Argentina, entre el impacto emocional de la operación de Cristina y la evolución de la economía

JUAN GUAHÁN| Mientras la opinión pública está pendiente de la operación realizada a la Presidenta son varias las cuestiones que asoman como los principales problemas del 2012. A nivel internacional las claves están en la crisis mundial y en Argentina la mayor parte de las miradas apuntan a la evolución de la situación  económica.Question Latinoamérica

El gobierno parece haber llegado a la cumbre de su poder político. De la mano del reciente triunfo electoral, con un absoluto liderazgo de Cristina, con total mayoría parlamentaria, con la mayor parte de los  gobernadores muy apegados a las políticas oficiales, todo parece estar a la medida de las necesidades del gobierno. Hasta la tragedia de Río Negro, con el asesinato del gobernador, le dio al cristinismo un nuevo aliado. A esto se agrega una oposición fragmentada y sin rumbo y la profunda debilidad del poder imperial agobiado por la crisis económica de la mayor parte de los Estados que lo sostienen.

En medio de este cúmulo de datos favorables, agregados al impacto emocional de la enfermedad de la Presidenta, no faltan quienes alientan la posibilidad de plantearse una nueva perspectiva institucional que permita la re-reelección de Cristina.

Pero ésta es una cara de la moneda. La otra cara tiene que ver con la evolución de la situación económica, nacional e internacional. Allí, sin llegar a ser una corona de espinas, tampoco es un lecho de rosas. Las perspectivas están lejos de ser graves o parecidas a lo acontecido en otros tiempos, como lo ocurrido en el 2001/2002, pero tampoco se pueden despreciar. Esta realidad es claramente diferentes a lo vivido durante estos últimos 8 años, a excepción de algo semejante ocurrido en el 2008.

El gobierno sabe que está en problemas para mantener la dupla (superávit comercial –en lo externo- y superávit fiscal –en el orden  interno-) que son la base de este “modelo”. Mientras el primero, el superávit comercial, le daba al Estado una cantidad suficiente de dólares para sus compromisos (pago intereses y deudas) y compras externas; el superávit fiscal le aseguraba una respetable Caja propia para mantener un alto nivel de gastos e inversiones (incluidas las denominadas “políticas sociales”) que le aseguraba un fuerte impulso al crecimiento económico verificado en todos estos años.

En este sentido no son casuales las medidas que se han venido tomando después de las elecciones del 23 de octubre. Todas ellas apuntan a la explícita voluntad política para que el des-aceleramiento de la economía sea lo más leve posible.

El debate de las próximas semanas y meses pasa por definir cuáles serán los sectores más afectados por este “freno” que se observa en nuestra economía. Los trabajadores y sectores de la clase media temen que sean ellos quienes paguen esas cuentas para que se mantenga una ganancia empresarial que sostenga el mayor nivel posible de crecimiento económico, sin  pérdida de puestos de trabajo. Mantener crecimiento y empleo son los dos principales objetivos del gobierno en esta materia, aunque haya alguna pérdida salarial. El choque entre Hugo Moyano (que empieza a “tejer” un nuevo marco de alianzas con la CTA opositora y organizaciones sociales) y el gobierno tiene ese trasfondo, al que ningún funcionario quiere asomarse. El gobierno preferiría no escuchar reclamos salariales que superen el 18%.

Es por todo ello que preocupa seriamente al gobierno: La eliminación de subsidios que comenzará a sentirse a partir de este 1º de año; el “ajuste” que puede expresarse en la posibilidad de rebajas de ingresos a 300 mil agentes estatales, todos temen que la aplicación de esta medida pueda producir situaciones desagradables como la ocurrida en Santa Cruz, en vísperas del Año Nuevo. Mientras los funcionarios observan con un ojo esta situación, giran la cabeza hacia el cielo esperando la lluvia salvadora que frene la pérdida de  divisas (por la caída de exportaciones de nuestros granos) y los problemas que puede traer la aguda sequía que se extiende por buena parte de nuestra geografía, particularmente su extendida pampa húmeda.

Las dificultades en Brasil, Europa y la posibilidad de algún “parate” en la economía China son seguidas cotidianamente por los funcionarios del área económica. Las exportaciones a esas zonas proveen los recursos que mantienen vivo al actual “modelo”. Todas las medidas restrictivas para la compra y salida de dólares, como el forzado retorno de divisas por las exportaciones (mineras y petroleras) son parte del dispositivo para atender a esta problemática.

La Presidenta ha repetido hasta el cansancio que la austeridad no es lo recomendable cuando decrece la actividad económica. Sin embargo las dificultades actuales obligan a pensar en diversas variantes la mayor parte de las cuales contempla medidas prácticas que –de hecho- van en la la dirección de reducir gastos e inversiones.

Los problemas provinciales

¡Que el sol salga por el Este! … ordenó el Principito de Antoine Saint-Exupery. En el mismo sentido la Presidenta en su última presentación televisiva –antes de la

Carlos Soria aseinado ¿por su esposa?

operación a la que fuera sometida- prorrogó el período de gracia del Programa de Desendeudamiento Provincial. Este había sido firmado en mayo del 2010 y vencía el pasado 31 de diciembre. A partir de esa fecha las Provincias tenían que empezar a pagar las deudas contraídas con la Nación. La mayor parte de las Provincias no estaban en condiciones de cumplir con dicho compromiso. ¿Qué se hizo? Prorrogar por otros dos años dicho vencimiento. En ese período se estima que puedan ser superadas las contingencias de la crisis que comienza a instalarse en nuestra realidad. Fueron 17, sobre 24, los distritos beneficiados.

Más allá de esta “buena noticia”, para estas provincias, lo cierto es que ha llegado el tiempo del “ajuste” para varias de ellas. De hecho, hay ocho (8) provincias en las que se están tomando medidas concretas (planes de “emergencia económica”, ajustes fiscales, reformas jubilatorias) que van en esa dirección. Esa conocida la situación de Santa Cruz y la reacción producida cuando intentaron aplicar esas medidas. En Mendoza, el gobernador pidió autorización para endeudarse y proyecta un congelamiento salarial para este año. Em Córdoba se votó un presupuesto con una fuerte reducción del gasto público y una importante suba de impuestos. En Catamarca hay recortes presupuestarios que superan el 30%. En Río Negro se aprobó una Ley de Emergencia que pone en disponibilidad a 20 mil empleados provinciales (sobre un planta total que no llega a los 50 mil). En Chaco se anunció un recorte de gastos y la búsqueda de fondos para refinanciar deudas. En Chubut y Neuquén están procurando refinanciar deudas.

En otras provincias, como Buenos Aires, por ejemplo, la pelea salarial ya se ha iniciado. De acceder al pedido de maestros y estatales, el déficit fiscal pasaría de 6 a 15 mil millones de pesos.

En todos estos casos se observa que –en los años precedentes- los gastos provinciales no se han moderado mientras que se reduce su participación en los tributos nacionales de reparto automático. De todas maneras las provincias han incrementado sus ingresos mediante los discrecionales aportes del gobierno nacional, todo lo cual aumenta su dependencia del poder central.