Un balance de 2016, según Biardeau

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Yesenia Chapeta-Supuesto Negado|

A propósito del año que ya finaliza, el sociólogo y analista político Javier Biardeau nos presenta un balance de este 2016. En sus palabras, la pugna política en el país terminó con un “empate catastrófico”. ¿Fracasó la estrategia de la oposición? ¿Fracasó el Gobierno? ¿Cuál es el saldo social? Lea aquí a qué se refiere exactamente con esta frase y cómo visualiza 2017.

-Desde su punto de vista, ¿cuál es el balance real de este 2016? Comencemos en el terreno político.

–Un balance resumido del año 2016 debe comenzar por reconocer que el inicio de año fue marcado por las expectativas políticas generadas a partir del resultado electoral del 6-D-2015, las expectativas sobre una posible mayoría calificada o no de la oposición en la AN y las implicaciones que ello supondría para los sucesivos meses, pues esto definiría el curso de las estrategias políticas de los actores en pugna.

Un balance político del segundo semestre del año 2016 estuvo completamente marcado por el devenir y desenlace de la estrategia opositora del revocatorio, hasta estrellarse con la realidad de su imposibilidad, dados los graves errores políticos cometidos en las jornadas de recolección de firmas, así como en intentar imponer la tesis del revocatorio “a trocha y mocha”, suponiendo que bastaba crear un clima de opinión y contar con el apoyo de la presión internacional para lograr sus metas a corto plazo, sin considerar las estrategias y tácticas del propio Gobierno, así como los lapsos que los propios procedimientos y controles institucionales así establecían.

-¿Diría que la oposición sobrestimó el capital político que ganó el 6-D?

–Así mismo. La agenda opositora sobrestimó ese triunfo electoral, le puso plazo de seis meses a la salida de Nicolás Maduro de la Presidencia. En esta estrategia maximalista decidieron incorporar a los diputados impugnados de Amazonas en contra de las decisiones del TSJ, y eso generó un conflicto de poderes, en el cual el TSJ decidió declarar en desacato a la AN.

La oposición apostó por las expectativas políticas a corto plazo,  casi prometió la probable “salida de Maduro de la Presidencia”, hecho que finalmente no ocurrió por ninguno de los mecanismos y acciones que intentaron activar: la presión de calle, a través de movilizaciones; la enmienda constitucional para recortar el período presidencial; la idea de una constituyente que fue tempranamente abandonada; la solicitud a los militares para presionar la renuncia del Presidente; y la ya tardía solicitud del Referendo Revocatorio, el cual estaba condenado a pasar por leyes, reglamentos y un intrincado cronograma electoral que colocaba los lapsos sobre la fecha límite para poder, en caso de un resultado refrendario favorable, convocar nuevas elecciones e intentar desplazar a Maduro de la jefatura del Gobierno.

-¿Qué determinó el fracaso de esas estrategias empleadas para sacar al presidente Maduro de Miraflores?

–Yo diría que la oposición subestimó tanto al Gobierno de Maduro en su capacidad de apaciguamiento de las tensiones políticas, como a la capacidad de organización y movilización de las fuerzas organizadas del PSUV y los aliados del Gran Polo Patriótico, quienes, pese a algunas discrepancias internas, lograron mantener grados de cohesión y unidad, que impidieron un deslave o división significativa del chavismo, una ruptura de la unidad de la dirección política, e incluso, el quiebre de la unidad cívico-militar. Todo esto aseguró un balance positivo en la estabilidad política, que sostuvo un delicado equilibrio de fuerzas en medio de un crudo deterioro de la situación económica, con sus negativos efectos sociales.

-¿Cómo haría usted un retrato hablado del Gobierno en este momento?

–Lamentablemente el retrato hablado del Gobierno en este preciso momento es muy negativo, pues las navidades han sido ensombrecidas por situaciones de estrés colectivo acumulado, por carencias, deterioros y privaciones que no son imaginarias ni producto de las campañas mediáticas de antaño. No podemos decir que vivamos unas navidades prósperas, sino más bien marcadas por la paciencia y el estoicismo, por la resistencia de un pueblo que tampoco quiere una conflagración civil, pero que reclama una respuesta mucho más sensata y atinada de sus dirigentes. La gente ya no soporta improvisaciones y zigzagueos. Suena a lugar común, pero la gente espera soluciones inmediatas, no discursos ni promesas.

-¿Y de la oposición?

–Los simpatizantes de la oposición están cansados de no ver encarnada en su dirigencia una alternativa de gobierno con vocación, no solo de poder, sino de responsabilidad. Ya están cansados de ser “oposición a”, quieren ser asertivos, encontrarle respuestas ciertas a sus debilidades y fracasos. La base opositora ha venido madurando, siendo mucha más crítica de sus dirigentes, exigiéndoles cada vez mejor desempeño. La oposición no quiere perder la esperanza de un  espacio de acción donde se logre satisfacer efectivamente sus necesidades, demandas y aspiraciones. El problema allí son las discrepancias en el universo de referencia de los liderazgos de oposición: allí ha crecido la conciencia ciudadana y no soportan ya el caciquismo de sus dirigentes.

-¿Qué lecciones deberíamos aprender los venezolanos del año 2016?

–La gran lección es la necesidad de derrotar las estrategias maximalistas en una correlación de fuerzas que apunta cada día más a una situación de empate catastrófico o cercano al desgaste continuo de ambas fuerzas en pugna. La palabra clave es lograr un espacio de acuerdos y negociaciones para abordar la grave crisis económica. En este momento ninguna fuerza puede aplastar a la otra sin graves costos, incluyendo el escenario de un conflicto civil con altas dosis de violencia. Así mismo, es urgente y perentorio para el actor Gobierno reagrupar, reunificar y recuperar fuerzas, si quiere salir del impase del empate catastrófico.

