Brasil: Un nuevo pacto social es necesario

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Leonardo Boff|

Seguramente acierto al decir lo que está pasando por la cabeza de la gente y se oye por todas partes: así como está, Brasil no puede continuar. La corrupción generalizada, por haber sido naturalizada, ha contaminado todas las instancias públicas y privadas. La política está podrida. La mayoría de los parlamentarios no representa al pueblo, sino los intereses de las empresas que financiaron sus campañas electorales. Están anticuados, perpetuando la política tradicional de las coaliciones espurias, de los negocios turbios y los chanchullos a cielo abierto.

El actual presidente no muestra ninguna grandeza, no piensa en el pueblo ni en las graves consecuencias de sus medidas sociales, sino en su biografía. Seguramente entrará en la historia, pero como el presidente de las anti-reformas, el presidente ilegítimo del anti-pueblo que desmanteló los pocos avances sociales que beneficiaban a las grandes mayorías siempre maltratadas.

El proyecto de los que dieron el golpe parlamentario es del neoliberalismo más radical, en crisis en todo el mundo, que se expresa por las privatizaciones aceleradas y por el enganche de Brasil al proyecto-mundo para el que el pueblo y los pobres son estorbo y peso muerto. Ellos no merecen esta maldición. Lucharemos para que haya el mínimo de compasión y de humanidad que siempre faltó por parte de los herederos de la Casa Grande.

Estamos en el vuelo ciego de un avión sin piloto. Pocos se atreven a presentar un nuevo sueño para Brasil. Pero tengo para mí que el analista político, de sólida formación académica, Luiz Gonzaga de Sousa Lima, lo intentó con su libro La refundación de Brasil: rumbo a una sociedad biocentrada ((Rima, São Carlos 2011). Por desgracia, no ha recibido hasta ahora el reconocimiento que merece. Pero en él se vislumbra una visión actualizada con el discurso de la nueva cosmología, de la ecología y contra el pensamiento único, recogiendo las alternativas para otro mundo posible.

Me permito resumir su estimulante pensamiento, que expuse con más detalle en esta misma columna en mayo de 2012.

El desafío, para él, consiste en gestar otro software social que nos sea adecuado y que nos dibuje un futuro diferente. La inspiración viene de algo muy nuestro: la cultura brasilera. Esta ha sido elaborada en su mayor parte por los esclavos y sus descendientes, por los indígenas que quedaron, por los mamelucos, por los hijos e hijas de la pobreza y del mestizaje. Gestaron algo singular, no deseado por los dueños del poder, que los despreciaron siempre y nunca los reconocieron como sujetos de derechos y como hijos e hijas de Dios.

De lo que se trata ahora es de volver a fundar Brasil, «construir, por primera vez, una sociedad humana en este territorio inmenso y bello; que lo habite, por primera vez, una sociedad humana de verdad, lo que nunca ha ocurrido en toda la era moderna, desde que Brasil fue fundado como una empresa mundializada. Fundar una sociedad es el único objetivo capaz de salvar nuestro pueblo». Se trata de pasar de un Brasil como estado económicamente globalizado, como quieren los gobernantes actuales tras el golpe parlamentario, a un Brasil como sociedad biocentrada, es decir, como sociedad cuyo eje estructurador es la vida en toda su diversidad; a ella se ordena todo, pero principalmente la economía y la política.

Al fundarse de nuevo como sociedad humana biocentrada, el pueblo brasilero dejará atrás la modernidad, podrida por la injusticia y por la ganancia, que está conduciendo a la humanidad, por causa de su falta de sentido ecológico, a un camino sin retorno. No obstante, la modernidad entre nosotros, bien o mal, nos concedió forjar una infraestructura material que puede permitirnos la construcción de una biocivilización que ama la vida humana y la comunidad de vida, que convive pacíficamente con las diferencias, dotada de increíble capacidad de integrar y de sintetizar los más diferentes factores y valores, estos que están siendo negados por la ola de odio y de prejuicios surgida en los últimos tiempos, que contradice nuestra matriz fundamental.

En este contexto Souza Lima asocia la refundación de Brasil a las promesas de un tipo de sociedad nuevo, diferente de la que heredamos del pasado, agonizando ahora con la crisis actual, incapaz de proyectar un horizonte de esperanza para nuestro pueblo. Para este propósito se hace urgente una reforma política que será la base de un nuevo pacto social.

Para este pacto social nuevo se debe poner como referencia básica a la nación, no a los partidos, y contar con la buena voluntad de todos para, finalmente, gestar algo nuevo y promisor.

Mi esperanza no se apaga y se traduce en el verso del poeta Thiago de Mello en los tiempos sombríos de la dictadura militar: “está oscuro, pero canto”.

+Teólogo. Ha escrito El libro de los elogios: el significado de lo insignificante (Paulus 2017). Traducción de Mª José Gavito Milano