El tren de la historia sigue sin arrancar

ARAM AHARONIAN |  El tren de la historia sigue parado en Venezuela. Pero hay quienes, en lugar de subirse a él, prefieren quitarle los asientos. La locomotora sigue siendo la gente, los que impiden que el tren arranque definitivamente han sido y son el sabotaje, la corrupción, la ineficiencia, la ineficacia.

 

Question Digital

El chavismo es un portaviones. Muchos se montaron en él: algunos sin saber a dónde iba, otros tratando de torcer su rumbo. Hoy está haciendo una parada de reaprovisionamiento y posiblemente algunos otros se monten (1).

Si lo que se desea es un proceso político dirigido a enfrentar el capitalismo y sus valores es necesario marchar con la ciudadanía, ganarse a la mayoría. Excusarse en que la población no está suficientemente madura es ignorar que la educación, la cultura, no depende del pueblo sino del Estado, pero también del capital privado, de la televisión y los otros medios de comunicación, y de la Iglesia católica, que son los que han montado esos patrones de conducta.

La población estuvo preparada para tomar las calles en abril de 2003, pero este proceso que sin lugar a dudas tuvo un impulso popular muy grande, con actividad de calle, de masa, fue perdiendo fuerza. El movimiento revolucionario se fue burocratizando, paternalizando.

Y, las grandes mayorías, convertidas en sujetos de la política, fueron frenadas, alejadas de la participación y el protagonismo, que fue reemplazado, al decir de Vladimir Acosta, por una teresacarreñización del proceso. A ello hay que sumar la insistencia del tema del magnicidio posible, que ha logrado alejar al Presidente de las masas, rodearlo de cinco anillos de seguridad, lejos, lejos del pueblo y sus problemas.

La democracia participativa y protagónica -que venimos recitando desde hace unos años-, el socialismo, se construyen desde abajo, día a día, y no se decretan. En nombre de una supuesta mayor eficiencia no hay decisiones colectivas, no se consulta con la ciudadanía, con los cuadros medios, con el (los) partido (s).

Si a este cuadro le sumamos corrupción, burocratismo, ineficiencia, desatención de problemas cotidianos que son fundamentales (seguridad, abastecimientos, empleo, basura), no es difícil que se vaya generando descontento, escepticismo, frustración e incluso rechazo. Situación que se ve agravada por el bombardeo permanente de los medios comerciales de comunicación que invadieron incluso los lugares de ocio de la ciudadanía, las salas de las casas.

Y en materia de formación no se puede olvidar a la Iglesia católica, que sigue insuflando a los niños, incluso desde la etapa preescolar, de los mitos que forman la religión, con un pensamiento (único) dócil. Niños que van a la escuela donde reciben los valores de capitalismo y regresan a su casa, donde la televisión se encarga del resto.

Estamos hablando de adoctrinamiento ideológico. El único muerto seguro es el que está tres metros bajo tierra, suelen decir en mis pagos. Cuando la oposición estaba destruida por segunda vez, fue el propio gobierno, con ingenuidad y/o con soberbia que le dio beligerancia al poner en marcha el referendo por la reforma constitucional
(…)“Un proceso revolucionario supone mucha gente y mientras mas gente mejor. Supone que haya posiciones distintas e intereses de clases también distintos. Lo que tiene que tener es una línea política discutida, la aceptación de un liderazgo compartido y colectivo, pero claramente en la persona del Presidente, una línea política debatida y una praxis que vaya en esa dirección”, dice Vladimir Acosta.

Y el partido “unido” no puede repetir la estructura clásica del modelo leninista impositivo de arriba hacia abajo y del centro hacia afuera (que aplicaron desde el PCV hasta AD y COPEI), porque eso destruiría quizá las fuerzas vivas, lo más hermoso e importante de este proceso, que es la participación popular. No puede ser que un cogollo elabore una línea política que deben cumplir los demás. La línea política debe ser una creación colectiva, que se reaprende a diario. El partido debe ser horizontal, para recibir y nutrirse de la opinión y la participación de la ciudadanía, que es la que realmente sabe lo que pasa en cada comunidad y en la gran comunidad.

En el 2002, la vanguardia la tenía la gente en la calle. Pero sin dudas, ese frenazo a la participación y el protagonismo populares sirvió para el ascenso de posiciones conservadoras, de la derecha dentro del bolivarianismo. Hoy los sectores moderados, conservadores –e incluso arrevolucionarios- son los que tienen mayor peso. Y por eso la esperanza está allí, donde está la gente, la ciudadanía, el pueblo, que no puede ser acusada ni de contrarrevolucionaria ni de traidora por burócratas ineficientes anquilosados en las estructuras del poder.

El triunfo del proceso bolivariano no sólo es importante para Venezuela, sino para toda América latina. La esperanza del continente está centrada en los avances de este proceso. El problema no es que haya sectores moderados, sino que éstos han obtenido ventajas económicas, que los llevan a ocuparse de otros intereses, sin intención alguna de seguir avanzando. Son quienes hablan de acuerdos con la oposición, de combatir a los radicales del proceso.

La derecha no comparte el poder con nadie, lo quiere para ella sola. Todos los muertos de este proceso los ha puesto el pueblo. Dentro del gabinete presidencial hay gente que no cree que la tarea sea consolidar para seguir avanzando, sino que se trata de pedir una tregua a la derecha para corregir los errores y estabilizar el gobierno. Hay dos posibilidades: se trata de ingenuidad, de creer que la derecha es idiota; o de entreguismo. Se trata de corregir, de consolidar algunos procesos que están haciendo agua para fortalecer el apoyo popular, para seguir hacia delante, de forma más sólida..(2)
1) 1) Editorial de Question, noviembre de 2004

2) 2) Editorial de Question, octubre de 2008