Lanza EEUU misiles contra Siria por supuesto uso de armas químicas

 

  Damasco, la capital siria., amaneció asolada por fuertes explosiones y largas columnas de humo después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó a sus fuerzas armadas atacar Siria, en coordinación con los gobiernos de Gran Bretaña y Francia, en represalia por el supuesto bombardeo químico del sábado anterior, que dejó 40 muertos en Duma, último bastión rebelde en Ghouta Oriental.

Misiles Tomahawk lanzados desde afuera del espacio aéreo sirio alcanzaron unidades de élite de la fuerza armada del país árabe, entre ellas la guardia republicana y la cuarta división, así como un centro de investigación que servía de depósito de armas químicas en la provincia de Homs, reportó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

Horas antes, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, aseguró que su país tenía “pruebas irrefutables” de que el presunto ataque con armas químicas al que EEUU prometió responder era un montaje de agentes extranjeros. Y un día antes el embajador ruso ante Naciones Unidas, Vasili Nebenzia, advirtió que no se podía descartar la posibilidad de un conflicto armado entre su país y Estados Unidos, si Washington decidía lanzar un ataque contra Siria, lo que finalmente ocurrió ayer por la noche.

 La televisión siria informó que las defensas aéreas del país respondieron a la agresión, y emitió un video en el cual se ven disparos de sus baterías antiaéreas. Añadió que 13 misiles fueron derribados cerca de la ciudad de Al Kiswa, sur de Damasco.

El analista internacional Sergio Rodríguez Gelfestein advierte que la humanidad nunca había estado tan cerca como ahora de una nueva guerra mundial desde la crisis de los misiles en Cuba en 1962, sin embargo entre un hecho y el otro hay una diferencia sustancial: en aquella ocasión había evidencia de la presencia de cohetes soviéticos en la isla.

Y en ésta, añade, todo surge de una fabricación mediática y de organizaciones interesadas en mantener el conflicto como vía de autofinanciamiento y lucro, lo cual, fue utilizado por los enfebrecidos sectores de la ultra derecha que ostenta el poder en EEUU como justificación para colocar al mundo en vilo y al borde de decisiones de impensables consecuencias.

Jorge Orellana, por su parte, señala que, frustrado el presidente Donald Trump por no poder convencer a sus pares americanos de una intervención en Venezuela, no fue a la Cumbre de Lima y descargó su impotencia ordenando lanzar misiles contra los sirios.

La vocera de la cancillería rusa, Maria Zakharova, escribió en su cuenta de Facebook que se tiene que ser muy anormal para atacar la capital siria en el momento justo en que había oportunidad de un futuro pacífico.

El embajador ruso en Washington, Anatoly Antonov, opinó que se puso en práctica un montaje para justificar el lanzamiento de misiles contra Siria. Agregó que su gobierno no dejará sin consecuencia las acciones contra Damasco.

Cuando el ataque terminó, vehículos con altavoces recorrieron las calles de la capital reproduciendo canciones nacionalistas. Las almas de Dios no serán humilladas, tuiteó la presidencia. Al amanecer se observó cómo algunas familias comenzaron a desalojar sus viviendas para huir de otra posible embestida.

En Londres, la primera ministra, Theresa May, explicó que Occidente intentó toda vía diplomática para impedir que el presidente de Siria, Bashar al Assad, usara armas químicas en la guerra civil que se libra en su país, fraudulento argumento similar utilizado años atr´s para atacar Irak. Esto no se trata de una intervención en una guerra civil. No se trata de un cambio de régimen, añadió May.

El presidente francés, Emmanuel Macron, aseguró en un comunicado que las acciones militares se circunscriben a las capacidades del régimen sirio sobre las armas químicas., mientras que  Alemania indicó que se negó a formar parte de la acción militar, aunque su canciller, Angela Merkel, calificó el uso de armas químicas de inaceptable.

La decisión de lanzar ataques sin la aprobación del Congreso es ilegal y, sin una estrategia más amplia, imprudente, afirmó el senador estadunidense Tim Kaine. La bancada demócrata exigió que se pida permiso al legislativo para futuras acciones.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, expresó este sábado su apoyo a los bombardeos. Esto va a reducir la capacidad del régimen para volver a atacar al pueblo de Siria con armas químicas, dijo en un comunicado.

 

Lo que está en juego

Gabriel Fernández| El suprapoder norteamericano ha inventado un supuesto ataque del gobierno constitucional de Bashar Al Assad con armas químicas sobre población civil. La importante victoria de Siria, respaldada por Irán, Rusia e indirectamente China sobre el intento de desmembramiento a través del ISIS, y el previo freno a las grandes potencias occidentales que pretendían una invasión regular, con la voz del Papa como estandarte, fastidió el intento del esquema financiero y armamentístico de quebrar esa coalición y avanzar sobre ese punto estratégico.

Estamos ante un condicionamiento fuerte sobre el gobierno estadounidense para que imponga una agresión contra Siria. Asimismo, se pretende lograr un alejamiento entre Estados Unidos y Rusia, que derivaría en el debilitamiento de la gestión de Donald Trump puertas adentro.

El problema es que la pretensión del actual presidente de cerrar compuertas y buscar el crecimiento sin intervenciones externas venía dando resultados, si no espectaculares, al menos interesantes. La idea es sacarse de encima a las autoridades electas antes que puedan ofrecer niveles de recuperación económica que fortalezcan su continuidad.

Los bombardeos de los Estados Unidos sobre Siria, con respaldo de Gran Bretaña y Francia, tienen dos perspectivas: un ataque total que muestre el disciplinamiento de Trump al suprapoder –una opción que siempre barajamos como posible- o un acuerdo con Rusia para plantar ataques que tengan repercusión mediática pero no damnifiquen la continuidad de Al Assad ni los acuerdos con Vladimir Putin.

En ambos casos la situación de Trump es difícil. Lo que en realidad está en juego es el control de los Estados Unidos. En cualquier caso, el presidente busca ganar tiempo ante las impresionantes maniobras internacionales para imponer un proyecto económico productivo que le brinde aire y permanencia.

Lo curioso es que una victoria del suprapoder implicaría una guerra mundial integral que dañaría a toda la humanidad pero, además, llevaría a la casi desaparición de los Estados Unidos. De persistir la intención del mandatario de cerrar puertas y fingir poder a través de gritos y gesticulaciones, es posible que en su decadencia, la potencia del Norte pueda llegar a constituirse en una gran nación. En ambos casos, ya no será El Imperio.

Bombas más o menos, los indicadores de desarrollo del PBI comparados entre EEUU, Rusia y China son elocuentes e inocultables.

*Periodista argentino,  Director de La Señal Medios*