Desenlace

ven maduro y cabello

Carlos Carcione

Estamos cerca. El desenlace se huele en las calles. La sensación de que la situación no puede continuar así, como está, es una visión común. Es lo que opinan los que buscan salir del gobierno y de paso llevarse puesto al Proceso, y de los que dicen, de la boca para afuera, que quieren defender al pueblo, pero aspiran solamente a mantenerse en el gobierno. O a salvar su responsabilidad.

Crece la desorientación popular. Se acumulan tensiones a punto de estallar. La vida se ha convertido en un calvario para el pueblo que vive de su trabajo. Mientras esto sucede, el bien más escaso, de toda ésta escasez de escándalo, es la esperanza.

Entre tanto, desde las cúpulas, fuerzan la polarización, el lenguaje es agresivo, no hay propuestas serias en el debate. Y esto acentúa la confusión. Y, lo peor, abre la puerta a la violencia, que de desatarse hoy, crecería como una bola de nieve y sería difícil de detener.

Detrás de bastidores se aceleran negociaciones que son derrumbadas por los discursos públicos. Todos: políticos, empresarios, militares, jerarcas eclesiásticos, no importa del lado que ocupen en esa polarización, hablan, sin rubor, de la mejor manera de salir del gobierno. Pero aunque los mismos asesores del presidente Maduro están concentrados en explicarle la mejor forma de retirarse como única salida a la vista, el gobierno resiste, autista, al margen de toda noción de realidad, amarrado a un hierro candente del que no encuentra como desatarse.ven que hacer1

La “negociación” se tranca porque es mucho, demasiado, lo que tienen para “negociar”. La complicidad en el reparto mafioso de la renta petrolera los salpica a todos. A los que repartían, a los que recibían y a los que se quedaban con la comisión, a las cúpulas de uno y otro lado.La negociación se les hace cuesta arriba porque en la mayoría de los casos han sido cómplices. Y porque ninguno quiere ceder su lugar de privilegio.

Así las cosas pareciera que no hay salida. Que la inercia nos llevará, de la mano de las cúpulas incapaces, corruptas e irresponsables, a estrellarnos contra un futuro inmediato negro y cruel.

En este marco aparecen en el escenario los supuestos “sucesores”. Los que se muestran públicamente y los que lo hacen en las sombras.

Con el fondo de una crisis económica que a velocidad de rayo, va tomando la forma de Crisis Humanitaria, lo que hoy domina el escenario es un terremoto político. El día a día se fagocita todo el capital político de unos líderes que no están preparados para reparar el semejante estropicio que ellos mismos provocaron.

Habrá que reconstruir desde los cimientos un proyecto llevado al fracaso por la inoperancia, la corrupción, de una dirección política miserable y soberbia que perdió su oportunidad histórica.

En los próximos días y meses todo puede pasar. El peligro mayor es, sin embargo, que los irresponsables de ambos bandos, los que nos trajeron a esta situación, sigan como hoy mirando para otro lado y buscando a quién, de entre sus adversarios, echarle la “culpa”.

La confianza con las cúpulas se ha roto definitivamente. La solución desde el punto de vista del pueblo que vive de su trabajo, solo puede surgir desde las bases. Una bases que se han sobrepuesto a todo tipo de dificultades y que han demostrado siempre su capacidad de recuperación y lucha.

Ahí, pegados a esa base es que hay que construir una nueva alternativa política, una referencia nueva. Deslastrándose de los viejos nombres de organizaciones y dirigentes que no han dado la talla, los miles de cuadros revolucionarios sembrados en más de dos décadas de lucha, asumirán el desafío. Esta pelea que no buscaron pero que está enfrente, se resuelve peleando. Buscando en las claves de un proceso mal herido pero que aún respira. Nadie dijo que iba a ser fácil. Pero tampoco nadie puede afirmar que será imposible.