Estados Unidos hace base en Perú

Estados Unidos hace base en Perú

Emiliano Guido-Miradas al Sur

El Comando Sur y el presidente Humala acordaron la llegada de un contingente de 3.200 marines a la selva amazónica para asesorar a las Fuerzas Armadas en la lucha narco-subversiva. “Es una maniobra para fortalecer los golpes blandos en la región”, advierte Adriana Rossi, asesora del Ministerio de Defensa argentino.

Los marines norteamericanos vuelven a hacer pie en la región. El desmantelamiento de la base naval estadounidense en Manta (Ecuador) por decisión del gobierno de Rafael Correa y la posterior declaración de inconstitucionalidad de las siete unidades militares que el Comando Sur pretendía instalar en Colombia en el inicio de la gestión de Juan Manuel Santos posicionaban a Sudamérica como una zona libre de presencia castrense extraterritorial.

Sin embargo, el congreso peruano acaba de oficializar su voluntad de ir a contramano de las crecientes políticas de autonomía en materia de defensa a nivel zonal y, en ese sentido, autorizó la llegada a la selva amazónica peruana de tres mil doscientos soldados norteamericanos para asesorar a sus pares locales en la denominada “lucha narco-subversiva”. “El primer contingente, compuesto por 58 soldados, arribó a territorio peruano el pasado 1 de febrero, donde permanecerá por un período de un año.

El segundo, formado por 67 soldados, lo ha  hecho el día 15 de este mismo mes y, según recoge el documento parlamentario que lo autoriza, estarán por espacio de un mes y medio con fines de entrenamiento. El tercer contingente, en total tres mil doscientos soldados norteamericanos, desembarcará el 1 setiembre de este año”, precisa un artículo periodístico del portal Resumen Latinoamericano titulado “3.200 marines en la tierra de Manco Capac”.humala-nota_55

Adriana Rossi, asesora técnica del ministerio de Defensa argentino, advierte a Miradas al Sur que el nuevo desembarco del Pentágono norteamericano en Latinoamérica implica “para los Estados Unidos, la necesidad de recuperar posiciones territoriales intervencionistas en el subcontinente. La idea del Comando Sur, evidentemente, es cercar militarmente a los gobiernos progresistas de la región como Venezuela y Argentina. En un contexto de revalorización de la estrategia conocida como golpe blando para desestabilizar gobiernos adversos, la presencia militar estadounidense en un país vecino como Perú es preocupante. Oficialmente, el acuerdo entre Perú y Estados Unidos es para doblegar a la guerrilla Sendero Luminoso.

Pero, según varios especialistas peruanos, el ex grupo maoísta (derrotado militarmente en la época de Fujimori) hoy es está reducido a ser un pequeño cartel narco”. Material de guerra, pertrechos militares y una formación militar extranjera tan numerosa como para llenar una tribuna futbolera esta arribando por etapas, la operación comenzó en enero y culmina en septiembre, a Perú. Parece un tema sensible, de esos que hieren el orgullo nacional. Sin embargo, un diputado oficialista peruano minimizó el apretón de manos con el Tío Sam con un criterio informativo algo liviano: “Se trata tan sólo de una visita al puerto del Callao (en esa zona ancló la IV Flota Armada norteamericana cuando volvió a operar en el año 2008) por seis días”.
Perú exporta al mundo su afamada y sincrética cocina gourmet, su delicioso pisco sour, pero también mucha cocaína. Según estadísticas oficiales de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), el país andino cuenta con una de las mayores superficies cultivadas con hojas de coca en el mundo, desplazando incluso a Colombia como proveedor de esa materia prima. A su vez, por cuestiones climatológicas, los cultivos cocaleros se concentran en la selva peruana ubicada en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem).