La oleada opositora fracasó y es preciso que la oleada bolivariana resurja para retomar la iniciativa política. La mesa de diálogo no es suficiente para semejante esfuerzo de recuperación de la iniciativa estratégica, ni siquiera un modelo cooptado y tutelado de “Congreso de la Patria”. La capacidad de articular, amalgamar, convocar y sintetizar a la gran fuerza bolivariana desalentada, incluyendo a una masa opositora moderada, e independientes que han sido frustrados por la estrategia maximalista opositora, es uno de los retos fundamentales de la dirección política bolivariana, y eso impone nuevos instrumentos, nuevas herramientas, nuevos liderazgos y nuevos estilos de trabajo político y de dirección.

El pueblo está interpelando a la clase política como un todo

De acuerdo con Biardeau, mientras el Gobierno pudo contener la férrea arremetida opositora en el campo político, en el económico hay mucho que rectificar para el venidero 2017. Sin embargo, ninguna de las toldas políticas ha sabido interpretar los anhelos del pueblo, evalúa.

-Pasemos al terreno más polémico, el balance en materia económica.

–Mira, los peores desempeños de la gobernabilidad del sistema se produjeron justo en materia económica; la estrategia de la Agenda Económica Bolivariana y de los motores económicos no lograron sobreponerse al boicot y el sabotaje económico, ni generar un clima de confianza suficiente ni políticas económicas efectivas en materia cambiaria, fiscal, monetaria o de recuperación del producto interno bruto.

La recesión se hizo crónica, apalancada además por una abrupta caída de los precios del petróleo, lo cual prácticamente condenó al Gobierno a optar entre reducir importaciones y mantener el pago de los compromisos de endeudamiento, liberalizando de facto los precios, de acuerdo a una pugna sobre los marcadores de precios alrededor de la materia cambiaria.

Por otra parte, el Gobierno ha intentado obtener recursos adicionales por la vía de proyectos muy controvertidos, como el Arco Minero del Orinoco, lo cual ha abierto un profundo debate sobre si las vías neo-rentistas pueden ser una auténtica salida a la crisis del rentismo petrolero, y si son compatibles con las visiones de un modelo alternativo inspirado en las ideas-fuerzas de Chávez sobre el eco-socialismo.

-¿Qué nos dice del saldo social de esta conflagración?

–En todo este cuadro, los grandes perjudicados fueron sectores sociales como las capas medias, los trabajadores y los pobres, que vieron dislocados sus ingresos reales, a la vez que afectada su capacidad de compra por las altas presiones inflacionarias.

El Gobierno intentó amortiguar tal situación con aumentos de salarios, nunca suficientes, y finalmente con los CLAPS, intentando paliar los efectos negativos de un grave cuadro de desempeño económico.  En este sentido, el balance económico es muy negativo, con una pérdida del dinamismo de la actividad económica, alta inflación y desajustes en diversas áreas, incluidas las redes de importación y distribución de insumos, alimentos y medicinas.

-¿Y por qué no se ha concretado el estallido social que esperan algunos sectores de la oposición?

–Obviamente, el sistema de misiones y grandes misiones sociales logró contener, en una medida nada despreciable, los peores efectos de tal cuadro económico, incluyendo además un mejor desempeño y cobertura de la distribución de alimentos y medicinas (incluyendo los CLAPS).

Pero mientras en la gestión política se logró un grado favorable de estabilidad y de derrota de la estrategia opositora para derrocar al presidente Maduro, en materia económica, la situación es negativa y requiere de profundos esfuerzos de rectificación y corrección de políticas para el año 2017, incluyendo, claro está, la necesidad de abrir un espacio de negociación de acuerdos mínimos entre actores políticos y sociales, horizonte prefigurado en la llamada Mesa de Diálogo que ha entrado en una delicada fase de congelamiento.

-Desde ese balance, ¿cómo visualiza el año próximo?

–El primer trimestre aparece marcado por mucha incertidumbre y tensiones económico-sociales acumuladas, incluso los riesgos de estallidos localizados no han sido sorteados. La época decembrina es un mal punto de mira para proyectar escenarios porque en sí misma es un tiempo cultural de apaciguamiento del conflicto. De modo que cabe la posibilidad de que se abran escenarios efectivamente conflictivos, con protestas y expresiones diversas del malestar social.

-¿Lo mejor y lo peor de este año?

–No hay nada mejor que la conquista de espacios de paz y convivencia, incluso cierta despolarización en el pueblo llano que se ha traducido en la demanda de soluciones concretas a los problemas. El pueblo está interpelando a la clase política como un todo exigiéndole que cesen sus ambiciones e intereses creados y que se preocupen por las condiciones de vida del pueblo, que se ocupen de las prioridades del país, que la política no se separe de la gestión de las necesidades sentidas de las mayorías y de diversos sectores del país.

Lo peor es que este anhelo no ha sido ni calibrado ni escuchado por los liderazgos políticos de un lado y del otro lado, que tenemos una economía encallada, un país caído en una cuneta, y que requiere del esfuerzo de todos para retomar el sendero del desarrollo establecido en nuestro texto constitucional; que cuando uno lee tanto su declaración de principios como de finalidades luce ahora como una utopía, que solo puede ser viable, factible, realizable en materia de sociedad justa, próspera y con bienestar social, con aquella sentencia de la máxima felicidad social, si es de nuevo reencontrada y valorada, como terreno necesario para los acuerdos comunes.