A Ramonet lo blanden para deformar el pensamiento de Chávez

Toby Valderrama

La sola idea de un Testamento de Chávez al margen de la ortodoxia socialdemócrata causó un gran revuelo en el campo revolucionario. Se agitaron las aguas, se atacó al “mensajero fiel”, se blasfemó a “El arado y el mar”, a los autores del texto, se indagó sobre los depositarios. Los altos tetrarcas quisieron ignorar, ordenaron bajar la cortina del silencio, pero fue tanta la reacción que los obliga a apurar un libro y de pasada confiesan que es contra los que ellos llaman farsantes: aceptan así que alrededor del pensamiento de Chávez hay una lucha ideológica entre los que quieren convertirlo en apoyo al capitalismo, a la entrega de la soberanía petrolera, al endeudamiento desaforado, y los que luchan por mantener su carga revolucionaria.

Pero, justo es decirlo, el Testamento también trajo alegría, muchos sintieron una brisa fresca, el pensamiento de Chávez regresaba y lo hacía con fuerza, se resistía a ser reducido a mero apoyo de la socialdemocracia. Se evidenció que hay un vacío en torno al pensamiento del Comandante, una carencia que surge de querer domarlo con un solo mandato y dos o tres consignas. Veamos.

La primera conclusión es que el ideario de Chávez no se ha estudiado (con algunas excepciones; Javier Biardeau, por ejemplo), y esto no se ha hecho por conveniencia de la socialdemocracia. Sin dudas, estudiar a Chávez pondría en el tapete el camino de entrega que transita la socialdemocracia: cómo explicarían la pérdida de la soberanía petrolera, las complacencias con la burguesía, con el capitalismo nacional e internacional, la hipoteca de la Nación. Más les conviene deformar el pensamiento, ponerlo del lado del capitalismo, castrarlo de su fuerza revolucionaria, esconder sus pilares teóricos. Ahora hablan de un libro que escribirá ramonet, ojalá no se quede como la entrega de las firmas. Será interesante leer cómo “cortan y pegan” a Chávez para justificar a la socialdemocracia, la sepultura del Socialismo. Ya empezaron mal, a descalificar, a atacar a los posibles críticos, los califican de “alocados”, “ultraizquierdistas”, amedrentan a los posibles disidentes: quien diga algo es farsante.

Ojalá se atrevan a sacar el libro, y luego a abrir una discusión pero con reglas, por ejemplo: que la discusión sea por escrito y sin firma. Sería interesante ver las opiniones de los altos jerarcas sin el miedo de disentir; que los ministros, las direcciones del PSUV, por ejemplo, digan lo que piensan y callan en público. Así podremos leer algo más que alucinaciones.

Venían reduciendo el ideario de Chávez. Primero falsificaron el Plan de la Patria, borraron, añadieron, lo convirtieron en instrumento dócil del viraje hacia el capitalismo; pero no fue suficiente, entonces lo olvidaron. Luego, su Testamento fue reducido sólo a “elijan a Maduro”. Ya con eso proclamaron, estaba despachada la lealtad a Chávez, de allí en adelante todo era posible, Chávez quedaba congelado, mudo, no tenía nada que decir. Hábil maniobra, una especie de carta blanca. De aquí en adelante todo se podía hacer, sólo con poner el retrato de Chávez en la espalda todo estaba certificado, con nombrarlo de vez en cuando se saldaba el sentimiento.

El Socialismo quedó borrado, dijeron “no es tiempo”, “la geopolítica se opone”, “no es viable”, lo redujeron a un simple asunto de reparto de la renta, y cuando ésta escasea viene la represión que justifican echándole la culpa a los colombianos, y pretendiendo arreglar el asunto con razzias en la mejor tradición adeca; recuerdan El Caldas, o el “dispare primero y averigüe después”, los pobres confinados a guetos.

Y así, el vigoroso y valiente pensamiento de Chávez que conmocionó al mundo devolviéndole la esperanza, el ideario de este gigante que señaló el camino para la redención de la humanidad, fue desdibujado, convertido en un sarcasmo que ahora apoya todo lo que Chávez combatió.

La operación de esterilizar un pensamiento revolucionario no es nueva. La hicieron con Cristo, escondieron lo que no le convenía al Imperio Romano. La hicieron con Bolívar, fragmentaron su Gran Colombia y a cada fragmento lo llamaron “bolivariano”. La hicieron con “El Capital” de Carlos Marx, y con ese libro revolucionario aún apoyan la entrega a la burguesía, lo que provocó que Gramsci escribiera que la Revolución Soviética fue una revolución contra “El Capital”, contra la lectura reaccionaria de éste. Lo están haciendo con Chávez.

Es difícil que los tetrarcas estudien el pensamiento revolucionario de Chávez, ellos harán de ese pensamiento un dogma, lo castrarán de su fuerza revolucionaria, de su capacidad de revolucionar, de su potencia para analizar el momento y el tiempo futuro, editarán lo que no les conviene, ya han dado muestras de esto con la cirugía que le hicieron al Plan de la Patria. De ellos y sus cómplices no se puede esperar sino silencio y deformación. Soltarán a sus plumíferos a defender el dogma, seguramente serán muchos, pero bastará una idea disidente para derrumbar el edificio de la traición.

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