Elecciones argentinas 2015: una foto si fueran hoy

Juan Guahán-Question Latinoamérica
Está transcurriendo la última quincena de este noviembre de 2014. Falta menos de un año para las elecciones presidenciales. Es una buena oportunidad para mostrar una foto de la realidad actual, respecto a ese momento. Es eso: Una foto, no la película, que está lejos de terminar. De todas maneras esta realidad va construyendo el momento decisorio.

La cuestión viene a cuento que esta semana se realizó en el Gran Buenos Aires, San Fernando, una Cumbre de dirigentes de la Unión Cívica Radical. A pesar de todas las opiniones interesadas, desde diferentes direcciones, lo cierto es que el consenso fue no decidir nada definitivo. Resolvieron seguir adelante con la alianza -bastante debilitada- que es el Frente Amplio/UNEN, haciendo caso omiso a quienes querían avanzar ya en alianzas: Algunos con Mauricio Macri. Con Sergio Massa, otros.

En uno de los puntos del acuerdo final asumieron “el compromiso de respaldar una fórmula presidencial encabezada por la UCR”. Simultáneamente dejaron en libertad a sus candidatos a gobernadores provinciales para hacer alianzas locales que mejoren sus posibilidades electorales. Otro efecto de esa reunión fue el “portazo” de Elisa Carrió, quien ahora piensa disputar con Macri en las PASO del año que viene.

Es probable que esta haya sido la última “gran jugada electoral” de este año. Todo parece indicar que las diferentes fuerzas dejarán las definiciones para febrero/marzo del año próximo. Todos quieren saber de qué modo el oficialismo llegará a fines de año, con los riesgos que diciembre conlleva. Luego esperarán que pase enero y febrero, con la necesaria definición sobre la relación con los fondos buitres y los recursos para afrontar las necesidades del próximo año.

Cumbre de la Unión Cívica Radical
Cumbre de la Unión Cívica Radical

Dicho esto queda una pregunta pendiente, con qué realidad electoral se cierra este año.
El gobierno nacional, a pesar de estar atrapado en una situación interna de inflación con recesión y acosado en lo externo por los “fondos buitres”, se encuentra en una buena posición electoral. Ha hecho del acoso externo una poderosa bandera política que le sigue rindiendo buenos frutos.

Cristina tiene una imagen positiva que supera el 40% y el oficialismo cuenta con una base electoral que ronda el 35%. Saben que –según los datos de hoy- en una segunda vuelta electoral cualquier candidato de la oposición (Massa, Macri. Cobos, Binner) podría derrotar al candidato oficialista. Ese estado de ánimo de la población no parece fácil de modificar. Daniel Scioli ya asoma como el candidato indudable del oficialismo, aunque no cuente con las simpatías del cristinismo más duro, tiene el aval de la mayoría de los gobernadores del oficialismo que son los que tienen el control del territorio y –consecuentemente- un alto porcentaje de votos, muy importante a la hora de las urnas.

A partir de estos datos el oficialismo despliega dos estrategias complementarias.

Una, pública, sosteniendo a un candidato propio con la menor autonomía posible y con sus listas de legisladores colonizadas por “leales” a Cristina. Ese candidato –Scioli- para llegar a la presidencia –según la Constitución- debería ganar en primera vuelta con más del 40% de los votos y 10% de diferencia sobre su más cercano perseguidor. Eso supone no solo mejorar la situación actual, sino también lograr que ninguno de sus adversarios llegue al 30%. De allí la fragmentación que –desde el oficialismo- se alienta sin desmayos.Con Massa, Macri más o menos parejos y Cobos o Binner con algunos votos menos esta posibilidad no es descartable.

Macri y Scioli
Macri y Scioli

La otra estrategia, que no aparece públicamente y tampoco es contradictoria con la expresada, supone el triunfo de Macri. Con éste en la presidencia habría una cierta garantía que el futuro Ejecutivo no pondría mayor interés en perseguir penalmente a las primeras figuras del oficialismo actual.

Los grandes intereses económicos, vinculados a la política con los chinos, no serían alterados. Se sabe que Franco Macri, padre de Mauricio, es uno de los principales operadores chinos en nuestro país. La política latinoamericana y cultural del macrismo, tendría un fuerte tinte conservador lo que le permitiría al cristinismo preparar su “vuelta” en 4 años, en defensa de lo “nacional y popular”. De modo tal que una confrontación entre Scioli y Macri constituye una hipótesis de trabajo que dejaría al actual oficialismo, según su apreciación actual, en buenas condiciones. En cualquier supuesto es Massa quien debería quedar fuera de juego.

Entre la búsqueda de justicia y el golpismo

Se están colocando los condimentos de una confrontación que muy difícilmente ceda durante un largo tiempo. Se trata del choque entre un sector de la Justicia –particularmente algunos jueces federales- y sectores que hoy ocupan los puestos más altos de la administración del Estado. No se está hablando de Ricardo Jaime y su constante peregrinaje por los estrados judiciales procurando preservar su libertad ambulatoria.

Ahora la cuestión está tomando vuelo a mayor altura. Las sucesivas indagatorias a Amado Boudou, parecen ser una ventana abierta al futuro. Ya no se trata del reconocido problema suscitado con la empresa Ciccone, encargada de sensibles impresiones gráficas, un tema que -al fin y al cabo- es una “cuestión de Estado”. No, ahora se lo persigue por los papeles truchos de un coche, lo que se puede considerar como una burda avivada de un “busca de barrio”, como si detrás de ello hubiera un ánimo de burla.

El viernes, el Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, denunció que estamos ante un “golpismo activo del poder judicial”. Lo denunció ante el allanamiento de la oficina de una empresa hotelera en la que la Presidenta tiene inversiones. Mientras trasciende que jueces del fuero federal analizan con atención la evolución, ante la justicia brasileña del caso Petrobras. Allí, 5 acusados -para reducir sus penas-, aceptaron colaborar con la justicia dando información y devolviendo 165 millones de dólares.