AMIA, la tragedia continuada

Marcos Salgado – Question Digital

La noticia es escalofriante. Lacera el ánimo de los argentinos. Azuza a la prensa enemiga acérrima de la presidenta. Pone en guardia a un kirchnerismo vapuleado por la noticia. Es necesario ordenar las ideas, comenzando por saber quién es quién en la causa AMIA y quién era, en ese marco, el fiscal Nisman.

Como lo detallamos en nuestro artículo anterior, Natalio Alberto Nisman, fiscal a cargo por una década de la Unidad Especial de Investigación del caso AMIA, tenía línea directa con la embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires, donde reportaba las novedades de su trabajo en una causa que adquirió interés para Washington tras los atentados del 11S.

Desde Washington le pedían al fiscal -revelado esto por las filtraciones de Wikileaks- que se concentrara en los supuestos responsables intelectuales del atentado. A poco de hacerse cargo de la causa Nisman había imputado a cinco ex integrantes del gobierno de la República Islámica de Irán (incluido un ex presidente) acusándolos de haber ordenado el bombazo.

La rimbombante acusación – con profusa y esperada acogida en medios hegemónicos occidentales- estaba basada en informes de inteligencia de países más que interesados en instalar a Irán como un promotor del terrorismo internacional: el Mossad israelí y la CIA de los Estados Unidos, nación en cuya embajada en Argentina abrevaba Nisman.

El juez del expediente AMIA, Rodolfo Canicoba Corral, quien supervisaba y a la larga tomaba las decisiones judiciales centrales en la investigación de Nisman, le había advertido varias veces al fiscal sobre el escaso valor de sus hipótesis contra los ex funcionarios iraníes, si estas se basaban en inasibles informes de inteligencia.

Ya en 2015, sin apartarse ni un ápice de esta lógica de judicializar a través de los medios los intereses políticos de centros de poder foráneos, el fiscal Nisman interrumpe sus vacaciones y regresa intempestivamente a la Argentina para presentar la denuncia contra la presidenta Cristina Fernández, el canciller Héctor Timerman, el diputado kirchnerista Andrés Larroque, dos dirigentes políticos cercanos a Irán (Luis D´ Elia y Fernando Esteche), un miembro de la comunidad musulmana en Buenos Aires, Alejandro Khalil, y un supuesto espía, Ramón Allan Bogado, acusándolos de pergeñar un plan para desligar a Irán del atentado. O lo que es lo mismo, acabar con su denuncia.

Por estas horas, Argentina debate una guerra de versiones sobre la muerte del fiscal, donde una sola cosa está clara: nadie duda que Nisman murió por el caso AMIA. Adicionalmente, de un lado y del otro (los que acusan al gobierno y los que lo exculpan y apuntan a otros factores) dicen que bien se pudo tratar de un suicidio inducido. La fiscal que lleva adelante la investigación la caratula como “muerte dudosa”.

Para despojarnos de la cáscara antojadiza e interesada que los medios de comunicación hegemónicos impusieron sobre el caso AMIA y su última muerte asociada hay que separar la paja del trigo, separar los hechos de las especulaciones.

Los hechos

Vacaciones interrumpidas. El fiscal Alberto Nisman estaba de licencia, aprovechando la feria judicial de enero, cuando el Poder Judicial de Argentina reduce al mínimo su actividad. Había viajado a Europa el primero de enero con una de sus hijas y tenía boleto de regreso para el 23 del mismo mes. Sin embargo, el fiscal regresa a Buenos Aires el 12 de enero, de forma tan apresurada que deja a su hija de 14 años por algunas horas sola en el Aeropuerto de Barajas.

Presentación subrepticia. Al día siguiente de su arribo, el fiscal presenta la denuncia contra la presidenta, su canciller y los otros cuatro ciudadanos, a quienes acusa de encubrir a los supuestos autores intelectuales del atentado de la AMIA. No se hace esperar el revuelo en la prensa anti-K, que azuza a conciencia su litigio ya añoso con la Presidenta. El impacto mediático es alimentado por el fiscal, que tras realizar su presentación comparece en el canal Todo Noticias, emblema del Grupo Clarín.

