Argentina: La soja y el glifosato no solo inundan; crecen la inflación y el desempleo

Juan Guahán-Question Latinoamérica|

Las reiteradas lluvias que inundan a gran parte del territorio nacional merecen la mayor atención: aparece la responsabilidad de las políticas estatales y su promoción de soja y glifosatos, pero no solo en el tema de las inundaciones. Siguen en alza la inflación y el desempleo.

Reiteradas imágenes del agua cubriendo buena parte de esta Argentina golpean al corazón y duelen en el alma. Ello preocupa aún más cuando nos enteramos que nuestro país tiene un nivel de incremento de las lluvias superior a los países vecinos. Para algunos es una especie de “Tsunami que viene del cielo”, como lo dijo quien fuera gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota. Para otros, la responsabilidad recae sobre sucesivos gobiernos por la “falta de obras”. Si bien ambos comentarios contienen aspectos de la realidad parecen olvidar otras causas que, da la impresión, que son aún más importantes. Desde hace algún tiempo, un grupo de técnicos del INTA de Marcos Juárez (Córdoba) vienen apuntando a esas “otras causas”, en las cuales –paradójicamente- el INTA tiene una importante cuota de responsabilidad, por haber promovido determinado tipo de cultivos como la soja y el uso masivo de los agroquímicos, por ejemplo.

La crónica periodística nos informa de cómo Misiones sufrió una gran inundación en 2014. En el inicio del 2015 Córdoba y Santiago del Estero padecieron el mismo mal. En la segunda mitad de ese año fueron Santa Fe, Buenos Aires y casi todo el litoral las zonas más damnificadas. Ya en el 2016, el fenómeno se extiende por la Mesopotamia, se reitera en provincias aludidas y se agregan Chaco y Corrientes.

Técnicos del INTA, luego de 10 años de investigaciones encabezadas por Nicolás Bertrám y Sebastián Chiacchiera, tienen otras explicaciones. Argumentan que el cambio en el uso del suelo es su principal explicación. Ello tiene responsables y beneficiarios. Los agronegocios son quienes se quedan con la crema de ese negocio. Sin embargo la mayor responsabilidad recae sobre los diferentes gobiernos, desde Carlos Menem en adelante, que promovieron y multiplicaron el cultivo de la soja, los “paquetes tecnológicos” y los transgénicos, para aprovecharse de los precios que ésta tenía en los mercados internacionales.

El progresivo desmonte y el reemplazo de pasturas por agricultura (soja) y la incorporación de los agroquímicos, motivó el ascenso de las napas freáticas. El promedio de las mismas, en la zona pampeana, estaba –hace 40 años- en los 11 metros. Ahora está a un promedio de 2 metros. De modo tal que el agua que cae ya no puede ser absorbida como lo era anteriormente. No la retienen, ni los bosques que están siendo exterminados, ni las pasturas -para la ganadería- que están siendo reemplazadas por este cultivo. Estas modificaciones generan excedentes de agua que no tienen más remedio que derivar hacia otras superficies generando el fenómeno de las inundaciones, acelerado por los agroquímicos que contribuyen a “pavimentar” sus lugares de circulación.

Las cuentas de los técnicos del INTA de Marcos Juárez son rotundas: El monte nativo absorbe 300 milímetros de agua por hora; una pastura convencional 100 milímetros; un campo con soja 30 milímetros por hora. Estos cambios en el uso del suelo responden a la decisión de procurar más recursos económicos y divisas, pero en la búsqueda de una mayor producción estamos causando otros daños y perjuicios, además de hipotecar el futuro.

A todo lo dicho hay  agregarle los efectos del “cambio climático” que también responde a causas humanas.

La soja y el glifosato no solo contribuyen a las inundaciones

Pero la soja y el glifosato tienen otros efectos, además de los ya señalados en relación a las inundaciones. Esta semana en el salón “Arturo Illia” del Senado de la Nación se trasmitieron en vivo las conclusiones del simulacro de fallo del Tribunal de La Haya contra Monsanto. Durante varios meses un grupo de investigadores puso en común sus trabajos sobre los riesgos que significa el uso de las semillas transgénicas y del glifosato. Las conclusiones de tal “Juicio” fue solicitar la intervención de la Corte Penal Internacional de La Haya por el compromiso de Monsanto con violaciones a los derechos humanos y crímenes contra la humanidad, por su responsabilidad en la producción y comercialización de las semillas transgénicas y el glifosato. Su uso está prohibido en varios países de Europa.

Estas denuncias van de la mano con recientes Informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que acaban de alertar sobre el vínculo existente de mencionado herbicida con el cáncer. En nuestro país el glifosato se aplica sobre unas 28 millones de hectáreas de las 31 millones cultivables. Su uso en la siembra de soja ocupa, con 20,5 millones de hectáreas, la mayor parte de esa cifra. Para tener una idea aproximada de lo que eso significa digamos que anualmente se vuelcan sobre los suelos de nuestro territorio unos 300 millones de litros de glifosato.

Economía: datos y FMI

Que la economía anda a los tumbos no caben dudas, que en ese camino la peor parte la sufren los más pobres, tampoco se puede cuestionar, de igual modo hay poco de bueno en las perspectivas futuras. De todos modos es necesario transformar esas sensaciones en información, lo más objetiva posible.

