¡Cuidado, estamos consumiendo el planeta!

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Question Latinoamérica
Cualquier hijo de vecino sabe que, cuando se gasta más de lo que se produce o gana, estamos ante un problema. Esto, que es tan sencillo y fácil de comprender para la vida cotidiana de cada uno de nosotros, es lo que está pasando con nuestra casa mayor, el planeta tierra, el hogar de todos.

La tierra, al igual que todas las cosas de la naturaleza que nos rodean, se gasta (o se consume) pero también se reproduce. Tal vez uno de los ejemplos más claros para entenderlo lo encontramos en los árboles. El vínculo entre los árboles y la vida humana es muy rotundo. Nosotros necesitamos oxígeno y producimos dióxido de carbono (el gas que es el principal responsable del “efecto invernadero”), los árboles –en general- necesitan dióxido de carbono y producen oxígeno. De modo tal que los árboles son un componente y complemento necesario para la vida humana.

Ahora bien, los humanos también consumimos árboles (muebles, construcciones, papel, entre otras cuestiones). De modo que también destruimos lo que es indispensable para la vida. Como los árboles se reproducen es posible mantener un equilibrio, que muchas no respetamos, entre el necesario consumo de árboles y su capacidad de reproducción. Es allí donde empiezan los problemas o la tendencia a destruir lo que es nuestra casa actual, la que fue de nuestros padres y abuelos y debería ser la de nuestros hijos y nietos.

Esta es solo una parte de uno de los miles de ejemplos acerca de cómo funciona nuestro vínculo con la naturaleza y las responsabilidades que tenemos al respecto. Los árboles no sólo producen oxígeno, indispensable para nuestra vida, además de alimentarnos también dan sombra y retienen agua. Con ello refrescan el ambiente y reducen la demanda de energía, cuya fuente más importante son –a su vez- productos orgánicos conservados bajo tierra por millones de años y que nosotros extraemos bajo la forma de hidrocarburos para múltiples usos, los automóviles entre ellos.

Investigaciones que se van conociendo nos indican que, en términos generales, la humanidad consume más de lo que la naturaleza está en condiciones de reproducir. Es decir nos estamos comiendo al planeta, que es nuestra casa. Es como si cada uno de nosotros tuviera un crédito para consumir en un año y ahora sabemos lo que tardamos en consumirlo. Según cifras recientemente publicadas, desde las década de los ‘70 venimos agotando ese “crédito anual” antes que termine el año. En 1993, lo terminábamos de consumir el 21 de octubre.

Diez años más tarde, en el 2003, se nos terminaba el crédito para el 22 de setiembre. En el 2013 lo consumíamos para el 20 de agosto. Desde cada una de esas fechas en adelante vivimos endeudándonos –desde el punto de vista ecológico- y consumiendo lo que no se reproduce. Estamos gastando a cuenta de futuras generaciones. Se trata de una “viveza” que le va a costar caro a los que vienen detrás nuestro. Esta es una responsabilidad de todos, pero no todos consumimos lo mismo, hay países y personas que consumen mucho, muchísimo más que otros.