En abril de 2002 no hubo silencio mediático

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HINDÚ ANDERI| Afirmar que los días 12 y 13 de abril específicamente, hubo silencio
mediático, exime de responsabilidad moral y penal a las empresas de difusión del país, que participaron activamente en el golpe, ejecutado de manera sangrienta contra el pueblo venezolano. Además los absuelve, tanto a  directivos  como voceros, quienes de manera deliberada justificaron no sólo el golpe militar sino las practicas de la dictadura fascista que se instaló en el país por unas 48 horas.En Venezuela no hubo silencio mediático. Si reconocemos que el silencio tiene una razón de ser y que forma parte del lenguaje humano, entonces no hubo silencio. Los medios no callaron, fue mucho más grave: mintieron. Los medios ocultaron la realidad; manipularon,
engañaron y fueron cómplices de las masacres que en esos días se ejecutaron en contra de los civiles.

El plan para sacar a Hugo Chávez del poder no se inició en abril de 2002. Desde que era el candidato de los pobres; de los excluidos, de los marginados, los medios se hicieron eco de todo tipo de tergiversación. Sólo un ejemplo es suficiente para recordar la infamia: la cuña donde la voz de Chávez fue imitada para amenazar a los adecos con freírles la cabeza en aceite, una vez que llegara al poder.

De allí en adelante, son innumerables los ejemplos. Pero cómo Chávez llegó al poder y se afianzó en él, por voluntad del pueblo que lo ha elegido y ratificado en no pocas oportunidades, es el objeto predilecto de los medios para sus campañas de infamia.

A Miguel de Unamuno, filósofo y escritor español se atribuye la siguiente frase: A veces, el silencio es la peor mentira. Miles Davis, músico de jazz estadounidense dijo sobre el silencio: “…es el ruido más fuerte, quizás el más fuerte de los ruidos”.

Durante y después del golpe de abril los medios hablaron. El pasar dibujos animados mientras en el país se reprimía, perseguía; practicaban detenciones ilegales y otras acciones fascistas, es expresión del discurso que la oligarquía ordenó se transmitiera.

El 12 de abril –prohibido olvidar- horas después del secuestro en contra del presidente Chávez y la masacre cometida en la avenida Baralt y Puente Llaguno por parte de los francotiradores (liberados por la dictadura de Carmona), la televisión llamó a delatar a todo funcionario y simpatizante del “depuesto gobierno”, para que los cuerpos represivos los hicieran preso. La televisión transmitía imágenes de fascistas frente a un muro iluminado con velas y lleno con
los nombres de bolivarianos  –como especie de secta satánica- pidiendo la pena de muerte para ellos.

Venevisión, el canal de la “imparcialidad”, produjo y transmitió el día 12 un programa denominado “la tela negra”, en el cual con la ayuda de las herramientas audiovisuales, mostraba las rejas de Puente Llaguno cubiertas con un supuesto trapo negro “para que los pistoleros se protegiera y asesinaran cómodamente a la gente que venía en la marcha pacifica”. Si alguien puede afirmar que esto fue silencio, que lo haga, es libre de hacerlo.

El mismo día 12 Carmona en cadena nacional, tan despreciada por los mismos medios que le cedieron su espacio, se auto-juramentó y derogó todos los poderes, empezando por la Constitución. Y los medios no callaron, hablaron y avalaron lo que ocurría. Eso no es silencio.

Tampoco lo fue la euforia e histeria que caracterizó a Napoleón Bravo, presentador estrella de la televisión venezolana, quien no sólo tuvo en su espacio a los golpistas que afirmaron haber utilizado a los medios para ejecutarlo, sino que se arrogó el derecho de decirle al país que tenía nuevo presidente. Como decimos en el argot popular, a Napo no había que torturarlo para que hablase, sino para que se callara.

Y las transmisiones en vivo de las detenciones ilegales del actual gobernador de Anzoátegui, entonces diputado de la República; del ministro de Interior y Justicia; del gobernador del estado Táchira; allanamientos a sedes de círculos bolivarianos donde la propaganda del
gobierno de Chávez  era considerada “material subversivo” ¿deben ser consideradas parte del silencio mediático?

Los medios, que gozan aún de impunidad,  maniobraron a su antojo la información como lo hacen ahora mismo. Y en abril del año 2002 no callaron, hablaron, gritaron a viva voz su desprecio por el pueblo; por la inclusión de los marginados; por la reivindicación de sus
derechos. Las mafias con micrófono, con sobrada insolencia, despreciaron la inteligencia del pueblo y demostraron  su ignorancia a la hora de interpretar sus demandas y anhelos.
Los medios privados no callaron, como tampoco hizo silencio el pueblo y los comunicadores populares, quienes a diferencia de los  primeros expresaron la verdad y legitimaron la defensa que hizo el pueblo de su proceso, a costa de su propia vida.

No basta vociferar en contra de las empresas difusoras de información, de prensa o audiovisuales.  Habría hacer valer la justicia, reivindicar al pueblo mancillado y aplicar la ley a quienes la violentaron. Los medios  sí hablaron, a confesión de partes, relevo de
pruebas.