reciente golpe.  Lo cierto es que el Servicio Nacional de Calidad y Salud Vegetal y de Semillas (SENAVE) no quería inscribir las nuevas semillas transgénicas, como lo demandaban Monsanto y los grandes latifundistas. Ese tema se transformó en una cuestión de Estado y se instaló en las primeras páginas de los diarios. Los latifundistas (según Censo 2008, un 2,5% de dueños de la tierra controlan el 85% de las cultivables) estaban preparando un “tractorazo” para la semana pasada. Se suspendió, no hizo falta. Por otro camino habían resuelto el problema.