En las últimas horas se conocieron dos Informes muy significativos sobre lo acontecido en matera económica. Uno es el Informe del Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina y el otro del Instituto Nacional de Estadística y Censos. Ellos difieren en algunas cuestiones cuantitativas, pero ambos coinciden en las tendencias de la economía.

Según la UIA la actividad industrial del mes de febrero reconoce una caída del 5% para el primer bimestre del año. Dicha baja se eleva al 9% anual, respecto de febrero del año pasado. En cuanto a los empleos en la industria, éstos reconocen una pérdida durante el año 2016, de 44.428 (3,7%) puestos de trabajo.

El INDEC reporta estos datos: Una reducción de 68.314 (1%) trabajadores formales durante el año pasado puesto, habiéndose cerrado 4.462 empresas. En todos estos casos la pérdida de empleos estuvo concentrada en el primer semestre, con una pequeñísima recuperación en el último trimestre. En cuanto a los salarios el INDEC registró un incremento, para los trabajadores formales, del 35,8%, menor a la inflación que –para la entidad oficial- fue del 40,3%

También hay informaciones provenientes del FMI sobre la situación argentina y sus perspectivas. Contrariando al gobierno que, sigue estimando una inflación del 17%, el FMI la ubica –como promedio en el 25,6%, la quinta más alta del mundo- estimando que ella estaría en el mes de diciembre 2017 en el 21,6%. La inflación que prevé el FMI para el 2018 sería del 17,2%, con una desocupación del 7,3%. Las cifras sobre la inflación están muy por encima de las previstas por el gobierno. El FMI también vaticina un crecimiento del 2,2% para el presente año y un 2,3% para el 2018. Según esta misma entidad, la economía mundial crecerá este año un 3,5%; Brasil 0,2%; China 6,6%. El crecimiento de la región sería 1,1%, con Bolivia a la cabeza con un 4%.

Es posible que estos datos sobre la evolución de nuestra economía  sean los que provocan que el gobierno sostenga que las próximas elecciones se definirán por cuestiones políticas y no económicas

 “Blanqueo”, Vaca Muerta y una localizada industrialización

Dentro del conjunto de “pálidas” que brotan de los datos presente y futuros de nuestra economía. Hay algunas situaciones que merecen una reflexión especial. Los resultados del “blanqueo” es una de esas cuestiones. El “blanqueo” o “Programa de Exteriorización de Capitales”, según el lenguaje oficial, es un tema que tiene varias aristas. Éticamente es cuestionable, en la medida que se trata de “plata en negro”, capitales que están fuera del circuito controlado por el Estado. Se lo trató de legitimar mediante la sanción de la Ley N° 27.260 o “Ley de Sinceramiento Fiscal y Reparación Histórica a los Jubilados”, planteando que ese sería el destino de los intereses que cobraría el Estado. Lo llamativo es el monto alcanzado, fueron “blanqueados” u$s 116.800 millones de dólares.

Esas cifras – comparativamente- tienen una dimensión aún mayor teniendo en cuenta que Cristina -en su primer mandato- hizo un “blanqueo” que reunió u$s 4.492 millones y otro -en el segundo- por 2.595 millones de la misma moneda.

Puestos en relación con otros realizados en estos mismos tiempos, el argentino representa el 1,8% del PBI del país, le siguen los realizados en Indonesia con el 0,9% y Brasil con el 0,8% de sus respectivos PBI. Otros detalles sobre este “blanqueo” indican que el beneficio de la “Caja” estatal fue de 148.600 millones de pesos (un mes de ingresos); el 80% del monto “blanqueado” corresponde a bienes que están fuera del país y que el 96% de los 254.700 de los CUITs (identidad fiscal) ingresados al “blanqueo” pertenecen a personas físicas. Esta inusual muestra de plata o bienes en negro es, para los funcionarios del gobierno, una muestra de confianza en el gobierno y en el país.

Como una excepción a la reticencia a realizar grandes inversiones, están los recursos que van arribando en relación a la explotación de hidrocarburos en Vaca Muerta. Un ejemplo de ello lo constituye el programa de inversiones de Techint/Techpetrol, anunciado por Paolo Rocca. Habla de 2.300 millones de dólares para el período 2017/2019 y otros 5 mil millones para una segunda etapa. Todos ellos estarían destinados a una producción industrial manufacturera que aprovecharía las proximidades con los recursos gasíferos de Vaca Muerta.

Se trataría de un localizado proceso industrializador para una producción electrointensiva (aluminio) y petroquímica (plástico, fertilizantes). Según Rocca allí se dan las condiciones para poner en marcha un nuevo proceso que apunte al futuro tejido industrial argentino. Según la observación del directivo de Techint el crecimiento argentino ha dependido del sector agroalimentario y éste tiene topes para mayores inversiones –según la opinión empresarial- por los altos costos productivos de nuestro país. Esa barrera podría ser superada por el uso intensivo del gas-shale que podría extraerse de la cuenca de Vaca Muerta.

De ese modo el proceso agroalimentario podría ser ampliado a nuevos sectores industriales, como los aquí señalados. Claro está que en el medio de esta perspectiva está el tan cuestionado y peligroso método del fracking para extraer los recursos hidrocarburíferos.