Don Quijote de la Mancha cabalga en Wall Street, señaló Javier Sagarna

DPA| Don Quijote de la Mancha cabalga en Wall Street, Estados Unidos, después de haber recorrido las agitadas plazas en El Cairo, Egipto, y Madrid, España, al lado de soñadores, ironizó hoy en Panamá el novelista español Javier Sagarna.

Sagarna, director de la Escuela de Escritores de Madrid, señaló que en las andanzas del hidalgo creado por el genio de Miguel de Cervantes hay un “mundo construido con palabras”, al que defiende de los encantadores, como lo hacen los adversarios del exagerado consumo.

Añadió que las “quijotadas” de muchos son la respuestas a los vacíos de la realidad en el siglo XXI, que abren aben paso al deseo y al delirio de la gente, como ha ocurrido con la movilización de los inconformes en la céntrica plaza de Tahrir, en El Cairo, y en la Puerta del Sol, en la capital española.

Sagarna bromeó y sostuvo que probablemente al insigne Quijote lo acompañaría hoy su fiel escudero Sancho Panza, aunque más moderno y conservador, para tratar de disuadirlo e invitarlo a ver un partido de futbol, en vez de protestar contra los entuertos del sistema o cabalgar contra nuevos molinos de viento.

“Hay un debate que no pasa de moda (en el Quijote), sobre el vacío, el deseo y la realidad”, recalcó el escritor, quien ha disertado en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá, en ocasión del VIII Festival Cervantino, organizado por la Escuela de Español con el apoyo de la Embajada España en este país.

Tras estudiar la transformación de Alonso Quijano en Don Quijote y viceversa, Sagarna dijo que en la novela de Cervantes persiste la contradicción entre lo real y lo ficticio, pero también el aparente deseo del manchego de convertirse en personaje literario, a través del “juego de los antagonistas”.

Indicó que el terco, loco y maltrecho caballero andante que dialoga y viaja con su armadura sobre el flaco caballo Rocinante, para retar a un mundo que ni lo quiere ni lo espera, “está más vivo que nunca” y permite a los lectores sacar conclusiones propias de la aventura en la que la derrota se convierte en victoria.