Sin pruebas. En un tour mediático, Nisman insiste con la gravedad de su denuncia, y la funda en supuestas pruebas contundentes, especialmente en interceptaciones telefónicas entre Khalil, el “espía” Allan, D’Elia y Esteche. Sin embargo, la juez federal que recibe la denuncia advierte que la misma no contiene la prueba ofrecida por el fiscal, y decide no abrir la feria judicial para atenderla. Es decir, había que esperar a febrero. Nisman no encuentra en esto un obstáculo, por el contrario, dice a los medios que anexará la prueba muy pronto, y que aún no la tenía lista. Además, asegura que lleva “cuatro años” preparando la denuncia contra la presidenta.

¿Qué motivó al fiscal a presentar apresuradamente una denuncia que -según aseguraba- era contundente y el fruto de un largo trabajo? ¿Por qué no podía culminar el viaje con su hija (un irrepetible viaje de regalo de 15 años) y presentar la denuncia tras la feria judicial, con los elementos de prueba correspondientes?

El apuro. Nisman estaba urgido. Así avisó su regreso intempestivo a un grupo reducido de allegados en la red WhatsApp:

“Este es un mensaje de difusión masiva para un grupo pequeño y querido de amigos y allegados que no siguen día a día mi actividad. Es simplemente informativo, por favor no responderlo. Debi suspender intempestivamente mi viaje de 15 años a Europa y volverme. Imaginarán lo que significa.

Pero a veces en la vida los momentos no se eligen simplemente, las cosas suceden y eso es por algo. Esto que voy a hacer ahora igual iba a ocurrir. Ya estaba decidido. Hace tiempo que me vengo preparando para esto, pero no lo imaginaba tan pronto. Sería largo de explicar ahora, como ustedes ya saben, las cosas sucede y punto. Así es la vida.

Lo demás es alegórico. Algunos sabrán ya de que estoy hablando, algunos imaginarán y otros no tendrán ni idea. Hasta dentro de un rato. Me juego mucho en esto.

Todo, diría. Pero siempre tomé decisiones y hoy no va a ser la excepción. Y lo hago convencido. Se que no va a ser fácil. Todo lo contrario. Pero más temprano que tarde la verdad triunfa y me tengo mucha confianza. Haré todo lo que esté mi alcance, y más también, sin importar a quien tenga enfrente.

Gracias a todos. Será justicia!!!!!

Ah. Y aclaro por si acaso que no enloquecí ni nada parecido. Pese a todo, estoy mejor que nunca, jajajajaja”

El fiscal agrega al final de estos mensajes dos caritas sonrientes y un “meme”, que reza: “Keep calm and justice”, algo así como “mantener la calma y la justicia”.

“Hace tiempo que me vengo preparando para esto, pero no lo imaginaba tan pronto”, dice Nisman. Queda claro que los tiempos de la denuncia contra la Presidenta se aceleraron. ¿Por qué razón?

Las especulaciones

Re-florecimiento del terrorismo. Nisman regresa urgido a la Argentina el 12 de enero. Un día antes, en París, se produce la masacre en la redacción de Charlie Ebdo. ¿Nisman -o alguien por él- entendió que era el momento preciso para ligar a la Presidenta argentina con un supuesto encubrimiento del terrorismo internacional? La primera que se refiere a esta hipótesis es la mismísima Cristina Fernández. ¿Se trata de una afirmación temeraria de la mandataria argentina? No podemos afirmarlo aún. Sí sabemos que el 11-S en Estados Unidos renovó el interés de la CIA y el Mossad por la causa AMIA y los consabidos y prefijados focos del “terrorismo internacional”.

Ya en las primeras horas tras Charlie Ebdo había quienes desde la prensa hegemónica occidental decían que esta irrupción asesina era “el 11-S francés”. ¿Era ésta la oportunidad de oro para que la denuncia que Nisman venía preparando surtiera un efecto aún mayor? ¿Así lo entendió Nisman? ¿Así lo entendieron por él?

