Argentina, Macri y los riesgos de producir “limpiezas”

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Juan Guahán-Question Latinoamérica

Pareciera que esta primera semana del año fue el lanzamiento práctico de una de las obsesiones del macrismo que da y dará mucho para hablar. Se trata de sacar del Estado a miles de empleados. Esta “limpieza” se funda en la necesidad –según su óptica- de equilibrar las cuentas de la Caja estatal, que está llegando a cifras parecidas a un descontrol. Y ya las protestas ganan las calles, y la represión (ver en la foto las balas de goma utilizadas contra los trabajadores) se hace notar.

Se gasta mucho más que lo que ingresa y eso, ya lo sabemos, no puede aguantar mucho tiempo. Ese desequilibrio, llamado déficit fiscal, tiene diversas causas: Entre ellas, para la actual administración, están los subsidios y la cantidad de empleados que alberga el aparato estatal. Vamos a tomar el tema del aumento de los empleados estatales. Está claro que el macrismo no piensa meterse en otras profundidades que serían causas de este déficit.

Ese crecimiento de los empleos estatales tiene diversas causas. Puede responder al hecho que los servicios y funciones del Estado sean más y mejores, en términos generales no parece que ésa sea –numéricamente- la razón fundamental del incremento de estos últimos tiempos. Da la impresión que esa mayor cantidad de empleados del Estado responde a otras “necesidades”. Por un lado está el hecho que ellos encubren la incapacidad de la economía para absorber la mano de obra disponible, de modo tal que los números de la desocupación sean socialmente aceptables y continúan siendo resabios del viejo “estado de bienestar” que aseguraba trabajo para todos.

Con una economía que lleva cuatro años sin crecer resulta lógico que el “empleo estatal” haya sido una de las claves para evitar crisis y riesgos de estallidos sociales. Resulta claro que allí descansa una de las bases de relaciones clientelares, a través de diferentes “punteros políticos”, pero éstos no son la causa sino el efecto de una situación económico social que de otra manera podría ser explosiva. Por último están los militantes políticos, algunos cumpliendo tareas efectivas y otros que encontraban allí el financiamiento a su militancia política.

El macrismo no parece dar cuenta de algunas de estas diferenciaciones y comienza a meter a muchas situaciones en la “misma bolsa” quedándose en los aspectos formales, dando de baja a los contratados y recientemente designados. Pero la mayor parte de esas decisiones, que ya abarcan a varios miles de personas, se tomaron sin tener en cuenta que aquellos que quedan sin cobrar no tienen un nuevo puesto de trabajo que los espera a la vuelta de la esquina.

Además, no hay ningún dato económico que permita pensar que esto vaya a cambiar en lo inmediato. De modo que están sumando un nuevo factor de malestar social que –en los próximos meses- se irá sumando a los problemas del debate en medio de las paritarias con una inflación que no solo no se ha reducido sino que se ha incrementado notoriamente con las devaluaciones ya producidas y la inminencia de nuevos escalones ascendentes.

En función de todo lo dicho resulta natural que los meses de marzo, abril y mayo van a resultar cruciales para el proyecto macrista.

El peronismo

El futuro del macrismo depende –socialmente hablando- más del tratamiento y evolución de estas cuestiones que de los avatares de sus relaciones con el Parlamento y de las múltiples formas que irá tomando su vínculo con los aparatos del peronismo.

Sin embargo no deja de tener mucho interés la evolución de los aparatos que pretenden representarlo. Vale como ejemplo la cena del viernes a la noche en el predio que ocupa Sergio Massa en el Club La Herradura de Pinamar. Por allí comieron un asado, cuyo “toque final” en la parrilla se lo dio el propio Massa, Juan Manuel Urtubey, gobernador de Salta; Diego Bossio, el ex ultrakirchnerista que comandó el ANSES; junto a otros comensales entre los cuales también estaba un delegado del cordobés José Manuel de la Sota.

Fue una jugada pergeñada por Massa, antes de acompañar a Macri a la reunión de Davos, para darle un aviso al resto del peronismo, particularmente a los seguidores de la ex Presidenta y al propio Macri, advirtiéndole que es un aliado, pero nada más y nada menos que eso. Daniel Scioli, que sigue atado al cristinismo, esquivó la invitación. Florencio Randazzo tampoco se hizo presente y a los de la kirchnerista La Cámpora no les llegó la tarjeta de invitación.

Las inundaciones y el modelo productivoarg inundaciones1

Buena parte de la cuenca litoraleña argentina está actualmente inundada, como antes lo estuvieron las provincias del norte y centro del país. Algo semejante ocurre en Paraguay también en Brasil, por citar casos semejantes. Todas las voces oficiales hacen responsable al “Fenómeno del Niño”. Pero hay otras voces que, sin negar la influencia del mentado “Niño”, aseguran que la acción humana contribuye a que se agraven los efectos de dicho fenómeno de la naturaleza. Estas opiniones consideran que hay dos actividades humanas que han contribuido a que las desgracias naturales sean más severas. Una está referida al uso de la tierra y la otra a la construcción de las grandes represas. En ambos casos se debilita el equilibrio que la naturaleza fue construyendo, durante millones de años, para distribuir y absorber el agua de las lluvias.

En cuanto al uso de las tierras, en las últimas décadas, se han desarrollado dos actividades que le ponen notorios límites a esa natural capacidad de absorción. En un amplio espacio geográfico ambas actividades se han complementado para hacer más grave aún el resultado. Se trata de los fenómenos de la sojización y la deforestación. La soja abarca más de la mitad del total de las tierras cultivadas. El cultivo reiterado de la misma produce una costra en la tierra que reduce la absorción del agua y transforma los campos en una ruta pavimentada a través de la cual el agua se desliza sin ser retenida. La deforestación produce el mismo fenómeno. Hay que tener presente que, en los últimos 25 años, se ha deforestado el 75% de nuestros bosques.

Cuando ambos fenómenos (deforestación+ sojización) se complementan, porque se deforesta para sembrar soja, sus efectos se multiplican.