Argentina: hay plan económico y favorece la concentración de la ganancia

Julio C. Gambina | 

Vale señalar que la contra cara de ese discurso es el cierre de empresas y los despidos, proceso consustancial al crecimiento de las importaciones, la falta de competitividad de la producción local y por ende, la reconversión empresaria en aras de la rentabilidad y contra el empleo, el salario y en definitiva, los trabajadores y la mayoría de la sociedad.

El cierre de la única empresa productora de llantas en Rosario (se reconvierte en importadora) o innumerables textiles, o industrias del calzado, por solo nombrar las más difundidas en la prensa cotidiana, dan cuenta del fenómeno de reemplazo de producción local por externa. No siempre pierden los empresarios, algunos sí, pero varios otros se transforman, de productores en importadores.

La política económica en la Argentina promueve la producción externa en aras de la eficiencia del capitalismo mundial. No son errores del gobierno, sino, la lógica de un proyecto de inserción subordinada de la Argentina en el sistema mundial con algunos pocos socios locales subsidiados por el Estado.

También el Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne “comunica” que sus evaluaciones son de recupero de la economía desde el último tramo del año pasado. En efecto, el INDEC señala que el nivel de actividad económica de diciembre 2016 contra noviembre del año pasado crece 1,6%, pero es -0,1% entre diciembre del 2016 y el mismo mes del 2015. [2]

Además, el informe del INDEC relativo a la evolución industrial (ya mencionado) lo desmiente en el sector que más contribuyó a la recuperación del empleo luego de la recesión entre 1998 y 2002. Más allá del promedio del -1,1% promedio, la industria de la alimentación cayó 1,4% (es el rubro de mayor ponderación en el índice industrial); textil -11,1%; industrias metálicas básicas -9,5% y acero crudo -11,6%. Son datos de rubros relevantes cuando se piensa en industria manufacturera.

Sturzenegger confirma el rumbo del ajuste y la recesión

El titular del BCRA es el ortodoxo del “equipo” del gobierno Macri, encargado de la política monetaria y cambiaria. Dilecto alumno de los monetaristas de Chicago, aplica a rajatabla medidas de “contracción monetaria” y elevadas tasas de interés para frenar los precios.

Su objetivo es bajar la inflación a cualquier costo, aunque ello promueva la recesión o “enfriamiento” de la economía con sus secuelas sociales regresivas en caída del consumo, el nivel de actividad y el creciente desempleo, subempleo, baja del ingreso y generalización de la tercerización y formas de la precariedad laboral. Todo en aras de maximizar la ganancia y hacer atractiva a la Argentina al ingreso de capitales externos.

Lo curioso es que parte de la contención inflacionaria, de la que se ufanan el BCRA y el Ministerio de Hacienda, incluye la contenida cotización del dólar y una demanda acrecentada de los sectores productivos, no solo los más concentrados, por una nueva ronda de devaluación. Es sabido que toda devaluación es una transferencia de ingresos desde la mayoría de la sociedad, especialmente los sectores de ingresos fijos asociados al mercado interno, a los capitales más concentrados y exportadores.

El titular del BCRA anticipa que los próximos meses será difícil en materia de inflación por el impacto del aumento de las tarifas definidos por el propio gobierno en acuerdo con las empresas privatizadas de servicios públicos, los verdaderos ganadores con el cambio tarifario y la continuidad de los subsidios que nutren sus cuentas de resultados.

Resulta interesante analizar la subordinación a la lógica global del capital, en momentos donde la tasa de interés mundial tiende a crecer y a valorizar la divisa estadounidense (política monetaria y cambiaria de la FED, el Banco Central de EEUU), encareciendo importaciones demandadas desde la Argentina, agravado con el desestimulo a las exportaciones locales.

La ortodoxia la pagan los sectores de más bajos ingresos

Con la ortodoxia del Banco Central se asegura un horizonte de inflación y de lucha contra la inflación que afecta principalmente al ingreso popular.

Por eso se intenta disciplinar a maestros y docentes, médicos y trabajadores de la salud, de la Justicia, o del Estado en general, ayudados con una campaña ideológica centrada en los “beneficios” de los trabajadores y eximiendo la responsabilidad estatal que privilegia recursos fiscales para cancelar deuda o subsidiar ganancias, base de la orientación de la política económica en su conjunto. Todo para satisfacer demanda de seguridad jurídica y cuantiosos recursos para concesionarios privados de servicios públicos, caso del peaje, el transporte, o la prestación de luz, gas o agua.

El argumento del chantaje alude al efecto sobre los menores o demandantes de salud ante las medidas de fuerza sindical, eludiendo el reclamo a gobernantes que incumplen promesas electorales, caso del combate a la pobreza.

Quien afecta la educación de nuestros escolares y la salud de la población empobrecida es la política oficial, orientada a satisfacer las necesidades del funcionamiento del capital, que como sabemos, apunta a maximizar las ganancias y con ello asegurar la lógica de la acumulación y valorización de los capitales.

Notas:
[1] INDEC. Estimador Mensual Industrial, en: http://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/emi_02_17.pdf

[2] INDEC. Estimador Mensual de Actividad Económica, en: http://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/emae_02_17.pdf