Marta Nercellas, ex abogada de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) en el fracasado juicio a la “conexión local” del atentado (recordemos, terminó con todos los imputados absueltos y el cliente de Nercellas, Rubén Beraja, procesado por delitos conexos al encubrimiento de AMIA 1) dijo que Nisman pensaba presentar la denuncia contra Cristina “después de las elecciones”, es decir, cuando la Presidenta ya no estuviera en el cargo o estuviera de salida.

Nercellas no sabe por qué Nisman se apresuró con una presentación que, una semana después de su radicación en un juzgado federal y en las redacciones del Grupo Clarín, se diluye irremediablemente.

La épica. “Algunos sabrán ya de que estoy hablando, algunos imaginarán y otros no tendrán ni idea. Hasta dentro de un rato. Me juego mucho en esto.” Nisman vuela hacia la capital argentina inmerso en un halo épico. Va a denunciar a la Presidenta de su país, a la viuda de quien lo postuló para el cargo que detenta desde hace una década. La va a acusar de encubrir a sus archienemigos del caso AMIA. La va a acusar apresuradamente. No estaba en sus planes inmediatos.

Conocí al fiscal Nisman en 2001, fue una de mis fuentes (y de otros colegas) durante el juicio oral a la llamada “conexión local” del caso AMIA. Conocimos su vehemencia al sostener sus argumentos. Vehemencia que me parece intacta ahora, catorce años después, al declarar en los medios del Grupo Clarín, en su entrevista en “Todo Noticias” la semana pasada.

Una década larga en la que – los hechos confirman- recibió constantes informes de la Secretaría de Inteligencia del Estado (la SIDE) y de la CIA y el Mossad. Así el fiscal emitió sus dictámenes más sonados: la imputación a cinco ex funcionarios iraníes; una suerte de ratificación del supuesto rol de Irán en operaciones terroristas en América Latina y la urgente imputación de la semana pasada.

Los contactos. Un auto de alta gama, un Audi nuevito, quedó estacionado en la planta baja de la torre donde vivía Nisman. Los canales de televisión de Buenos Aires lo mostraron una y otra vez, explicaron que era el vehículo que usaba Nisman, pero no ahondaron en detalles. Los detalles los obtuvo un periodista que lo contó en Twitter, hasta que su cuenta fue cerrada sin explicaciones.

Antes, el periodista Juan Cruz Sanz explicó que se trata de un automóvil propiedad “al 100%” de la empresa Palermopack S.A. propiedad de Fabián Picón quien a su vez tiene otras dos empresas de nombre parecido, Easypack y Starpack, compartidas con Eugenio Ecke, alias “Pipo”. Sanz explica que Ecke “es la cara visible en la Argentina de Frank Holder, un ex CIA” y advierte que Holder no se retiró a la espera de una vejez dorada, por el contrario, lo cataloga como el “dueño de un imperio de seguridad privada en toda América Latina”.

Hay más. Siempre según Juan Cruz Sanz, Picón (el socio de Ecke) es pareja de la hija de Hugo Anzorreguy, el jefe de los espías argentinos durante el gobierno de Carlos Menem y coacusado por encubrimiento en AMIA 1. ¿Nisman se trasladaba en un Audi propiedad de una empresa ligada a un procesado por encubrir la causa AMIA?

El espía

Dejemos las preguntas y volvamos a las certezas. Tras las que sería su última presentación judicial, Nisman dijo en televisión: “a Stiusso lo veía casi todos los días”. Se refería al poco menos que sempiterno jerarca del área de contrainteligencia de la SIDE (devenida recientemente en SI, Secretaría de Inteligencia), separado de su cargo en diciembre pasado por orden directa de la Presidenta.

Su apellido sobrevuela la crónica subterránea de Buenos Aires desde hace dos décadas. En especial en el caso AMIA. Según Nisman, fue el propio Néstor Kirchner quien le dijo que trabajara con Stiusso porque era quien “más sabía” sobre el atentado.

Para esa época Hugo Anzorreguy (ex jefe de la SIDE, ya lo nombramos a propósito del auto de Nisman); Patricio Finnen (una suerte de alter ego opuesto a Stiusso) y Juan Carlos Anchézar (ex directivo de la SIDE) ya estaban encausados en una investigación por el presunto encubrimiento que derivó en el fracaso de la acusación contra la sindicada “conexión local” del atentado contra la AMIA (AMIA 1).