En esa zona húmeda y atiborrada de vegetación, el Ejército peruano asegura estar llevando una guerra contra los remanentes de Sendero Luminoso, la otrora estrella del maoísmo sudamericano liderada en los ochenta por Abimael Guzmán, quien se presentaba ante sus cuadros como la cuarta espada del marxismo leninismo internacional, luego de Marx, Lenin y Mao. En concreto, las Fuerzas Armadas incaicas y el gobierno del presidente Ollanta Humala advierten que Sendero controla el negocio narco instalado en el Vraem, una suerte de Disneylandia de la cocaína a nivel global, y para ello han requerido la asistencia técnica y militar del Comando Sur estadounidense, siempre disponible para desembarcar al sur del Río Bravo.

eeuu soldados2“Lo de Sendero parece una excusa. En su momento, Abimael Guzmán comandaba una guerrilla con dos mil combatientes y contaba con un programa de reivindicaciones políticas para alcanzar el poder. En la actualidad, su actual líder Quispe Palomino dirige una formación que no llega a los 500 milicianos y se desconoce cualquier posición programática de esa organización. Parece ser más un grupo narco que una nueva expresión insurgente.

Repito, lo que está en juego con el nuevo ingreso de marines a la región no es el intento de derrotar a una dudosa facción rebelde, sino que expresa la ambición norteamericana de hacer pie sobre el Pacífico con un doble objetivo: recuperar posiciones de poder en subcontinente y reforzar su presencia militar en la zona del Asia-Pacífico, donde Washington concentra esfuerzos de todo tipo, comerciales y castrenses, para contener el avance de China, que es su principal rival a nivel internacional”, contextualiza Adriana Rossi, ex experta convocada por la Organización de Estados Americanos (OEA) para elaborar un nuevo paradigma antinarcótico.

El buen vínculo entre los ejércitos peruano y norteamericano durante la era Humala no es una novedad de último momento. Según el think tank norteamericano Marines Corps Times: “el Cuerpo de Marines ha estado ayudando en los últimos años a las fuerzas militares peruanas a combatir a los insurgentes y narcotraficantes.

Tras una misión de instrucción que se prolongó seis semanas en Villa Rica, un distrito de la provincia central de Oxapampa, a finales de noviembre (del 2014) retornaba a Estados Unidos un equipo del Cuerpo Sur de los Marines de los Estados Unidos. La capacitación se llevó a cabo en esta zona montañosa, cuya geografía, comprendida por un área selvática de densa vegetación, se asemeja a la del Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro, donde se ha hecho fuerte el grupo terrorista Sendero Luminoso”. Además, según el mencionado grupo de difusión pro Comando Sur, el “General John Kelly, jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, visitó el Vraem en septiembre pasado para analizar con  las autoridades la mejor fórmula para que ambos países intercambien conocimientos en materia de combate. Según informó Kelly, Perú estaba interesado en contrarrestar el creciente uso de artefactos explosivos improvisados (IED, por sus siglas en inglés) que los insurgentes y carteles utilizan para atacar a las tropas”.

La presencia militar extraterritorial es un tema sensible en los bloques regionales del Mercosur y la Unasur. En su momento, la incursión colombiana en Ecuador para liquidar a un alto mando de las Farc en el año 2008, operación monitoreada por el Comando Sur en el marco del Plan Colombia, casi origina una guerra entre el gobierno de Álvaro Uribe y su par venezolano Hugo Chávez. Fue necesario desarrollar una cumbre de urgencia de la Unasur en Bariloche para apagar los ánimos caldeados. “La presencia militar norteamericana en Sudamérica sigue vigente. Actualmente, el Comando Sur cuenta con una base militar en la ciudad paraguaya de Concepción para adoctrinar en tópicos antisubversivos a las fuerzas guaraníes en su pelea contra el autoproclamado Ejército del Pueblo Paraguayo.

Incluso, varios oficiales paraguayos se entrenan en Colombia en el marco de esta operación. Pero, no sólo el Ejército paraguayo se adoctrina en el país caribeño, la policía mexicana también lo hace. Indudablemente, Bogotá se está convirtiendo en la embajada castrense perfecta para los planes doctrinarios regionales del Pentágono”, estima Adriana Rossi. Al parecer, los marines tienen visa para maniobrar en un país vecino. Las alertas rojas suenan, o deberían hacerlo, en los pasillos del Consejo de Defensa Sudamericano.