Con represión intenta Trump poner fin al sueño de los migrantes centroamericanos

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Gerardo Villagrán del Corral|

 

Donald Trump incrementó su presión sobre México para que expulse de su territorio a los migrantes centroamericanos que intentan cruzar la frontera con Estados Unidos, después de que las autoridades estadounidenses reprimieron el intento de un grupo de cruzar desde Tijuana a California, saltando la valla fronteriza.

 

Esta escalada ocurre a unos días del traspaso de poder en México, donde el primero de diciembre asumirá la presidencia el centroizquierdista Andrés Manuel López Obrador. Según datos del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de Estados Unidos, unos 7.000 migrantes aguardan en estos momentos al otro lado de la frontera, principalmente en Tijuana y Mexicali, a poder presentar su solicitud de asilo.

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Las tropas estadounidenses utilizaron gases lacrimógenos y cerraron durante varias horas el paso fronterizo de San Ysidro, el cruce más concurrido desde México por donde  a diario entran a EEUU unas 110 mil personas, tanto a pie como en automóviles o autobuses. México aseguró el domingo que deportará a quienes estuvieron implicados en ataques a la Policía Federal en el intento de cruce.

 

Gerardo García Benavente, comisionado del Instituto Nacional de Migración mexicano,  aclaró que quien lanzó gases lacrimógenos y balas de goma contra los migrantes que intentaban cruzar la frontera fue la policía fronteriza estadounidense y no la mexicana. Al respecto, el gobierno de Honduras condenó el uso de balas de goma contra los migrantes e instó a que se respeten los derechos humanos.

 

 

Trump, que envió a la zona más de 5.600 soldados (más del doble de los que mantiene en Siria),  amenazó con cerrar la frontera permanentemente, tras dos cierres temporales en los días recientes. “México debe devolver a los migrantes, muchos de los cuales son fríos criminales, a sus países. Háganlo por avión, en autobús, como quieran, pero no van a entrar a Estados Unidos”, escribió Trump en Twitter.

 

“Cerraremos la frontera permanentemente si necesitamos hacerlo. Congreso, ¡financia el muro!”, clamó Trump en la red social. El mandatario, que ha calificado el movimiento de las caravanas como una “invasión”, firmó además el 9 de noviembre una orden que impide pedir asilo a los migrantes que crucen ilegalmente la frontera.

 

¿Fin del sueño?

 

Abrumados por las consecuencias que puedan acarrear los hechos del domingo, cuando un grupo de desplazados del éxodo centroamericano intentó entrar ilegalmente a territorio estadounidense, muchas familias de hondureños, salvadoreños y guatemaltecos, que se esforzaron hasta lo indecible por llegar aquí, empiezan a comprender que el sueño ha terminado, señala Blanche Pietrich en La Jornada.

 

“Hay un desánimo palpable. Las raciones de alimentos son cada vez más esporádicas, más escasas. El olor delata desde lejos las condiciones de insalubridad. Y la animadversión del entorno tijuanense antiinmigrante empieza a hacer mella en el corazón”, añade.

 

El enojo de los ciudadanos mexicanos viviendo en la frontera se acentuó ya que aseguran que la caravana alteró su vida, que se desenvuelve a uno y otro lado del límite fronterizo. “Nos dieron en la madre (fastidiaron) el domingo a todos los que trabajamos decentemente aquí en la línea (frontera)”, dijo Jesús Tirado, conductor de transporte.

 

La noche del domingo, el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador  se reunió con sus principales colaboradores, tras conocerse los incidentes. Marcelo Ebrard, quien será su canciller, dijo que el nuevo gobierno cambiará la política migratoria mexicana, que calificó como muy restrictiva.

 

La hondureña Yolanda Ramírez pregunta a los periodistas “¿Por qué nos tratan como animalitos, como arrimados, si lo único que queremos es trabajar, una vida mejor para nuestros hijos?. Los hondureños no tenemos un país donde se pueda vivir, pero valemos lo mismo que cualquiera”.

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En Tijuana hay más de 4 mil 700 migrantes centroamericanos procedentes en su mayoría de Honduras, Guatemala y El Salvador, donde llegaron –tras recorrer unos cuatro mil kilómetros- en caravanas que partieron del violento Triángulo Norte centroamericano en octubre con la intención de ingresar a EEUU y pedir asilo.

 

The Washington Post informó durante el fin de semana que la nueva administración mexicana y la de Trump habían llegado a un acuerdo para que los migrantes que quisieran solicitar asilo en EEUU permanecieran en suelo mexicano durante el proceso, pero el equipo de López Obrador lo desmintió.

 

Entre los migrantes hay mucho cansancio y un desánimo creciente, en parte porque sienten que la realidad trumpiana asesina sus sueños, en parte a la falta de comida y a las condiciones infrahumanas en las que conviven, ampliadas ahora por la animadversión del entorno tijuanense, que teme perder sus prerrogativas de comercio y sobrevida en la zona fronteriza.

 

* Antropólogo y economista mexicano, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)