Volvamos a ubicar todos estos datos en una línea de tiempo: regresemos a las postrimerías del juicio oral donde Nisman destacaba como fiscal, cuando la amenaza del “terrorismo islámico” propuesta por Occidente estaba a la orden del día y comienza la sociedad estrecha de Stiusso con el vehemente Nisman.

En una de sus últimas entrevistas televisivas, Nisman aseguró que tamizaba la información que le proporcionaba Stiusso y que sólo incorporaba al expediente AMIA aquello que consideraba que podía “judicializar”. Es decir, aquellos elementos que podía presentar con cierto peso en el expediente. Una buena práctica que el juez Canicoba ponía en duda. Recordemos que el magistrado contralor declaró públicamente que había advertido al fiscal del peligro de basar sus investigaciones en informes de inteligencia.

Cristina Fernández retiró a Stiusso de su puesto clave en la inteligencia estatal en diciembre último, tras una entrevista que el espía concedió a una revista furibundamente antikirchnerista. De la entrevista no se desprende revelación alguna, sólo la confirmación que el espía validado durante el mandato de Néstor Kirchner e inyector principal de información para el fiscal Nisman estaba de salida. Si no es así, un espía no habla con los medios.

La denuncia

Los hechos nos regresan al fiscal Nisman, apresurado en presentar una denuncia contra la Presidenta. Un escrito de 289 páginas. En la última, el secretario del juzgado receptor de turno, aclara que la denuncia se recibe “sin la documentación referida. Conste”. El documento fue colocado “on line” en el centro de documentación oficial de la Corte Suprema de Justicia de la Argentina.

De allí lo bajamos todos los interesados. Pero no vamos a detenernos en juicios de valor de iniciados. Sobre el documento postula el hasta hace poco ministro de la Corte Suprema argentina Eugenio Zaffaroni, un referente ineludible de la penalística latinoamericana: “no encuentro cuál es el delito” que el fiscal le estaría postulando a la Presidenta, su canciller y otros supuestos hacedores del encubrimiento de Irán en el caso AMIA.

Dice Zaffaroni citado por el diario argentino Página 12, hablando de Nisman: “lo que me imagino es que este pobre muchacho es una víctima más de una desviación de la investigación de la causa AMIA. Ha sido víctima de una información torcida, de pistas falsas, no tengo por qué pensar que lo hizo de mala fe. Y en algún momento se tuvo que dar cuenta de que eso era falso”.

Algunas pocas jornadas después del demoledor concepto de Zaffaroni, el pretendidamente escandaloso escrito de Nisman se apaga, irremediable. Lo único destacado de la denuncia son las grabaciones sobre los teléfonos de los señalados, que por estas horas difunde en preciso cuentagotas el diario Clarín, del cual dependen los medios televisivos que acogieron excitados la denuncia del fiscal hace una semana.

En las escuchas, ofrecidas en la web de Clarín, se escuchan especialmente conversaciones entre dos de los señalados por Nisman, reconocidos partidarios de la posición de Irán en torno al caso AMIA. Lo cual (aunque suene estúpido, hay que recordarlo) no constituye delito. Conversan animadamente como conversan dos amigos que están de acuerdo en casi todo. Acuerdan encontrarse, se insuflan más influencias que las que -seguramente- tienen. Nada nuevo.

Lo único nuevo es que los medios que publican las grabaciones recuerdan en cada epígrafe, en cada primer párrafo, en cada cintillo de página y de tapa que es “la denuncia contra la Presidenta del fiscal Nisman, quien apareció muerto”. Ahora sí. Ahora que el fiscal apareció muerto todo funciona, todas las escuchas estiran su validez algunas horas más.

Algunas horas más. No más que eso. ¿Dónde terminaba la épica de Nisman? Atado como estaba a la embajada de Estados Unidos, atado a Stiusso, atado a los dueños del auto de alta gama, atado a la prensa adulona por interesada.

La épica de Nisman tenía los días contados. Las horas contadas.